- El joven de 30 años, apodado El Gigante de Acultzingo, se hizo conocido por su imponente estatura de 2.60 metros. Sin embargo, su altura le trajo problemas de salud que terminaron con su vida
Por Ángel Cortés Romero // lasillarota.com.mx
El rostro de José Miguel Romero es el de un témpano. El traqueteo de su camioneta lo conduce por un camino de terracería en el que traslada el ataúd de su hijo José Mauro en su último viaje al corazón de Acultzingo, en Veracruz.
La comunidad de Pinotla, enclavada entre las Altas Montañas de Veracruz, es todo silencio. Por el camino de piedra y grava que conduce al centro del municipio sólo se escuchan ladridos de perros, motores de mototaxis y, repentinamente, el canto de los pichos.
Pinotla, un pueblo de 194 habitantes que sobreviven de la siembra de maíz y frijol, a veces de la albañilería, volvió a ser noticia el pasado martes 9 de agosto debido al fallecimiento del más alto de esa comunidad y posiblemente de los más altos en el país: José Mauro Romero Hernández, conocido como El Gigante de Acultzingo.
Sobre la cama de José Mauro hay un vaso de agua y una concha, su pan de favorito. Allí dormía el joven de 2.60 metros con los pies de fuera, casi sentado, con una almohada sobre la pared, en el mismo cuarto de sus padres, José Miguel y Julia.
Por dos noches seguidas, la habitación de cuatro por cinco metros, se convirtió en una sala de velación. Allí permaneció el cadáver envuelto en sábanas de José Mauro, sobre un colchón de 190 centímetros que él mismo consiguió mediante un trueque por un cerdo de su hermana Alejandrina.