Elecciones 2021: México ante su Rubicón…
José Luis Ortega Vidal
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¿En qué momento de su historia México cruzó su Rubicón?
¿Lo ha cruzado más de una vez?
¿Nunca lo cruzó?
¿Vale tal analogía para los comicios históricos de 2021?
(2) Cayo Julio César, uno de los hombres más influyentes en la historia de mundo -particularmente en el universo político occidental- se detuvo ante el río que marcaba la frontera entre Italia y Galia (hoy Francia y otros países), en el año 49 antes de Cristo.
Luego de la proeza militar de haber conquistado las Galias el destacado General de la República romana debió enfrentar una coyuntura política sin precedente en su carrera y en la de muchos líderes previos: volver a Roma como el héroe que era y al cual el Pueblo reconocía o enfrentar al Senado, poseedor del control legal y político ante los cuales el conquistador falló. Julio César conquistó las Galias sin permiso del Senado y por tanto llevó a cabo un acto trascendente pero ilegal.
He ahí una auténtica cátedra de Ciencia Política ofertada por la historia: en la búsqueda del Poder así como en su ejercicio hay momentos donde las líneas de lo legal y lo político se suman o se rompen o se separan o se confrontan o desaparecen y se reconstruyen de inmediato porque el vacío no existe.
Se construye allí una suerte de hipocresía estructural de Estado o Momentum Dialéctico. Al Senado no le importaba la violación de la Ley por parte de Julio César sino el gran Poder que éste obtuvo al ampliar el territorio de la República.
Había que frenar a Julio César no por héroe sino por poderoso y al respecto se empleó un argumento legal no por legal sino por útil desde la perspectiva del control político. Julio César pudo esperar del lado galo el castigo por su conquista o cruzar el río Rubicón y desatar una Guerra Civil que lo conduciría a la muerte o al Poder.
Es conocido el resultado: Julio César cruzó el río Rubicón y se convirtió en el hombre más poderoso de la tierra con las consecuencias aún latentes hoy en día.
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En el 2018 Andrés Manuel López Obrador se presentó por tercera ocasión ante los electores para buscar el acceso a la Presidencia de México.
No sólo triunfó sino que obtuvo un respaldo electoral nunca visto con 30 millones de sufragios a favor suyo, de su causa, de sus objetivos al arribar al Poder y contar con elementos sobrados de respaldo Institucional para impulsar la meta ofertada como bandera: un cambio de Régimen.
En ese sentido, AMLO pidió a los electores votos para él, para Senadores, para Diputados Federales, para Gobernadores y para Legisladores locales.
El pueblo le dio todo lo que pidió.
¿Cruzó México su Rubicón en ese momento?
Me parece que no porque a diferencia de Julio César, los votantes mexicanos que apoyamos a López Obrador no teníamos plena conciencia sobre el contenido de su meta política, de su bandera.
Sólo lo vimos en el ejercicio del Poder Público cuando fue Jefe de Gobierno en el Distrito Federal – 2000-2005- y grosso modo la opinión sobre su trabajo en la capital del país fue aprobado así haya
sido con un seis o de panzazo…
A dos años y medio de su gestión Presidencial, puestas las cartas sobre la mesa, conocido el sentido estricto de su estrategia para modificar el Régimen de poder en México ¿las elecciones de junio próximo colocan a los mexicanos –ahora sí- ante la opción de cruzar o no nuestro Rubicón? Algo hay de eso -toda proporción guardada- con respecto a la decisión individual del monstruo histórico que fue Cayo Julio César, asesinado por una rebelión del Senado encabezada por Bruto durante los Idus de marzo en el 44 A.C.
La cancelación de la magna obra en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el manejo de la Pandemia por el Covid, la Contrarreforma Eléctrica, e manejo vertical y por ende autoritario de los Poderes Legislativo y Judicial que representan un equilibrio fundamental en todo Estado democrático ¿no impedirán un nuevo voto masivo para a 4ª Transformación? Hay elementos a favor del trabajo realizado por el gobierno de AMLO así como hay datos negativos en su quehacer.
Aprecio una lucha titánica de su parte contra la Oligarquía que durante más de un siglo se apoderó de la riqueza nacional y condujo a todo un pueblo, compuesto por docenas de millones de ciudadanos, a la pobreza.
Observo una lucha gigante contra la corrupción aunque el virus de semejante enfermedad cuasi
mortal llegó con AMLO al poder y se ha reproducido en MORENA y en todos los niveles del
gobierno actual.
Veo y vivo en forma directa las consecuencias de elementos de Estado paralelo surgidas desde el Gobierno postrevolucionario y prohijadas por la pobreza y la ausencia de democracia durante los últimos cuarenta años: eso, a lo que llamamos Crimen Organizado, imparable ya; imposible de frenar durante los próximos lustros porque ha carcomido el tejido social de varias generaciones.
Culpar a la 4T de las cifras de muertes que no se detienen, a solo dos años de liar con dicho cáncer es parte de un discurso inscrito en la lucha mezquina por el Poder: tengo cuarenta años con cáncer de próstata y acuso al joven médico que retomó mi tratamiento apenas dos años atrás de se ineficiente y corrupto por mi dolor indescriptible en salva sea a parte…
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El cruce del Rubicón, empero, va más allá: el cambio de Régimen oferta una vuelta al modelo macroeconómico Estatista cuya ineficacia está probada por la historia.
La decisión de cruzar el río o no hacerlo, dandole o negándole a la 4T una nueva mayoría en el Congreso, será una decisión crucial ya con información suficiente en manos del electorado.
El éxito o fracaso en el porvenir será compartido -así sea en menor proporción- por los votantes.
Nuestro Rubicón aguarda.
Veremos sus aguas el primer domingo de junio.