Fuente: El Universal
El Presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció resolver el conflicto, pero hasta ahora sigue detenido.
Entre vueltas y vueltas ya pasaron casi tres años y la promesa del Presidente Andrés Manuel López Obrador de que los daños causados por la requisa al puerto de Veracruz y a sus trabajadores se resarzan sigue pendiente. “Hay voluntad de que se haga justicia”, pero todo sigue en promesas, asegura Alejandro Pulido Cueto, apoderado legal del Sindicato de Maniobristas de Veracruz, quien afirma que de no resolverse el tema con la devolución de bienes y cuentas despojadas en 1991 se verán obligados a recurrir al paro de terminales portuarias dentro y fuera de México, con el apoyo de asociaciones internacionales.
Alejandro Pulido Cueto, apoderado jurídico del Sindicato de Maniobristas del puerto de Veracruz –impulsor del proyecto legal para revertir los daños causados por la requisa que en 1991 ordenó el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari –ha viajado en los dos últimos dos años más veces a la Ciudad de México que un conductor de la línea ADO.
Cada semana se trepa a su vehículo y toma carretera a cualquier hora del día o de la noche para acudir a reuniones con funcionarios del Sistema de Administración Tributaria (SAT), de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), entre otras, cuando le piden “a la de ya” se presente con los documentos que acreditan el despojo a los bienes sindicales que originó la requisa de 1991 o bien para informarle lo de siempre: que el Presidente ya dio la orden de que se resuelva el caso. Pero hasta la fecha nada existe en concreto.
Aquella requisa fue una orden expresa de Salinas de Gortari para arrebatarles a los obreros maniobristas la concesión de 100 años que les había otorgado en 1973 el entonces Presidente Luis Echeverría Álvarez para que se hicieran cargo de la primera y segunda maniobra en la zona portuaria de Veracruz. A su vez, los maniobristas, además de los carretilleros y checadores, eran socios de la empresa Servicios Portuarios de Veracruz –hoy API-VER– en aquellos tiempos de auge.
Casi tres décadas después, sentados en una mesa de cantina, Pulido Cueto y otros socios sindicales acordaron rescatar los bienes sindicales perdidos –edificios, cuentas bancarias y la concesión de un siglo– y se dieron a la tarea de comenzar una batalla legal.
En tres años han logrado avances, dice, pero estos pequeños pasos han costado “sacrificios, dinero y muchas vueltas”, pues “vamos y venimos de Veracruz a México” cada semana sin que hasta ahora se nos haya devuelto ninguno de nuestros bienes.
–Entonces, qué se ha logrado en estos últimos tres años? –se le pregunta a Pulido Cueto mientras degusta un suculento mole de olla en la cantina “La Diana Cazadora” de la avenida Colón y Reforma de la Ciudad de México.
–Está la orden del Presidente de que este asunto se resuelva.
–Y han ejecutado algo? –se le inquiere.
–No, está la promesa de que nos van a devolver edificios y las cuentas que nos quitaron ilegalmente en 1991, pero no se han podido reunir las secretarías implicadas en este caso para acordar una fecha.
–¿Por qué tanta dilación? ¿Sabe el Presidente que sigue sin ejecutarse la orden que supuestamente él giró?
–La dilación es por muchas razones: desconocimiento del tema, ignorancia de las sentencias que nos favorecen, precisión en todas las irregularidades que cometió Salinas y los funcionarios que ejecutaron la requisa, en fin, es un cúmulo de temas que los actuales funcionarios no conocían y que nos ha costado muchísimo trabajo y tiempo ponerlos más o menos al día con todo este embrollo legal. Prácticamente lo que hemos tenido que hacer es decirles: miren, estas son las violaciones legales y esta es la solución, esto es lo que se tiene que hacer para resolver nuestro asunto. Y así es como hemos podido avanzar en que conozcan nuestro caso.
Recientemente Pulido volvió a viajar desde el puerto de Veracruz a la Ciudad de México. Esta vez, cuenta, para entrevistarse con funcionarios de la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República a cargo de Julio Scherer Ibarra, quien ya tiene el caso portuario en sus manos.
–¿Y qué les dijeron en la oficina de Scherer?
–Que hay indicaciones del Presidente de que se resuelva. También me dijeron que se va a resolver todo, absolutamente todo, que esa es la indicación del Presidente.
–¿Para cuándo?
–Mmm… no hay una fecha, pero esperemos que ya no tarde. Últimamente se han atravesado temas de falta de coordinación entre las secretarías por falta de tiempo, después la pandemia alejó de sus puestos a otros funcionarios y así hemos estado aguantando y aguantando.
–Siempre pasa algo que obstruye la solución del atraco portuario perpetrado por Salinas.
–Así es, pero nos han recibido, le han dado seguimiento al asunto, aunque falta el empujón final: la solución definitiva con la devolución de nuestros bienes. Y luego vendrá la negociación con las empresas porque nos tienen que pagar el usufructo de nuestra maquinaria durante 30 años. Es decir, con la devolución de bienes esto no se termina.
En el largo periplo realizado por Pulido Cueto –el viajero incansable que puede manejar desde Veracruz al altiplano con los ojos cerrados porque ya conoce hasta los baches que hay en la autopista– se ha entrevistado con su tocayo Alejandro Pulido García, director de Asuntos Interinstitucionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
“Para mí la intervención de Pulido García me dice que aquí está la mano de Marcelo Ebrard apoyando esta lucha”.
–¿Por qué consideras que está participando Marcelo Ebrard?
–Porque nuestro amigo Jordy Aragunde, coordinador internacional de International Dockworkers Council (una asociación internacional de trabajadores portuarios) en una entrevista reciente con el funcionario pidió que solucionan el tema de la requisa.
Esto en el entendido de que si no se resuelve o se sigue atrasando la solución tenemos el apoyo internacional de esta organización que nos ha ofrecido realizar paros escalonados en cien puertos del mundo, incluidos varios en territorio mexicano.
Y es que en estricto sentido, como afirma el apoderado legal de los trabajadores maniobristas, hemos acreditado la ilegalidad de la requisa y la forma burda en la que actuó el Gobierno de Carlos Salinas.
Recientemente –explica– obtuvimos una sentencia definitiva en la que un tribunal de alzada nos reconoció como legítimos propietarios de la concesión de 100 años que en 1973 nos otorgó el Gobierno para realizar las maniobras en el puerto de Veracruz. Esta concesión nos la quisieron anular en 1991, pero no pudieron.
Pese a ello, en el Gobierno de Enrique Peña Nieto le otorgaron otra concesión a la API de Veracruz, pese a que era ilegal porque ya existía una anterior. Ahora el Gobierno federal está involucrado en un embrollo porque debe anular la segunda concesión de API-VER y reconocer la nuestra como la primera.
Con esas concesiones apócrifas que otorgó Peña Nieto, la API de Veracruz le otorgó contratos de servicios a las empresas que desde 1991 operan en la zona portuaria: ICAVE, CICE y CTV, las cuales han explotado la riqueza portuaria y han sacado los capitales al extranjero. “Cuando estábamos nosotros el dinero se quedaba en Veracruz, hoy gran parte de la ruina del estado es debido a que las empresas extranjeras se llevan los capitales.
–Eres un viajero incansable desde que tomaste en tus manos este asunto legal. ¿Cómo le has hecho para sostenerte?
Pulido Cueto toma un sorbo de Torres 10 con Coca-Cola y hielos, luego rememora un pasaje personal de “La Diana Cazadora”, pide más botana de la casa, el mesero, vaso en mano, le insiste que si quiere otro Torres –“Sí”, contesta Pulido –,corre a pedirlo a la barra y lo trae en chinga; la cantante del lugar, con voz ensordecedora, se entromete en la charla sin pedir permiso. Las polifonías se multiplican, afuera el tráfico está de locos, la tarde se oscurece, hay amenaza de lluvia, como es común en esta época. En medio de un breve silencio, y después de otro trago de Torres–”A a a a, qué rico está”, expresa tras ingerir el líquido etílico– el abogado responde:
“En realidad todo esto ha tenido un costo muy alto, en lo económico y en lo personal. Son casi tres años de vueltas y vueltas. Afortunadamente hemos tenido el apoyo moral y económico de nuestro amigo Leonel Noya, líder del sindicato Primero de Mayo, y también de otros compañeros como Raúl Antonio Ortiz Serra, Félix Márquez González, Rafael Aguilar, Leopoldo González Sarmiento, Mario y Paulino González, Gregorio Morales Uscanga, entre otros. Sin el apoyo de ellos, esto no hubiera avanzado por tanto tiempo.
Entre la espera prolongada, las promesas oficiales, las muertes de sus compañeros maniobristas –algunos por COVID y otros por diversas enfermedades propias de la edad– el tiempo ha transcurrido. Son 30 años los que ya se cumplieron después de la ejecución de la requisa. El Presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció resolver el conflicto, pero hasta ahora sigue detenido. “Sólo existe la promesa, pero no hemos concretado nada”, expresa Pulido Cueto.
–¿Van a seguir esperando?
–El tiempo prudente, de otro modo empezaremos a suspender labores en los puertos mexicanos e internacionales.
–¿Es una amenaza para el Gobierno? –se le pregunta.
–No es amenaza: nosotros no amenazamos, sólo actuamos. Tenemos que ejercer presión para que nos volteen a ver y para eso existen múltiples recursos. Este será el último de los recursos de los que echemos mano porque confiamos en la palabra del Presidente.
Hacia el mediodía del jueves 5, a las fueras de la Secretaría del Trabajo, Alejandro Pulido enciende su automóvil Mustang rojo. Se ve que no es del año.
–Se ve que ese coche lo levantas a altas velocidades
–No, sólo a unos 160 kilómetros por hora, no puedo más porque ya trae jodidos unos sensores y no quiero forzarlo. El auto es de dos puertas, deportivo. El abogado se aprestaba a viajar a Veracruz para ponerse a salvo de la pandemia. Lo acompañaban el líder de los maniobristas y otro abogado, que apenas y se pudieron acomodar en el asiento trasero de la nave.
Pulido Cueto se despidió de este reportero con un saludo: “Nos vemos la próxima semana”.
Y así, como un conductor de ADO, el viaje por revertir los efectos de la requisa continúa.