La nueva directora de Difusión Cultural de la UNAM desarrolla la líneas maestras de su trabajo al frente de uno de los mayores motores culturales de México
Por David Marcial Pérez / El País
Uno de los mayores motores culturales de México, Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cambia de manos y su nueva coordinadora, Rosa Beltrán (Ciudad de México, 61 años), llega dispuesta a tomar muy de cerca el pulso de los tiempos. Pandemia y feminismo serán dos de los ejes fundamentales de su trabajo al frente del brazo cultural de la universidad más grande de Latinoamérica del que dependen sus cines, museos, teatros, salas de conciertos y el resto de una apabullante agenda cultural. Escritora y académica, Beltrán sustituye al también escritor Jorge Volpi, con quien trabajó durante los últimos años como parte del equipo de la filial cultural de la universidad.
Pregunta. ¿Están ya todos los recintos funcionando a pleno rendimiento?
Respuesta. Tenemos ya todos los espacios en abierto con actividades. Pero son importantes no sólo los espectáculos, sino las clases. Nuestra labor no tiene que ver no nada más con presentar autores y conversatorios, sino con acompañar. El trabajo de acompañamiento es muy importante. Las clases de yoga, las clases de distintas actividades corporales para reconocerse, para reconectar, son importantes porque la pandemia ha dejado también secuelas de tipo psicológico, emocional. La cultura tiene ese propósito de acompañar y de paliar . Próximamente, ya en febrero, empezaremos con teatro dentro de las salas. Por supuesto, con todos los protocolos y medidas de distancia y de higiene. Pero ya es necesario que los veamos.
P. Ha hecho mucho hincapié en la idea de la postpandemia ¿Cómo va a ser la vuelta a la normalidad?
R. No se puede volver a abrir pensando en que volveremos a la normalidad. Hemos tenido y tenemos una pandemia que implica una conversación global. En todo el mundo y por primera vez en nuestras vidas estamos teniendo la misma conversación en tiempo real. Queremos recoger los testimonios a través de todos los campos del arte y de la cultura sobre las nuevas formas de organización, de trabajo, de relación, la visibilización de otros tipos de violencia, como la violencia intrafamiliar. ¿Quién está escribiendo la historia de la pandemia? La UNAM ya pidió a autores en lengua española de todas partes del mundo que escribieran el diario de la pandemia que se publicó como libro. Pero este diario solamente ha registrado los primeros meses del 2020.
P. ¿En qué formatos se va desplegar todo ese trabajo?
R. Hay registros de toda índole, en danza, en teatro, en literatura, en cine. Va a ser algo multiplataforma. Se está construyendo. Los artistas están trabajando en eso porque les afecta tanto desde el lado económico hasta el replanteamiento de su quehacer. Por un lado va a quedar plasmado en los espectáculos, actos u acciones que vamos a llevar a cabo, pero también en manera de texto, en antologías y compilaciones. El trabajo de los jóvenes es muy importante. Son un termómetro fundamental. En la universidad tenemos un consejo de jóvenes. Tenemos revistas como Punto de partida, que es una revista para jóvenes, donde es importante que quede esto a manera de crónicas.
P. El otro “post” en el que ha insistido mucho es el postpatriarcado.
R. Sé que la palabra patriarcado va a hacer ruido y me gusta pegarle. Porque mi proyecto tiene que ver con la inclusión, con conciliar las distintas voces y hacerlas sonar como una voz. De ninguna manera con desmarcar. Esta es la tarea de la academia: vincular desde la discusión. Con postpatriarcado quiero decir que estamos pensando obviamente en productos también llevados a cabo por hombres. Es una discusión que nos abarca a todos. El machismo es una cultura normalizada, milenaria, que nos invita a todos a reflexionar cómo llegamos al futuro, por qué vivimos un mundo con una violencia tan atroz, no solo hacia las mujeres, hacia todos. ¿De qué manera podemos pensar?
P. ¿Cómo se va a implementar esa perspectiva feminista?
R. La inclusión de la diversidad va a estar en todos los campos. Van a ser muy importantes los foros de discusión, los talleres y los festivales comunales sobre temas que son más sensibles o delicados, como por ejemplo el famoso lenguaje inclusivo o incluyente. Creo que la universidad es el lugar donde se tiene que discutir esto para saber si nos ayuda a pensar.
P. ¿No tiene miedo a desgastarse en las llamadas guerras culturales?
R. Soy universitaria y académica. Tengo muchos años de serlo y mi arena natural es la reflexión y la discusión. No tengo un pensamiento ajeno a lo que ocurre. Me interesa registrar los cambios históricos y este, ya sea que resulte al final producto de la efervescencia del momento o que se quede en el lenguaje, es algo que me interesa considerar. Además, pertenezco a la Academia de la Lengua y el lenguaje es un organismo vivo. Lo que hacemos allí, nuestro objeto, es observarlo, registrarlo, no controlarlo. Eso sería tener un pensamiento conservador, ajeno a la universidad. Si sé que va a haber muchas posturas que están prestas a atacar todo lo que de alguna manera desestabilice sus conocimientos, sus privilegios, una forma de definirse identitaria frente a la que están acostumbrados. Yo quiero mover un poco el tapete y pensar fuera de la caja. La universidad es el lugar perfecto, sin imponer ninguna visión.
P. ¿Con Rosa Beltrán el brazo cultural de la UNAM va a ser más político que con Jorge Volpi?
R. La cultura es un campo que abarca todos los saberes. Desde luego que va a tener que jugar un papel la política y la economía en el momento histórico que estamos viviendo. Esto es lo que yo creo que va a definir estos años de la gestión. Es un momento delicado, difícil, doloroso. La universidad debe encontrar formas creativas para abrir otros caminos que parece que se cerraron en estos años anteriores. No solo en México, en todo el mundo.
P. Durante de los meses más duros de la pandemia en 2020, la UNAM publicó un programa de recate público para la cultura ante la inacción del Gobierno. ¿Lo comparte?
R. Los programas que estoy elaborando y que presentaré en mi proyecto están hechos con base en esa estadística sobre el estado actual de la cultura y la situación de nuestros actores culturales. Yo participé de la gestión anterior del doctor Volpe y fui parte de eso. En este sentido, estamos trabajado en un festival importante que se llevará a cabo la segunda parte de este año y que está destinado a dirigirse a este rescate y este cuestionamiento.
P. También quiere sacar la universidad fuera de la universidad.
R. Creo que hay un desconocimiento grande de lo que se hace en la universidad. Uno de mis intereses es llevarlo no solamente a los estudiantes universitarios, sino a preparatorias, escuelas de arte. Y hay otro programa que me interesa mucho llevar a cabo. Ya se inició pero lo quiero extender. Se llama Puntos Cultura UNAM y consiste en que cualquier universitario, por el hecho de serlo, tiene al inicio 500 puntos virtuales para poder gastarlos en lo que quiera, es decir, conciertos, obras de teatro gratuitas, danza, comprar libros y su compromiso es que retribuye con una reseña de aquello que presenció o aquellos libros que leyó. Yo quiero extender este programa también al ámbito académico, es decir, a los docentes, a los investigadores, a los académicos.