Las crónicas de 1959 dan cuenta de un partido legendario entre los Petroleros de Poza Rica y el Santos de Brasil que era la base de la selección carioca que había ganado el Mundial en 1958
Poza Rica, Veracruz, se jacta de ser una ciudad corta en historia pero con momentos de lujo en eventos como lo ocurrido en 1959 en el Parque Merino, cuando apareció un cartel anunciando para el sábado 7 de Febrero se realizaría un partido histórico de futbol, algunos cronistas los califican como “fantasma” porque nunca apareció en los récords de ese deporte o del algún club, realizado entre los Petroleros de Poza Rica y el Santos de Brasil que en su alineación contaba con un joven llamado Pelé.
Las crónicas de la época señalan que entre enero y febrero de 1959, el Santos realizó una gira presentándose en Perú, Ecuador, Costa Rica, Guatemala y México. Los cariocas venían precedidos de una fama inconmensurable. Eran ídolos en Latinoamérica y eran la base de la Selección de Brasil que ganó la Copa del Mundo en Suecia en 1958.
El encuentro se amarró gracias la directiva de los Petroleros que contactó a los organizadores del pentagonal que se celebró en el estadio de la Ciudad Universitaria en la Ciudad de México con la participación de los equipos Santos, UDA Dukla (de Praga), Guadalajara, América y León.
“Juego a beneficio de la candidata a Reina del Petróleo, un partido programado bajo un lleno absoluto de las gradas, habitantes de la región llegaron a la ciudad a disfrutar esta noche una noche que fue del astro, Pelé con sencillez y humildad compartió dentro y fuera del campo”, recuerda el sitio de Facebook Proyecto 21.
El equipo de Poza Rica apenas había debutado en la Liga de Segunda División profesional. Su entrenador era Ángel “El Griego” quien reclutó a jugadores de talla internacional, como: Alfonso “El Pescado” Portugal, el capitán Armando de Paredes Valle, Armando “El Pichicuas” Garrido Pérez, José “Pepín” González, Zacarías Martínez, Carlos Calderón de la Barca Perea, Héctor Segura Ramírez, Crescencio Vázquez Esperanza, Cruz “El Chato” Marín Illescas, Arsenio y Mario Aparicio, Mónico “Faroles” Rueda y Juan Bosco Martínez “El Marshall” .
Leonardo Zaleta, cronista de Poza Rica, recuerda detalles de aquel día: “En unas Pick-up, los cariocas recorrieron el centro de la ciudad. Más tarde, la reina de las fiestas, Regina Casados, derrochando hermosura y simpatía, entregó un enorme ramo de flores al ídolo mundial Edson Arantes do Nascimento. Subieron al auditorio del palacio municipal donde el Francisco Alarcón Solís, síndico del ayuntamiento y presidente municipal entregó al negrito cañonero la llave de la ciudad y declaró a los cariocas “ciudadanos distinguidos”, ante un público entusiasmado”.
Esa noche, por una puerta ubicada por el center field del parque Merino, llenó con 10 mil espectadores, el equipo Santos entró al empastado portando la bandera de México a la usanza olímpica. Porras, matracas, juegos pirotécnicos. La ovación fue estruendosa para recibir al rey Pelé y sus compañeros: Garrincha, Didí, Vavá, Zagalo, y otras estrellas, alumbrados por las luminarias a más no poder y la fanaticada delirante.
Algunos cronistas deportivos señalaron este encuentro como “el partido fantasma”, pues no figura en el récord del Equipo Santos, ni en ninguna estadística oficial. Hay quien afirma que tanto los blancos como los rojos fueron reforzados por jugadores locales. Y siguen las versiones hasta adquirir rango de leyenda o pleito cantinero.
El periodista y cronista, Rivelino Rueda, hijo del futbolista mexicano Mónico “El Faroles” Rueda, quien falleció en abril del 2021 a la edad de 87 años y quien jugó contra Pelé en aquel partido histórico en Poza Rica, escribió en Reversos:
“El Faroles” se detuvo a rememorar aquel partido de futbol que jugó junto a Pelé, en el Parque Jaime J. Merino, de Poza Rica, Veracruz, el 7 de febrero de 1959, en donde el marcador fue de cinco a cinco entre la escuadra del Santos (que literalmente era la selección de Brasil que ganó la Copa del Mundo en Suecia 1958), y en donde al final del encuentro el director técnico del conjunto carioca preguntó que cómo se llamaba ese “chaparrito”, refiriéndose a “El Faroles” con el número ocho en su espalda.
El nombre de “Mónico” fue una herencia de su abuelo. Un hombre serio, fuerte, sobrio, curtido en el México de la Revolución Mexicana. Obrero de la Cervecería Moctezuma. De pocas palabras y actos concretos. ¿El Rafael como de dónde? Nadie sabe explicarlo.
Pero ese “Rafael” desapareció de los anales de la historia en 1957, cuando “El Faroles” fue llamado a integrar la Selección Juvenil Mexicana de Futbol para ir a disputar un amistoso contra Cuba, en la época de la dictadura de Fulgencio Batista. En la etapa en la que “La Mayor de las Antillas” era un hervidero político por los “barbudos” que luchaban una guerra de guerrillas en la Sierra Maestra, en la Sierra del Escambray, y en las zonas urbanas.
Así fue como Pelé, con sólo 19 años de edad, pero ya con título mundial, llegó a jugar aquel partido en Poza Rica. Fotografías de la época dan cuenta del convivió posterior al partido donde “El Rey” convivió con los jugadores mexicanos de los Petroleros de Poza Rica, entre los que se encontraban Mónico “El Faroles” Rueda, Alfonso “El Pescado” Portugal y José “Pepín” González, entre otros.