Morena: fracturas, proselitismo con vacunas y gandallismo

Por Salvador García Soto

El partido creado por el presidente Andrés Manuel López Obrador navega a la deriva y sin rumbo, con un liderazgo débil de su dirigente nacional, Mario Delgado, que enfrenta divisiones y pugnas internas encabezadas por su secretaria general, Citlalli Hernández; en medio de fracturas y rupturas en los estados por la selección de candidatos y con graves acusaciones, documentadas en videos, de que sus brigadas y promotores en las calles están utilizando la vacuna anticovid para hacer proselitismo político. Y, por si todo eso fuera poco, acusado de “gandallismo” en el Congreso por sus propios aliados políticos.
 
Todo eso confirma la percepción de un partido gobernante caótico -percepción que incluso tienen en el mismo Palacio Nacional en donde el presidente López Obrador ha expresado públicamente sus dudas y la decepción que siente por el instituto político que él creó, pero del que luego se desentendió completamente dejándolo al garete y esperando que aprendiera a conducirse solo. Pero esa madurez política y esa estatura moral que les reclamaba el presidente a los morenistas para que “estén a la altura de la transformación del país” nunca pudieron dársela sus militantes y dirigentes porque, más que partido, Morena sigue siendo un movimiento amorfo, de grupos tan disímbolos que se disputan el poder y los cargos de elección con prácticas heredadas del canibalismo de la izquierda.
 
El único elemento cohesionador que tenía el ahora partido gobernante era el caudillo que los juntó y le dio origen a ese Frankestein denominado Morena. Por eso cuando Andrés Manuel decidió que él no iba a hacer como los demás presidentes del PRI y del PAN y no iba a dirigir su partido desde el poder ni a convertirse en el “jefe máximo” del morenismo porque se dedicaría solo a los asuntos del gobierno, el partido quedó, literalmente a la deriva. “Usted tenía que haberse metido a ejercer su liderazgo, no a conducir el partido, pero sí a definir las líneas de acción y a ordenar los pleitos y las diferencias entre los grupos para evitar que eso se convirtiera en lo que es ahora: un caos sin pies ni cabeza”, le dijo recientemente un colaborador cercano al presidente López Obrador en una plática sobre Morena.
 
Hoy el resultado de esa orfandad es que en Morena nadie reconoce a otro líder que no sea López Obrador y, tras un proceso interno tan largo, descalificado y torpedeado, la presidencia de Mario Delgado no sólo se ve débil y desorganizada, sino que es boicoteada desde adentro por el otro grupo que encabeza Citlalli Hernández, quien desde la Secretaría General desteje los pocos acuerdos que logra hilar el presidente del partido. Si Mario dice que Félix Salgado, aún con sus denuncias de violación, será el candidato en Guerrero, Citlalli organiza a los colectivos feministas, externos e internos, para que protesten y pidan la destitución del candidato. Si Delgado negocia con un gobernador priista la candidatura de su titular de Salud porque aparece bien posicionada en las encuestas, Hernández azuza al resto de las precandidatas mujeres para desconocer el resultado y tomar la sede estatal.
 
Y así, en varias entidades el morenismo está quedando tan fracturado y dividido como sus mismas cúpulas, en rupturas que terminarán costándole votos no sólo a Morena sino al presidente, no tanto para las gubernaturas, que en Palacio dicen que “al presidente le valen madre”, sino para que el partido oficial pueda ganar la mayoría en la Cámara de Diputados, esa que sí es prioritaria y vital para López Obrador y para la continuidad de su 4T y que, según los análisis y encuestas de la misma presidencia, cada vez se ve más lejana y complicado que el morenismo pueda ganar la mayoría de los 300 distritos electorales.
 
Y ante las dificultades que se ven para ratificar su mayoría en los próximos comicios, Morena tampoco es cuidadosa de las mayorías que hoy tiene en el Congreso. Ayer el Partido Verde anunció que podría romper la alianza legislativa que mantiene con Morena en el Senado de la República, luego de que la senadora Verónica Camino Farjat dejara a la bancada verde para pasarse al grupo de Morena. “Es inaceptable que Morena pida con una mano el apoyo del PVEM para la aprobación de reformas, mientras que con la otra, golpea al Grupo Parlamentario del Verde robándole senadoras, violentando así el acuerdo político de respeto mutuo que debería honrarse en la Cámara Alta”, dijeron ayer los senadores verdes en un comunicado.
 
El “gandallismo de Morena”, como lo calificaron sus aliados del Verde incluso causó fricciones entre el líder morenista Ricardo Monreal y el líder de los senadores verdes, Manuel Velasco, quien a pesar de tener una relación muy cercana con el zacatecano, ayer consideraba inaceptable que a la senadora Verónica Farjat le hayan ofrecido cargos y candidaturas con tal de llevársela a Morena. “Eso es algo que entre aliados no se vale y habla mal de quien no respeta acuerdos ni alianzas”, se quejaba Velasco.
 
Para completar el cuadro, Morena y sus brigadas de proselitismo que recorren las calles del país, han sido grabadas en varios videos exhibidos en las redes sociales, en las que los jóvenes que trabajan para el partido gobernante aparecen haciendo preguntas o pidiendo datos a la población “para asegurar su vacuna contra el Covid”. Los promotores dicen ser “un primer filtro” o una especie de avanzada no sólo para los temas de la vacuna, sino para otros programas sociales de la Secretaría del Bienestar y van casa por casa pidiendo datos, credenciales de elector e identificando y confundiendo a beneficiarios con posibles votantes.
 
Tanto prometió el presidente López Obrador que su gobierno y su partido no iban a repetir las viejas prácticas del pasado de utilizar los recursos públicos, en este caso programas sociales y vacunas contra el Covid, con fines políticos y electorales, que hasta llevó a la ley, como un delito grave que amerita cárcel, el desvío de recursos públicos con fines de proselitismo político. Incluso, el mandatario habló de eso en términos morales como un “pecado político”, pero ahora que la ley ya castiga esa práctica tan utilizada por los gobiernos del PRI y el PAN, Morena, su propio partido, está incurriendo en lo que tanto criticó y padeció como opositor el ahora presidente.
 
¿Será que en el algún momento López Obrador se va a hacer cargo de poner orden y de domesticar al monstruo que él mismo creó y luego lo soltó para que se convirtiera en un Frankestein que nadie controla y que va causando estragos, fracturas e inestabilidad en la política mexicana y en la gobernabilidad del país? O de plano el presidente se va a desentender y, aun cuando termine su gobierno, nos va a dejar a esa fuente de problemas e ingobernabilidad que hoy es el partido que gobierna a la mayoría de los mexicanos.

NOTAS INDISCRETAS… 

En el brutal doble asesinato de la exalcaldesa de Coatzacoalcos, Gladys Merlín y de su hija Carla Enríquez Merlín, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, ayer salió a ofrecer que se investigará a fondo el doble crimen y que se castigará a los asesinos. Hasta ahí el tema iba bien, pero en algún momento de su declaración, el gobernador dijo que “en Cosoleacaque no se permitirán cacicazgos ni crímenes de esa naturaleza”. Y ahí habría que ver qué quiso decir Cuitláhuac, porque si bien la exalcaldesa priista había gobernado ese municipio hace 18 años y luego fue diputada y conservaba sin duda influencia en el municipio, en ningún caso se podría justificar la violencia y el brutal asesinato de ella y su hija por su filiación o su historial político, como pareció sugerir el gobernador. Fuentes cercanas a la exalcaldesa asesinada comentaron a esta columna que, en vez de hacer declaraciones políticas, el gobernador debiera pedir una investigación a fondo, sin prejuicios, y que comience por investigar al servicio de escoltas que utilizaba Gladys Merlín, cuya casa era una fortaleza, y también al servicio de seguridad privada que custodiaba el fraccionamiento donde vivía. Porque una versión que manejan en el círculo cercano de las víctimas es que el pasado lunes 8 de febrero el gerente de una de las gasolineras que era propiedad de Gladys Merlín fue a depositar al banco 1 millón de pesos acompañado del jefe de escoltas de la señora. El gerente bajó por un momento y dejó la maleta en la camioneta y cuando regresó el guardia dijo que un grupo armado le había robado la maleta. Cuando Gladys se enteró corrió a su jefe de escoltas y lo denunció penalmente; también corrió a todos los guardias que la cuidaban y se quedó sin seguridad. El móvil del asesinato pudo ser el robo del dinero de las gasolineras que durante este fin de semana la exalcaldesa guardó en su casa. Se presume que los ladrones, que pudieron ser de su antigua seguridad, entraron a la casa en busca de ese dinero y llevaron a Gladys hasta la recámara donde tenía la caja fuerte. A ella la degollaron y a su hija la acribillaron al intentar abrir la puerta. Un dato que reforzaría la posible participación de los antiguos guardias en colusión con la seguridad privada del fraccionamiento es que a la mujer guardia que supuestamente escuchó las detonaciones y acudió a la casa solo le dispararon en una mano y no la mataron. Así que más que “cacicazgos políticos” el gobernador y su fiscal estatal deberían estar tras la pista del exjefe de seguridad despedido… El embajador de Guatemala en México, Mario Búcaro, se reunirá este martes en Ciudad Victoria, con el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, para pedirle que “acelere la conclusión de las investigaciones” sobre la masacre de 19 personas en el municipio de Camargo, entre los que se encontraban 14 migrantes indocumentados guatemaltecos. La petición del diplomático chapín tiene dos vertientes: la primera que Guatemala pueda ya repatriar los restos de sus compatriotas que son reclamados por sus familiares y la segunda que el gobierno del presidente Alejandro Giammatei no quita el dedo del renglón de poner una denuncia por violaciones graves de derechos humanos y por crimen de lesa humanidad en contra de sus 14 ciudadanos guatemaltecos cometidos por policías estatales de Tamaulipas, lo que lo convierte en un “Crimen de Estado”. La denuncia que ya preparan en Guatemala iría a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y podría involucrar no solo al gobierno de Tamaulipas sino también al Gobierno de México, a los que Guatemala podría pedir una indemnización millonaria para resarcir el daño a las familias de los migrantes, además de la condena de la CIDH ante ese crimen de Estado. Incluso en la demanda podrían aparecer involucradas algunas agencias del gobierno de Estados Unidos que dieron “capacitación y entrenamiento” a las fuerzas del GOPE de la Policía Estatal de Tamaulipas, un grupo de élite que fue entrenado en los Estados Unidos, y que ha sido señalado ya en varias ocasiones de cometer ejecuciones extrajudiciales y de violentar los derechos de ciudadanos en varios municipios de la entidad tamaulipeca. Veremos hasta dónde llega el caso de los guatemaltecos y cuántos ceros le pone el gobierno de Guatemala a su denuncia… Los dados mandan Serpiente. Caída libre.

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