Por: Joaquín C. Bretel
5 LIBROS PARA ENTENDER CÓMO HEMOS LLEGADO A UN PUNTO DE QUIEBRE
A continuación presentamos cinco textos altamente valiosos para ayudarnos a entender las condiciones actuales del mundo. Especialmente para entender un mundo que se encuentra sumido en una crisis ecológica, una crisis de salud mental y, sobre todo, una crisis de sentido. No se trata de una lista exhaustiva ni mucho menos (tal cosa sería imposible), sino de una posible interpretación de la modernidad definida por la tecnología, el nihilismo y el capitalismo (tres elementos que son, en muchos sentidos, indisociables).
Team Human (2019), Douglas Rushkoff
Douglas Rushkoff es el heredero de Marshall McLuhan, quien fuera el más grande teórico de medios del siglo XX. Team Human es el último libro de Rushkoff y en él hace una suma de su visión de la tecnología y la economía digital. La tesis de Rushkoff es que la forma en la que estamos programando nuestra economía y nuestras plataformas digitales está dejando de lado la parte humana y la parte consciente de la vida. Existe, según Rushkoff, “una agenda antihumana en la tecnología”, que no se trata de una conspiración sino simplemente del extremo de alienación al que hemos llegado al apostar únicamente por el capitalismo y las ideas de crecimiento infinito y self-improvement, dejando de lado la importancia de las comunidades y el contacto humano no mediatizado.
Rushkoff sugiere que el capitalismo extractivo, combinado con la cada vez más poderosa tecnología digital, ha creado un ambiente tóxico similar a una droga. Las redes sociales y los grandes sitios de Internet monetizan el tiempo que pasamos en línea y explotan emociones como el enojo, la ansiedad y el miedo, pues estas emociones son de alta estimulación y ello hace que demos más clics y pasemos más tiempo en línea. La divisa de la que se alimentan la economía y el Big Data es nuestro recurso más precioso: la atención humana. En la medida en la que menos ponemos atención y más confiamos en los algoritmos, más mecánica se vuelve nuestra existencia y menos poder tenemos como individuos -pues nuestro poder yace justamente en la capacidad de elegir a qué le ponemos atención y de construir comunidades-. Los algoritmos no toman en cuenta valores o ideales humanos como la compasión y el contacto social. Rushkoff señala que si no empezamos a “jugar para el equipo de los humanos”, nos acabaremos convirtiendo simplemente en “recursos humanos”, en más material de extracción para los algoritmos y los robots. Y recalca que es esencial despertar a que lo que nos hace felices y auténticamente plenos no es tener cosas o apilar más datos, sino la conexión humana. Eso que, como se decía antes, significa tener alma. McLuhan famosamente observó que los nuevos medios de comunicación amplifican ciertas facultades, pero no nos damos cuenta de que también suelen amputar otras. Rushkoff ha sugerido que lo que la tecnología digital está amputando es nuestra alma o nuestro espíritu humano. Aunque esta parece ser una opinión radical y polémica, Rushkoff arma un caso convincente basado en décadas de observación en primera línea de los cambios que ha sufrido Internet.
Además de este libro (que todavía no ha sido traducido al español), Rushkoff conduce un podcast del mismo nombre en el que reúne a diversos intelectuales, activistas y demás para formar comunidades que trasciendan el espacio digital.
La pregunta por la técnica (1954), Martin Heidegger
Heidegger publicó este texto en 1954 bajo el título original de Die Frage nach der Technik y sigue siendo probablemente el texto que más profundamente ha reflexionado sobre lo que significa la técnica y las consecuencias que tiene el modo en el que nos relacionamos con ella. Debido a que el mundo actual es antes que otra cosa un mundo tecnológico, este texto, que se pregunta por la esencia de la técnica, aunque complejo, es altamente revelador.
Una de las ideas esenciales de Heidegger es que la técnica nunca es neutral, algo que va en contra de la creencia actual pero que también fue enfatizado por la noción de Mcluhan de que “el medio es el mensaje”, o, en otras palabras, el medio o la forma son por lo menos tan importantes como el contenido. Heidegger va más allá y sugiere que la técnica nos “enmarca” en un modo de existencia particular, un modo de relacionarnos con la naturaleza basado solamente en el cálculo y en la voluntad de poder. Un ejemplo podría ser el del hombre que ve un árbol. En vez de ver el árbol en su esencia, este hombre moderno paradigmático ve el árbol como un recurso (madera) o como un obstáculo para su proyecto, o simplemente como dinero. Nosotros mismos y nuestras relaciones, sugiere Heidegger, nos construimos como medios o instrumentos para un fin.
Heidegger no cree que debamos abandonar la técnica, lo cual es algo imposible e indeseable, sino que debemos regresar a su esencia. Debemos recuperar un modo originario de relacionarnos con la materia y con la producción mucho más cercano a lo que es la poesía, en la que los objetos -y los seres mismos- no existan únicamente como cosas que están a nuestra merced para ser explotadas y para que podamos conseguir nuestros objetivos utilitarios. Por el contrario, lo subjetivo y lo objetivo existían como una continuidad viva, precartesiana, antes de que se instaurara la escisión entre la mente y la materia. Heidegger sugiere que el modo instrumental o utilitario de relacionarse con las cosas no sólo es la causa de lo que hoy llamaríamos el “problema ecológico” sino también de que el Ser mismo no se revele. Así, la técnica nos aleja de la aletheia, la palabra griega que significa “verdad” pero, más literalmente, “desocultamiento” o “revelación”.
La actualidad innombrable (2018), Roberto Calasso
Este es el texto en el que Calasso aborda el tema de la modernidad secular y el proceso de confusión, ansiedad e inconsistencia que ha caracterizado al ser humano desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente. Publicado en 2014 en italiano y por Anagrama en español en 2018, La actualidad innombrable es parte de la obra única en múltiples tomos en la que Calasso indaga las fuerzas subterráneas que definen a la modernidad. Una de sus ideas principales es que lo sagrado nunca puede ser abolido y, por el contrario, como Freud creía de los procesos reprimidos de la mente, siempre regresa, y a veces con venganza. El proceso de secularización es, en cierta medida, imposible; lo sagrado sólo se desplaza y se vuelve más violento y fuera de control, precisamente porque ya no es nombrado ni reconocido. Así, por ejemplo, el terrorismo o las enfermedades mentales que predominan en nuestra era (recordando la frase de Jung de que lo que antes eran dioses ahora son patologías) son formas de este desplazamiento.
El hombre es, como notó Schopenhauer, un “animal metafísico” o, según Wittgenstein, “un animal ceremonial”. Necesita ceremonias, rituales, metafísica, dioses, realidades invisibles que le den sentido. Y, cuando esto ha sido negado por la sociedad, la sociedad misma se convierte en un cuerpo teológico, en un objeto de culto, una abstracción metafísica. El sacrificio se reemplaza por los procedimientos y los experimentos científicos; el éxtasis y las iniciaciones por los eventos de masas, el futbol, la televisión, etc., de tal manera que se llega al extremo de la literalidad, pues Durkheim ya había anunciado que “lo religioso es lo social”.
El ser humano cree que se ha liberado de la teología y la superstición, pero las ciencias y las ideologías y causas políticas siguen siendo movidas por dogmas y fanatismos, propios de lo que se asocia con la religión. El hombre laico, aunque supuestamente no tiene “creencias”, defiende religiosamente sus principios, sus derechos, sus causas. Las potencias occidentales bombardean países y destruyen civilizaciones milenarias para “liberarlas” de tiranos supuestamente defendiendo la “democracia”. Calasso sostiene que, de hecho, la secularidad puede entenderse como una “teología agnóstica basada en el nihilismo”. El nihilismo es la idea que subyace a todas las otras ideologías. “Nada es verdad; todo está permitido”, había dicho Hassan-i Sabbah, el padre remoto de los terroristas islámicos. Para el hombre moderno nada es verdad, pero esto no se convierte en la libertad de todo está permitido, pues se aferra a la sombra del dios muerto.
El cierre de la mente moderna (1987), Allan Bloom
La controversial obra de Allan Bloom, The Closing of the American Mind: How Higher Education Has Failed Democracy and Impoverished the Souls of Today’s Students es la obra que en muchos sentidos anticipó una sociedad en la que podría ocurrir que una persona como Donald Trump fuera presidente o que surgiera, gracias a las redes sociales, lo que Umberto Eco llamó “la invasión de los necios” o que entráramos a lo que se ha llamado la “era de la posverdad”. La obra, traducida al español como El cierre de la mente moderna (Plaza & Janés, 1989) fue paradójicamente un bestseller en 1988, pues se trataba de un texto de gran profundidad y con muchas referencias cultas escrito por Bloom, profesor de filosofía y ciencias políticas de la Universidad de Chicago y conocido por su traducción de La república de Platón.
Bloom argumenta que la apertura y el relativismo cultural que en los años ochenta ya predominaban en las universidades tenían una veta de nihilismo. Era un “nihilismo estadounidense” en el que se cultivaba una forma de rebeldía, autoexpresión e identificación con causas políticas, bajo la creencia de que se estaba haciendo un ejercicio de autonomía, pero que en el fondo obedecía a la persuasión de la sociedad consumista y la explotación hedonista. Detrás del relativismo cultural que defendía que todos los puntos de vista son igualmente válidos (porque no existe ninguna verdad absoluta) se oculta, según Bloom, una falta de pensamiento crítico y decisión moral. En la tendencia cada vez más pronunciada de las universidades a abandonar el pensamiento clásico, platónico y cristiano (pero en general las humanidades), se colaba una pérdida de memoria histórica y de cultura en general. Se dejaba de creer en que la razón y el pensamiento crítico eran esenciales para crear una buena vida. La “buena vida” que tenía que ver con valores como la verdad, la belleza, el bien y principios éticos encontrados en la filosofía y en la literatura clásica, era redefinida por los Rolling Stones, Jane Fonda y Bill Gates, entre otros. La falta de tradiciones y raíces intelectuales hacía que los jóvenes se engancharán más fácilmente en movimientos, causas o ideologías sin ninguna dimensión profunda y auténticamente espiritual. Así se gestó una versión estadounidense del nihilismo, un nihilismo que el mismo Nietzsche había vaticinado, relacionándolo en Así habló Zaratustra con el último hombre o aquellos que “inventaron la felicidad”.
La sociedad del cansancio (2010), Byung-Chul Han
Byung-Chul Han, filósofo coreano fincado en Alemania, es sin duda uno de los pensadores contemporáneos más relevantes. Se podría elegir algún otro de sus libros, pero quizá el más emblemático y en el cual yacen muchas de sus tesis más importantes es La sociedad del cansancio. Han sostiene que la sociedad moderna es un caldo de cultivo de patologías como la neurosis, la depresión, la hiperactividad, la pérdida de la atención y el cansancio. Pero lo esencial es que esto no se produce por negatividad, sino por exceso de positividad. Positividad entendida como un ir hacia adelante, siempre querer más, buscar mejorarse, seguir produciendo y conquistando el éxito. De esta manera el individuo no logra relajarse (ni jugar) y se convierte en su propio tirano, autoexplotándose hasta el borde del colapso. El ser humano moderno es, a la vez, amo y esclavo. Se liberó supuestamente de las grandes narrativas y sistemas opresivos, sólo para ejercer una rienda más fuerte y constante sobre sí mismo.
El texto, publicado en español por la editorial Herder, sugiere que nos encontramos en un punto de quiebre justamente por esta excesiva presión a la que nos sometemos dentro del sistema capitalista neoliberal, donde todo tiene que crecer y superarse. Han luego desarrollaría una idea que ya se encuentra en ciernes aquí: la noción de que este cansancio o esta autoexplotación nos impiden acceder al juego y al rito, que no sólo sirven como tónicos contra estas enfermedades sino que nos brindan sentido existencial y nos dan acceso a la creatividad y a la belleza.