Vicente Guerrero Saldaña, valiente entre valientes

Ayer domingo 14 de febrero, el Presidente de la República conmemoró el fusilamiento de Don Vicente Guerrero. Lo exaltó en su discurso, como también lo hicieron los gobernadores de Oaxaca y Guerrero. Lo mismo hizo Martin Luther III, invitado especial, al momento de tomar la palabra. Pero nadie habló de las tropas Costeñas de Morelos y de Guerrero y todos olvidaron las tropas Jarochas de Victoria y de Santa Anna, tropas afrodescendientes, mezcla de castas diversas, indias y prietss champurrdas,afroindoeuromexicanas, cuyo recuerdo se opaca junto a los soles incandescentes de los héroes mulatos.


Por otro lado, los conversatorios y conferencias del día también elevaron a los héroes a la condición de dioses que, solos, en su parnaso tropical, llegaron a Presidentes sin mas ayuda que su propia espada.
Los colectivos y asociaciones también hicieron lo propio y algunos se enojaron porque no fueron invitados a la mesa del Señor.


El evento de Cuilapan manda un mensaje poderoso: huyamos de la narrativa de bronce en cuyos caminos nos metieron las tintas de Clavijero y miremos hacia el Norte, donde la historia de chocolate nos dice la neta del planeta. Yo no lo creo.


Aguilar Camín también hizo lo suyo: citó el prólogo de Womack para elogiar la afrodescendencia del Pacífico mexicano y deliberadamente o no, omitió los aportes de la Costa Atlántica.


En este imaginario compartido desde la nueva narrativa Negra, los jarochos y sus actuales descendientes nada tienen que ver con la historia de este país. Satanizado Victoria y luciferado Santa Anna , sus tropas también son arrojadas al desfiladero del olvido oficial. No se les perdona ese mestizaje desenfadado , ni el acento caribeño, ni la gozosa promiscuidad de tener aprecio por Europa.


Vicente Guerrero Saldaña, valiente entre valiente, amigo de los amigos, cabeza del partido Yorkino , empujado a una candidatura que no quería. Hombre sencillo, a quien el General Santa Anna jefe del 5o Regimiento de infantería sentó en una silla presidencial que, al igual que Zapata un siglo después, le resultaba bastante incómoda.
Yo lo Saludo Generalísimo y valoro lo mucho de su valía.
Gracias Patriota. Aquí seguimos.

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