“La libertad en el paisaje”, obra pictórica de Luis Benavides, es la expresión de su corazón
El curador de arte, Francisco Marín, opina que expresa un maravilloso mundo interior con un grafismo personal que le confiere un sello único
Fuente Diario de Xalapa
Paso De Ovejas, Ver.- En vísperas de festejar 76 años de vida, Manuel Luis Benavides ha recibido uno de los mejores regalos, exponer una selección de su obra pictórica en El Ágora de la Ciudad, recinto cultural ubicado en la ciudad de Xalapa, donde nació el 15 de febrero de 1944, en el seno de una familia amorosa, al lado de la cual, la parálisis cerebral que padece no ha sido impedimento para disfrutar la vida y el arte.
Desde hace 35 años afincado en el municipio de Paso de Ovejas, Manuel Luis vive con su hermana Eréndira y recibe las visitas constantes de sus hermanos, quienes le acondicionaron un pequeño taller para que realice sus dibujos y pinturas, un gusto que no es reciente.
Cuando murieron nuestros papás, Luis tenía aproximadamente 35 años y se lo llevó mi hermano a vivir cerca del mar, porque trabajaba en Laguna Verde. Allí, de tanto ver a mis sobrinos hacer sus tareas, él empezó con sus primeros rayones y después ya pintaba paisajes
Luego de tres años rodeado de la naturaleza, el artista en ciernes ya empleaba colores de madera, lapiceros, pincelines y hasta plumones de tinta permanente, y aunque le gustaba mucho usarlos, después se los retiraron porque consideraron que podrían tener efectos tóxicos.
Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa
Cuando Luis llegó a Paso de Ovejas, ya tenía práctica para sostener los colores o lapiceros. Para controlar la fuerza de su mano, descubrió la utilidad que tenía una pequeña plancha, objeto que le ha acompañado durante las infinitas horas de su vida que ha dedicado a la creación de obras, a la experimentación con distintos materiales y al desarrollo de una técnica que ha recibido halagos de personas como el curador de arte Francisco Marín:
La obra de Manuel Luis concentra una vitalidad y fantasía fascinantes. Transforma la diversidad de su entorno, pero ante todo, expresa un maravilloso mundo interior con un grafismo personal que le confiere un sello único
Su estilo, de difícil clasificación, se define formalmente en una estructura de líneas que construyen un universo de gran potencia cromática que resulta al mismo tiempo delicado y vigoroso. Un mundo que invita a pasear por sus prados encantados, a admirar una sorprendente diversidad botánica nunca vista, así como su arquitectura de mágica espacialidad”.
Marín opina que la de Luis es una obra poderosa, refinada y original, cuya importancia radica tanto en el manejo de elementos formales que muestran un gran oficio, como un simbolismo en el que se perciben huellas autobiográficas e inquietudes que sí, son muy personales, pero al mismo tiempo resultan de interés universal.
“La libertad en el paisaje”, como ha sido titulada la exposición de Luis, estará a la vista del público hasta el mes de marzo en bajos del parque Juárez, en espera de que después continúe su viaje por otros recintos.
Doña Eréndira aclara que ésta no es la primera muestra del artista. Ha participado en varias exposiciones colectivas. Sin embargo, sí expresa que el día que inauguraron la de El Ágora, ella no pudo decir nada. “Era mucha alegría y orgullo, porque nosotros no sabemos de arte, pero escuchar lo que los conocedores dicen, genera una emoción que no puedo explicar”, dice con lágrimas en los ojos quien acompaña a Luis todos los días.
“Él no tiene mucho que se cayó y se lastimó un brazo, pero sin contar eso, ha sido una persona que se las ingenia para no depender tanto de los demás. Es disciplinado con sus horarios y a la pintura le dedica mucho tiempo, igual que a escuchar música. A veces le entra la inspiración a las 3 de la mañana y a esa hora se levanta y se va a su taller”. —Es una persona que casi no se enferma, y mire, ni canas tiene —remata su hermano Cristóbal.
Luis sonríe. Su felicidad es notoria, sobre todo porque le gusta la compañía, motivo por el cual su taller tiene una ventana que da hacia la calle del pequeño poblado donde es muy conocido, mismo lugar en el que nos recibe y donde están reunidos casi todos los miembros de su familia, incluidos sobrinos y cuñados, quienes se han organizado para desayunar juntos.
Luis, sentado en su silla de ruedas, sabe que todos estamos ahí por él, señala uno de los cuadros que están colgados en la pared y se lleva la mano al pecho…
Como menciona Francisco Marín, “atestiguamos en la obra y en las acciones de Luis Benavides la expresión de su corazón más que la de su cerebro…”.