La caída del sitio 15 al 16 entre las principales economías del mundo representa un notable descalabro para México, que le ha apostado erróneamente a la apertura económica sin fortalecer su base productiva. La historia demuestra que ese fundamentalismo económico no es eficaz, pues sólo genera incertidumbre, sostiene uno de los especialistas consultados por Proceso; otro recomienda cambiar esas políticas públicas erráticas y dar garantía a los inversionistas. De lo contrario, el país tendrá un endeble crecimiento en el mediano y largo plazos.
CIUDAD DE MÉXICO. – Luego del “rebote” que tuvo en 2021, el cual se espera que sea cercano a 5.5%, la economía mexicana inicia un nuevo año perdiendo brillo y credibilidad ante nuevas inversiones.
Desde 2020, año en que el covid-19 paralizó al mundo, México perdió una posición en el ranking de las economías más grandes del mundo, al ser desplazado por Indonesia del lugar 15 al 16 de un listado que incluye a 193 naciones, siendo su peor puesto desde 1989, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Al menos hasta 2025, México se mantendrá en el lugar 16 del ranking, por debajo de Indonesia, indicaron las proyecciones del organismo internacional.
En el ranking de las economías más relevantes del orbe, en primer lugar se encuentra Estados Unidos, el principal socio comercial de nuestro país, seguido por China, Japón, Alemania, Reino Unido, India, Francia, Italia, Canadá (el segundo socio comercial de México), Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia.
6A diferencia de Indonesia y otros países asiáticos como China y Corea, México apostó todo a la apertura económica sin fortalecer su base productiva, una estrategia que, además, no ha incidido favorablemente en incrementar su participación en el mercado global.
En 1990 México tenía 1.2% de las exportaciones globales; hoy su participación apenas excede 2%. China, considerada una economía de Estado-capitalista, elevó su penetración de 2.1% a 13%, de acuerdo con el artículo “La responsabilidad de contar con una política industrial integral”, dentro de la obra Política industrial 2050: Hacia una industria del futuro.
El beneficio de lo anterior llega en forma de inversiones y empleo, representa el resultado de invertir para crecer, de apostar a exportar más de lo que se compra al exterior, fortaleciendo los encadenamientos productivos internos y creando grandes empresas que pueden competir con las trasnacionales que dominan las cadenas globales de valor, según el autor del artículo, José Luis de la Cruz Gallegos.
Todo ello complementado con una creciente proveeduría nacional de empresas de menor tamaño, altamente competitivas, innovadoras y generadoras de alto valor agregado.
Entre 1990 y 2015, la tasa de crecimiento del valor agregado en las manufacturas de Indonesia aumentó a una tasa promedio anual de 4.9%, mientras que la de México sólo lo hizo a 2.5%, a pesar de que abrió su economía y se convirtió en una nación exportadora.
Ya no se diga de Vietnam, economía que elevó su valor agregado en 10%; Corea del Sur 6.8%, y Singapur, 5.8%.