Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
“No nos vayas a fallar”, exhortó un ciclista a Andrés Manuel López Obrador cuando éste se dirigía en su Jetta blanco a la Cámara de Diputados, desde su casa en Tlalpan, para tomar posesión de la Presidencia de la República, el 1 de diciembre de 2018.
Hoy se cumplen mil días de ese hecho. Mil días del gobierno de un hombre que llegó envuelto en el apoyo de más de 30 millones de ciudadanos, que cinco meses antes habían votado por él.
Aquel breve diálogo sobre Calzada de Tlalpan sintetizó la enorme expectativa que había, al momento de ese cambio de Poderes, por parte de una ciudadanía harta de los excesos de sus gobernantes, pero también deseosa de incrementar su capacidad de consumo y no quedarse atorada en la mera estabilidad económica, luego de más de 30 trimestres consecutivos de crecimiento moderado, o incluso mediocre, si así se quiere ver.
Habría que preguntar a aquel ciclista si esto era lo que esperaba. Pero, si a opiniones vamos, cada mexicano tendrá la suya. Los detractores del Presidente dirán que ha fallado y sus simpatizantes, que ha cumplido. En todo caso, creo que es más útil comparar lo realizado con lo que él mismo prometió en sus 12 años en campaña.
Para no perdernos en detalles, se puede decir que López Obrador ofreció resultados en tres rubros: crecimiento económico y superación de la pobreza; abatimiento de la inseguridad y la impunidad, y combate a la corrupción.
En el primero de ellos, no hay mayor margen para la interpretación. El 21 de marzo de 2018, en el Hemiciclo a Juárez, el entonces candidato de la coalición Juntos Haremos Historia calificó de inaceptable el ritmo de crecimiento económico logrado por los llamados “gobiernos neoliberales” y se propuso una expansión al doble de velocidad. Dijo que en su gobierno el PIB crecería al 4% anual y que, al final de su periodo, lo haría al 6%.
Pero ¿qué fue lo que pasó? De un crecimiento por más de 30 trimestres al hilo pasamos a una caída de siete trimestres. El año pasado fue el peor desde 1932 en cuanto a desempeño económico. Cierto, la pandemia metió a la economía mundial en un bache, pero en otros países la caída no fue tan profunda y la salida ha sido más rápida.
¿Primero los pobres? Sí, los hay más que nunca. Entre 2018 y 2020, la cifra de mexicanos en pobreza subió en 3.8 millones y la de los más miserables en 2.1 millones, de acuerdo con cifras del Coneval. Además, el número de mexicanos con carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 20.1 a 35.7 millones, principalmente por la decisión de desaparecer el Seguro Popular.
En el segundo rubro, la inseguridad, el hoy Presidente comenzó prometiendo que la violencia criminal se acabaría al día siguiente de que él fuera elegido. Luego, pidió seis meses para resolver las “causas” de las que abrevaba la delincuencia. Después, un año. Pero nada. Y aunque a él y a sus funcionarios les gusta decir que han parado el crecimiento de los delitos, éste sigue siendo un país peligroso para las mujeres, para los dueños de pequeñas empresas, para los usuarios del transporte público y hasta para simples viandantes.
¿Y el combate a la corrupción? ¿Cuántos funcionarios deshonestos hay en la cárcel? Apenas un puñado. Podemos decir que todos ellos tienen cuentas pendientes con quien es hoy Presidente. Si hubo malversaciones en el aeropuerto de Texcoco y los fideicomisos públicos, eliminados por López Obrador, los datos jamás aparecieron y nadie ha sido castigado. Como candidato había prometido licitaciones transparentes y lo que tenemos es una enorme discrecionalidad en la asignación de contratos.
Pero quizá el incumplimiento más evidente de López Obrador haya sido con él mismo.
“El Presidente de México debe actuar como hombre de Estado, no debe comportarse como jefe de partido, de facción o de grupo”, dijo en un discurso de campaña en 2006. Y agregó: “El Presidente debe representar a todos los mexicanos, debe ser factor de concordia y unidad nacional, no puede utilizar a las instituciones de manera facciosa, ni para ayudar a sus amigos ni para destruir a sus adversarios”.
Ése es el espejo en que debe verse López Obrador, hoy que cumple mil días en el cargo que durante 12 años luchó por ocupar.