+ A Gargallo lo entregó su respectivo “amigo”
+ “La Quina” y Barragán Camacho calcularon mal respecto al “Trampas”, recordaría Miguel de la Madrid Hurtado
+ Carlos Salinas y el México de la democracia prohibida; Minatitlán y Sebastián Guzmán Cabrera: vendría el “quinazo”…
José Luis Ortega Vidal (CLAROSCUROS)
Fortín de Las Flores, Veracruz; 28 de julio 2014
Es la Cuernavaca de Veracruz.
Dormir aquí es un privilegio.
El cuerpo amanece como si hubiese recibido un masaje profesional.
En el exceso del placer y la belleza un hotel ofrece servicio en una alberca llena de gardenias…
El contraste inverosímil
Caminas por calles limpias bajo una temperatura templada que semeja una ciudad climatizada.
De pronto aparece una esquina llamativa: la puebla una casa rodeada por paredes tapiadas de hiedras.
Una palmera muy alta y solitaria se asoma a la calle. Un portón de madera permanece cerrado.
“Allí vive una familia de Gargallo”; platica, con voz baja, el guía.
A 200 metros está la estación del tren. Su imagen semeja una escena donde el tiempo se detuvo.
Se trata de una construcción de mampostería, pintada de rojo encendido, con techo a dos aguas, escasas ventanas rodeadas por plantas que pueblan un largo pasillo y refrescan día con día imágenes de vírgenes coloridas.
“Yo lo conocí”, suelta a los pocos minutos una vecina del lugar.
Es la primera persona del pueblo que le da un halo de ser humano al hombre sinónimo de muerte.
¿Cómo era? Surge la pregunta automática.
“Imagínese, me propuso matrimonio. Pero le dije que era casada, si no me hubiera ido con él…” bromea.
¿Cómo lo conoció?
Bueno, sólo lo vi una vez. En realidad tenía curiosidad por verlo y un día pasé por “Los Colorines” y me topé con sus guaruras. Uno de ellos, lépero me apuró: “andele, ándele”.
Le contesté que era libre de caminar por donde quisiera y me iba a golpear con la culata de su arma cuando apareció Toribio Gargallo y lo frenó:
“Déjala. La señora es libre de caminar y ver para donde quiera”, le dijo al guardaespaldas.
“Luego, fui a saludarlo y platiqué con él unos minutos”.
Han pasado más de 20 años de aquel momento.
¿De qué hablaron?
Guarda silencio.
La charla concluye.
No hay más.
Identificado como periodista, la anciana mujer se resguarda en un desvío de la plática.
La broma fue una máscara; un refugio; una manera de ser amable y al mismo tiempo marcar un límite.
En Fortín de las Flores la figura siniestra de Toribio “El Toro” Gargallo Peralta sigue viva.
Aún inspira miedo.
Sobre su historia hay miles de detalles porque aquí transcurrió buena parte de su vida violenta.
Pero indagar sobre ello es abordar un tabú.
¿Cómo se pudo mezclar tanta muerte con un sitio tan hermoso como Fortín de Las Flores?
El contraste entre la belleza de las montañas, el perfume de las rosas, los geranios, la multiplicidad de colores que ofertan las bugambilias…
La gente amable, mestiza, con piel blanca tornasolada o de un moreno vivo, casi brillante…
Todo es ajeno al nombre de Juan Zavaleta.
Así se llamó una víctima de “El Toro”; aunque otra versión establece que ese fue el nombre de alguien que le salvó la vida.
Gargallo fue salvado por él -o lo mató- y luego adoptó su nombre a manera de pseudónimo.
Un testigo privilegiado; muy cercano, sumamente informado sobre una parte personal, casi íntima de Toribio accede al diálogo.
“Se hacía llamar ´Juan Zavaleta´ cuando venía a ´trabajar´. Si había que realizar algo: un secuestro, una ejecución, ocultaba su nombre verdadero…de eso se encargaba el ‘Juan Zavaleta’…”
Miguel De la Madrid Hurtado: las memorias de un Presidente débil
En sus memorias, el Presidente De La Madrid ofrece un testimonio que revela la perspectiva de un hombre de Estado en torno al sindicato petrolero y su líder, Joaquín Hernández Galicia, en un momento crucial de la historia mexicana contemporánea.
Carlos Salinas de Gortari llegó al poder en medio de la ilegitimidad y usó la fuerza del Estado para obtener el control político que la Ley le negó por mandato del pueblo.
Un manotazo puso en manos de Salinas el poder que “la caída del sistema” había colocado en sus frágiles dedos.
El 10 de enero de 1989, con “el quinazo” el sobrino del científico Eli De Gortari desnudó diversos elementos de la estructura del poder en México. He aquí algunos:
Como en la historia de la humanidad: el poder de la fuerza es capaz de legitimar la falta del poder legal.
Afirmar que “sin la Quina Petróleos Mexicanos se cae” fue un exceso y una variable falsa que el propio Hernández Galicia llegó a creer; craso error que le costó su caída y encierro durante 8 años. No hay estructura de poder que dependa de la figura de un solo hombre. Esa es una afirmación propia del lenguaje caciquil. Es un mito que el cacique y el sistema que lo prohija crean y alimentan y surte un efecto temporal en la sociedad manipulada.
En la cultura política mexicana los cacicazgos forman parte del andamiaje de poder. Los hay nacionales, estatales, regionales, locales. Hay caciques obreros, partidistas, sindicalistas, empresariales, intelectuales, artísticos, sociales, ganaderos, campesinos. Tienen un origen prehispánico pero se terminan de adaptar y mexicanizar durante la época colonial. Los caciques atravesaron la Revolución de 1910 y están vivos en el México del facebook y el twitter.
“La Quina” Sólo fue uno más, creado, impulsado, alimentado y utilizado por el Estado.
Y luego, cuando se rebasó a sí mismo y puso en peligro los intereses del grupo en turno, simplemente fue “jubilado”.
Carlos Salinas de Gortari sólo hizo lo que a Luis Echeverría Alvarez y José López Portillo no les interesó llevar a cabo. Concretó lo que su antecesor no se atrevió.
Carlos Salinas de Gortari actuó por interés propio: el de su sobrevivencia política.
El sistema protegió a Salinas porque si Carlos caía el PRI se iba con él.
Peor aún: la caída, para De Gortari y el priato significaba el holocausto tras seis décadas de la “dictadura perfecta”.
Si “el Presidente” caía, el país se democratizaba.
Y eso a nadie en el poder, en ese momento, le convenía.
La muerte política de “La Quina” no fue un acto de justicia ni mucho menos.
Se trató del aplazamiento de un hecho inevitable: el inicio de la democratización de México; lo que ocurriría -en el terreno de la sucesión partidista- en el año 2000.
Joaquín Hernández Galicia tampoco era un demócrata, como lo demuestra “el canto” de Héctor García Hernández, “El Trampas”, lanzado desde Texas y publicado en diarios de la ciudad de México en 1983.
En sentido estricto “La Quina” fue un cacique creado por el Estado mexicano que lo mantuvo en el poder mientras le convino; cuando Hernández Galicia dejó de ser útil fue aplastado; le aplicaron la misma norma que él aplicó al “Trampas” vía Salvador Barragán Camacho.
La diferencia fue que “La Quina” cavó su propia tumba al situarse por el encima del sistema; cuando apoyó a Cuauhtémoc Cárdenas; cuandó agredió a Fernando Gutiérrez Barrios; cuando ordenó a Sebastián Guzmán Cabrera que le facilitara templetes y sonido al candidato rival del PRI durante su gira por Minatitlán en aquel premonitorio 1988.
A través de la voz del recuerdo y de sus archivos, habla Miguel De la Madrid Hurtado:
Sindicato petrolero: corrupción y grescas entre sus líderes
MES: OCTUBRE (1983)
Mientras transcurrían los sucesos que he narrado, permeaba el ambiente político del país una riña de alcances fenomenales: la de los líderes petroleros. Su trascendencia consistió en que fueron exhibidas las estructuras más viciadas de nuestro sistema político. La historia, en síntesis, es la siguiente.
El 8 de agosto, Salvador Barragán Camacho, secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, cometió un grave error de cálculo, pues denunció ante la Procuraduría General de la República a Héctor García Hernández, secretario de Educación y Previsión Social del Comité Ejecutivo del sindicato. Lo acusó de haber defraudado 958 millones de pesos al sindicato e hizo público este asunto mediante una conferencia de prensa.
El error de cálculo consistió en que Barragán Camacho creyó tener armas suficientes para evitar que el proceso se volteara en su contra, a pesar de que García Hernández, conocido en el medio como “El Trampas”, era socio tanto suyo como de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”.
Las consecuencias no se hicieron esperar. Ocho días después de la denuncia, el 23 de agosto, el principal grupo disidente dentro del sindicato, el Movimiento Nacional Petrolero Independiente Lázaro Cárdenas, acusó a “La Quina” y a Barragán Camacho de usar el membrete del sindicato para disfrutar de concesiones de Pemex. Este grupo dijo que para sanear Petróleos Mexicanos era indispensable que primero se democratizara el sindicato petrolero. Aunque tímida, ésta fue la primera manifestación pública de la lucha intergremial existente entre los petroleros.
Unos días después, el 29, ocurrió aquello que seguramente Barragán Camacho creyó imposible: “El Trampas” cantó. Efectivamente, García Hernández publicó en la prensa nacional una carta dirigida a mí, en la que pedía que se realizara una auditoría al sindicato petrolero, al tiempo que responsabilizaba a Joaquín Hernández Galicia y a Salvador Barragán Camacho de cualquier cosa que le pasara y del destino de 20 000 millones de pesos entregados en efectivo.
Ese mismo día, Fidel Velázquez hizo evidente su postura ante el proceso que se iniciaba. Declaró enfáticamente que el sindicato petrolero se manejaba con limpieza y honestidad, y que el Estado no estaba facultado para realizar auditorías en los sindicatos.
Finalmente, el 31 de agosto, el PDM, el PPS, el PAN y el PSUM pidieron, haciéndose eco de la opinión pública, que las autoridades federales investigaran a fondo la corrupción en el sindicato.
Así que en el curso del mismo mes de agosto aparecieron aquellos elementos que se harían reiterativos: la lucha intergremial; las acusaciones de “El Trampas” contra “La Quina” y Barragán Camacho; el apoyo absoluto de Fidel Velázquez a los máximos líderes petroleros, y la presión que los partidos políticos y la opinión pública ejercieron sobre el gobierno para que éste interviniera a fondo en el caso. Pronto estos factores fueron subiendo de tono y entremezclándose con hechos violentos que los agravaron.
El 8 de septiembre, Héctor García Hernández fue secuestrado por elementos de “La Quina” y de Barragán Camacho en McAllen, Texas. Una hora antes de que esto ocurriera, “El Trampas” había declarado a un enviado de Excélsior que tenía pruebas de que los maquinadores y beneficiarios de la corrupción sindical en Petróleos Mexicanos eran Barragán Camacho y Hernández Galicia. Señaló también que el poder económico y político de éstos era tan grande, que seguramente la Procuraduría General de la República los estaba protegiendo.
Las cruces, a 23 años
“La mamá de Toribio Gargallo vive, pero ahí te llevaría sólo dormido”, afirma el guía.
Sobre la carretera de Córdoba-Veracruz, pasando Peñuela, cerca de Yanga, se ubica la desviación a Omealca. Allí, el 10 de octubre de 1991 mataron a Toribio “El Toro” Gargallo. Tres cruces y tres pequeñas estructuras de granito que resguardan flores y veladoras recuerdan a las víctimas. Hay ramos frescos. Recién los han visitado.
Venían de Omealca hacia Fortín, a bordo de una camioneta, Gargallo y cuatro guaruras. Estaban a menos de 50 metros de arribar a la carretera federal cuando un hombre saludó a Toribio y éste ordenó el alto.
La misma estrategia. La misma trampa. La misma traición que sus hombres aplicaron “al capulina” para ejecutarlo frente a las vías, unos años atrás.“El capulina” confió en el amigo que brindó con él frente a la barra de la cantina, sin sospechar que lo entregaba. A Gargallo lo saludaba su respectivo “Judas”…
CONTINUARÁ…