5 poemas de Pájaro de tormenta, de Vanesa Pérez-Sauquillo

En su poemario Bajo la lluvia equivocadaVanessa Pérez-Sauquillo cerraba el libro con un verso: “… mucho ha llovido desde entonces, pájaro de tormenta”. Y ahora la editorial Hiperión reúne sus primeros cinco libros (Estrellas por la alfombraVocación de rabiaInvención de gatoBajo la lluvia equivocada y El dado azul) en un único volumen que precisamente recibe como título aquel apelativo: Pájaro de tormenta.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Pájaro de tormenta (El ciclo de la rabia, 2001-2007), de Vanesa Pérez-Sauquillo.

***

Esta mañana supe
mi extraña rendición a tus palabras,
mi irrevocable voluntad de náufrago
de sílabas,
de filóloga ahorcada en complementos
directos o indirectos
pero tuyos.

Esta mañana supe
que me visto en tus verbos,
desayuno tu nombre
y me quedo perdida, como tonta,
si me encuentro algún «no»
camino de la tarde,
camino de la noche.

Esta mañana supe
que muy frecuentemente
me vuelvo monosílabo
de sombra
agarrado al tobillo de tus frases,
que muy frecuentemente
quisiera ser prendida en tu nevera
como «nota importante».

Esta mañana comprendí, aturdida.
Esta mañana supe, por fin vi
que me confundo en viento
cuando gritas mi nombre
y que basta un susurro,
un susurro de nada,
para dormirme en ti.

***

escucho los ladridos, distintamente,
pero nada sé de ese perro que arde
ni del dibujo de su huella por la tierra abrasada.

Reconozco a los que lo han mirado
frente a frente. Escucho sus historias.
He pasado varias veces la mano
ante sus ojos blancos desde entonces
y he sentido una llama calentarme los dedos.

Pero yo solo escucho los ladridos.
Incluso cuando salen de mi boca.

Nada sé de poesía.

***

un gato está velando nuestra época.
Vela en la oscuridad, en el silencio
aunque a lo lejos alguien cante o llore,
el odio, el odio y la tristeza
por la alfombra.
Su cabeza se mueve imperceptiblemente,
de izquierda a derecha,
de derecha a izquierda,
con los ojos borrachos de tan fijos,
ojos acuchillados,
aliento pesticida
y una oreja volada por la pólvora.
La radio suena y vela,
vela este gato
absorto y afilado
por lo que no velamos los demás.

Cuida la mala sangre.
Se la bebe.

***

quisiera ser exacta
hay días en que quisiera,
ciertos días,
ser exacta
como el reloj de la estación,
quisiera, como la prisa, exacta,
del viajero
que no soy yo, quisiera, hay días
exactos, en que quisiera, exacta
como el reloj de la estación,
quisiera no esperarte, ser
inútilmente, quisiera en que quisiera
no estar desesperada, ser, días,
ciertos días
mirando ese reloj
que con exactitud quisiera
aunque no sabe
dónde estás, dónde está
inexcusable mi razón
y en qué estación perdida
días
quisiera
ser
de qué pueblo o ciudad que yo no alcanzo,
cumplido ya el trayecto,
tu reloj habrá dado las nueve
y tú cierras un libro
como el que deposita
un bisturí.

***

Faro.
Pat Goesby ante el espejo del hotel,
espejo hexagonal:
un cuerpo duerme en otro cuerpo
que sueña en otro cuerpo
que imagina otro cuerpo
que vela en otro cuerpo
que recrea la presencia de otro cuerpo.
Con los años
Pat Goesby se iba volviendo luz
o iba perdiendo vista.

En Faro, espejo hexagonal,
Pat Goesby se odió a sí mismo,
y el odio le condujo al amor,
y este le zarandeó hacia otros sentimientos:
deseo, lástima, rabia, ternura, devoción
y hasta amistad consigo mismo,
para acabar haciéndose las paces
y echándose a dormir sobre el espejo,
donde la luz se fue volviendo imagen
y la imagen seis sueños distintos.

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Autora: Vanesa Pérez-Sauquillo. TítuloPájaro de tormentaEditorial: Hiperión. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

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