Muy mala es la imagen que hay de México en el Senado y en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
MIAMI, Florida.- Ranchero que le gusta presumir rudeza en su vestimenta campirana, el próximo embajador de Estados Unidos no es como se pinta a sí mismo: a México llegará un político prudente y profesional. Aunque, ojo, lleva las prioridades de Biden por delante.
Ken Salazar pasó aceite en su audiencia de ratificación en el Senado, porque debió equilibrar su encomienda diplomática con una realidad imposible de negar.
La falta de Estado de derecho en México, “¿cree que es un problema?”, lo acorraló el republicano Ted Cruz.
“Es un problema, señor”, respondió Salazar.
Bob Menendez, demócrata, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, lo dijo sin preguntar: “La violencia y la influencia del crimen organizado en México han alcanzado niveles preocupantes”.
Para el republicano de Idaho, Jim Rish, la situación en México va más allá de lo preocupante: “Todos estamos conmocionados por la situación política en México, por el enorme número de candidatos asesinados en la pasada elección. Es asombroso cuántos han muerto”.
Tim Kaine, demócrata de Virginia, pidió al próximo embajador enfocarse al tema de “la violencia contra periodistas mexicanos”.
Cruz, exrival de Trump por la candidatura presidencial republicana, le advirtió a Ken Salazar que “parece haber una campaña sistemática del gobierno mexicano para socavar a empresas americanas (estadounidenses, quiso decir), especialmente energéticas”.
Si bien se lee, no fue algo menor lo sucedido en el Senado de Estados Unidos el miércoles de la semana anterior.
En el Capitolio hay “conmoción” por la cantidad de asesinatos políticos en México.
Consideran que parece existir “una campaña sistemática del gobierno mexicano” contra empresas de Estados Unidos.
Ven “niveles preocupantes por la influencia (sic) del crimen organizado en México”.
Piden al próximo embajador que atienda la violencia contra periodistas en nuestro país.
Y paralelamente a la comparecencia de Ken Salazar en el Senado, la Cámara de representantes (diputados) aprobó el paquete de ayuda a México que propuso el presidente Biden, e incluso aumentó los fondos, con una condición: que ni un solo dólar sea “utilizado para apoyar el involucramiento de militares mexicanos en tareas policiales”.
Muy mala es la imagen que hay de México en el Senado y en la Cámara de representantes de Estados Unidos.
Desde la época del asesinato del agente antinarcóticos Enrique Camarena Salazar, no se hablaba con esa preocupación del vecino del sur.
El gobierno de México puede mandar al diablo las veces que quiera a los “intervencionistas e inhumanos de Estados Unidos” que ‘bloquean’ a Cuba y tratan a los latinoamericanos y caribeños como ‘lacayos’ en la OEA.
Pero esa mala imagen en nada ayuda a la buena relación. Tarde o temprano en el Legislativo de este país se resuelven temas de interés para los mexicanos.
Ken Salazar se mantuvo diplomático, prudente, aunque al leer su agenda de trabajo como embajador en México se advierten nuevas áreas de fricción.
Su plan de cuatro puntos lo expresó en el Senado:
-Abordar el empleo y las oportunidades económicas a través del comercio, la infraestructura, el turismo y la inversión.
-Asegurar la frontera y crear un marco ordenado, seguro y humano para la migración.
– Identificar alianzas que aborden el flagelo de la violencia y respeten el Estado de derecho.
-Y participar en una transformación de la sostenibilidad global para un planeta viable.
Tal agenda brinda una oportunidad valiosa de colaboración para un gobierno mexicano con sensatez. Pero ese intangible –el sentido común– brilla por su ausencia en la administración del presidente López Obrador.
La oportunidad de colaboración la va a transformar en zonas de confrontación.
Nada nuevo, pues.
Nunca, en la historia moderna del país, habíamos tenido un presidente tan empeñado en dividirnos y enfrentarnos a los mexicanos.
Así es y así será, también, con Estados Unidos.