Y Mariana

Del Diario


La danza húngara no. 5 de Brahms rompe el silencio de casa, no así la paz.
La infusión de canela, Jamaica, jengibre y anís aromatiza el espacio. Tras los
ritmos irregulares, propios del cierre e inicio de año, intento poner orden en mi entorno pero, sobre todo, en mi mente y en mi vida. Desde niña he pensado que la madrugada es el mejor momento para acomodar todo, ropa, libros, sitios, juguetes, pero, principalmente, ideas y corazón.


Reviso entonces mis listas de pendientes, metas, propósitos personales,
laborales, académicos; cuantifico los egresos, las ganancias, tacho, agrego,
planeo y re planteo.


Reconozco que soy un constante ir y venir del caos al orden y viceversa, por lo que, como a muchos nos pasa, cada enero me implica un esfuerzo mayor volver a la rutina y, tras el desparpajo general, retomar el rumbo. Muestra de ello es que, prácticamente ya se me fueron los primeros 15 días del año y, apenas hoy me doy tiempo para estas letras, hace apenas cuatro días regresé a la comida saludable, pero persiste el hábito de ir a la cama muy tarde o temprano quizá, casi amaneciendo.


De todos mis listados para comenzar el ciclo, hay un punto que destaca en el que me he aplicado con particular interés: escribir un diario. Quizá, ahora que lo lees, ¡piensas lo que yo durante mucho tiempo, que eso es un asunto exclusivo de las niñas de secundaria con libretas rosas de ositos y unicornios; sin embargo, uno de los seres más sabios y cultos que conozco, mi Padrino Humberto, durante décadas me ha compartido su deleite por escribir, previo a dejarse seducir por Morfeo, los asuntos, emociones, aprendizajes y obstáculos del día; pero más allá de ello, me ha permitido sentir el gozo que le provoca tomar al azar uno de sus
diarios de antaño para leer y, con ello, revivir las hazañas de su infancia, juventud o, por qué no, episodios más recientes, como su boda, el nacimiento de su nieta, o la celebración de su 80 aniversario.


Confieso que cuando le escucho narrar con tanto entusiasmo me contagio del mismo y comienzo la aventura de arrastrar el lápiz para plasmar mis vivencias; sin embargo, como Usted, amable lector, lo sabe muy bien, con mucha facilidad y frecuencia priorizo los temas laborales y me indisciplino con los personales, por lo que en varias ocasiones, no sólo he pausado por meses las letras que alimentan “Y Mariana”, sino muchos otros proyectos, entre los que están, por ejemplo, las clases de guitarra, jarana y sí, como puede adivinar, también ese bonito ejercicio de escribir el diario de vida.


Confieso que una de las razones por las que ahora he dado mayor relevancia a ese punto de mis listas de propósitos y pendientes es porque ya he tenido, en distintos momentos, oportunidad de vivir en carne propia la experiencia maravillosa de tomar una de las libretas en las que comencé algún diario y revivir aquello que tocaba mis fibras más sensibles hace diez, quince o veinte años atrás, mis motivos para llorar o sonreír, recordando a través de mis letras, a la persona que fui entonces, las experiencias que me formaron y convirtieron en la mujer que hoy camina con dirección y paso firme.

Admito también que ahora, esos minutos de vaciarme sobre el papel son, más allá de un respiro, una oportunidad para reflexionar, para revivir una vez más lo ocurrido durante el día, dándonos una segunda oportunidad para pausar, pensar y ser conscientes de las lecciones por aprender; de esto puedo dar fé porque sí, a escasos quince días de que el año comenzó y, con ello, inicié a plasmar historias en mi diario, en más de tres ocasiones, mientras escribo, me han comenzado a caer los veintes de lo que hice mal, lo que atiné y de aquellas oportunidades que, definitivamente, quiero aprovechar al máximo.


Es así que, con este gratísimo sabor de boca que me va generando esta nueva práctica, con la maravillosa experiencia transmitida por mi Padrino amado, y a quince días de iniciado el año, invito a Usted a sumarse a este reto de revivir en letras y aprender de nuestras vivencias diarias pero, además, a dejar testimonio no sólo de nuestro paso por el mundo, sino sobre todo, a eternizar los momentos más sublimes, felices, tristes e iluminados de nuestro andar en este 2021 y los años por venir; porque si bien, la vida es aquí y ahora, también es cierto que recordar es volver a vivir.


El minutero del reloj ha dibujado la circunferencia al menos cuatro veces; los libros y, sobre todo, las metas tienen un poco más de orden; el aroma de la infusión fue sustituido por el petricor de madrugada, y el reproductor hizo loop en la canción de cuna de Brahms, repitiéndola tantas ocasiones como un GPS que, tras equivocarte en la ruta, reitera una, otra y otra vez en dónde girar para reencauzar el camino, así que lo tomaré como señal para, por hoy, ir a la cama, no sin antes, hacer lo propio en mi diario.

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