Mandar obedeciendo
Parlamento Veracruz
Juan Javier Gómez Cazarín
El mandato del pueblo veracruzano en la jornada de ayer ha sido muy claro. No admite interpretaciones ambiguas ni equívocas. No fue timorato, ni grisáceo, ni dudoso. No fue un pulso tembloroso el que rebosó las urnas con el voto ratificador de confianza. La voluntad popular marcada con crayones y plumas es nítida y contundente: quiere seguir la Cuarta Transformación.
Si hace tres años salimos a votar movidos por el hartazgo, la decepción, el agravio, el coraje apenas contenido, las ganas de cobrarnos décadas de ofensas, la necesidad de echar de las oficinas públicas a los malos gobernantes y el deseo de romper con el pasado, la votación de ayer fue una ratificación de aquello.
Hace tres años tomamos una decisión histórica y ahora nos sostenemos en lo dicho. Hace tres años rompimos con el pasado y ahora le decimos que no queremos que regrese jamás. Hace tres años los corrimos y ahora les cerramos la puerta.
Tres años son muy poco tiempo para que la gente olvide el enorme daño que le hicieron a México y a Veracruz.
¿Qué significado tiene este mandato para quienes desde ahora somos sus mandatarios? Para diputadas y diputados, presidentas y presidentes municipales, síndicas y síndicos, regidoras y regidores que en noviembre y en enero llegarán -algunos repetiremos- abanderados por la Cuarta Transformación. Pues no hay que pensarle mucho, ni buscarle vueltas: los mandatos del pueblo se obedecen sí o sí.
Porque así como el voto de la gente fue brutal con nuestros opositores, para nosotras y nosotros, a quienes nos favoreció, la dimensión del compromiso a nuestras espaldas también es enorme. El compromiso de seguir en la ruta de los cambios, de seguir con la austeridad, de hacer valer la ley, de poner al pueblo en el centro de las decisiones públicas, de no robar, de no mentir, de no traicionar a nuestros mandantes. Sólo cuando el mandato se lleva a los hechos podemos decir que ha triunfado la democracia.
Hay poco tiempo para festejar y mucho para planear el trabajo que viene, porque los siguientes meses se irán como agua.
Por lo pronto, sólo nos queda agradecer la confianza. Agradecerla de la mejor manera posible: honrando nuestra palabra. Transitando entre lo dicho y lo hecho. Ejercer nuestra encomienda como dice un clásico: mandar obedeciendo.
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.