Por Cecilio Pérez Cortés
El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, hizo ayer, acaso – es la opinión de un servidor- la declaración más importante en lo que va de su gobierno. En su acostumbrada conferencia matutina declaró: Ya no quiero culpar a administraciones pasadas; ya es nuestra responsabilidad.
Y añadió: “ya no es para estar diagnosticando, ya sabemos, hay grandes, graves problemas nacionales y los tenemos que enfrentar”.
De acuerdo a su personalidad, su trayectoria y lo que le hemos escuchado decir desde su campaña hasta ahora que asumió la Presidencia de la República, me imagino que le ha de haber costado mucho trabajo reconocer eso, dejar atrás lodos del pasado, pero sobre todo soltar una de sus principales banderas políticas: el echarle la culpa de todo y por todo a los gobiernos anteriores.
Eso no quita que efectivamente le hayan entregado un país corroído por la corrupción y el saqueo. No borra que este país haya estado a merced –sigue estándolo- de unos cuantos cuyo objetivo principal es seguir amasando fortunas a costa de los que menos tenemos.
Mientras acá abajo se lucha por un kilo de tortilla, allá donde se manejan ellos, se lucha por contratos multimillonarios que sudan día con día millones de dólares en cuentas bancarias no solo en México, sino en gran parte del mundo. No es nada nuevo, pero de ese tamaño es la desigualdad a la que sumieron a México esos gobiernos y sus cómplices.
Pero volviendo con las declaraciones del licenciado Andrés Manuel López Obrador, es de reconocerse y aplaudirle esta declaración, que significa un parteaguas importante en los días que lleva sentado en la silla presidencial, pues ahora sabremos de verdad de que está hecho.
Ahora, se podrán ver con más claridad sus logros, sin el matiz del “antes”, “es que así me lo dejaron”; ahora veremos cómo, poco a poco, lo que él llama un elefante reumático –México- empezará a caminar, con el empuje de todos, absolutamente de todos los mexicanos; eso también lo mencionó en su conferencia.
Sus declaraciones también suenan un poco a: ¡Pónganse a trabajar! Dirigido a su todo su gabinete, que imitándole todo, también habían agarrado la cantaleta de culpar a los antecesores hasta por el vuelo de una mosca, justificando así su inoperancia e ineficacia.
En conclusión, ahora si se ve una luz de Esperanza sin poses, sin trajes, sin justificaciones, sin excusas. Solo con trabajo y pa´ lante como dicen en el pueblo.
Que venga pues la Transformación, la cuarta ya la conocemos…y duele.
CONFESIONARIO 1: Y que el mensaje llegue hasta acá, hasta el Gobierno del Estado y permee hacia las presidencias municipales, donde en su mayoría, los ciudadanos encuentran pretextos, más que respuestas.
Que llegue a un palacio de gobierno de Veracruz para que sepan que el patrón ya no se engancha y soltó las rencillas y los enconos, para seguir en lo suyo: trabajando.
Que tomen nota que es momento de dar resultados. Hoy es un buen día para hacer un alto, replantear su gobierno, dejar de tirar golpes al aire y preocuparse por los temas pendientes de la entidad: empleos, seguridad, ecología, producción, vías de comunicación y la transformación que prometieron. Ya no diagnósticos, ya deben saber cuáles son los principales problemas y a resolverlos.
Tal vez ahí difieran un poco de eso. Mientras para los veracruzanos el principal problema es la seguridad, para los que “mandan”, sea Miguel.
Mientras que para las familias que día a día abandonan en el estado, su principal preocupación es la generación de empleos, para ellos, su piedra en el zapato sea Jorge. ¡Ya! Déjenlo ir.
Lo dijo el patrón, no yo.
CONFESIONARIO 2: Y va para todos. También lo siento como un llamado a la reconciliación. Que se terminen las eternas confrontaciones en las benditas redes sociales, el trabajo y hasta en la familia.
De ese tamaño e importancia fue la declaración del Presidente de la República: ya no culpar a nadie, sino resolver que es lo que importa. Que así sea.