Por Luis A. Chávez
“Hasta no ver no creer”, dijo El Apóstol Santo Tomás y, en el famoso buscador de Google, se narra precisamente lo siguiente: El Evangelio de San Juan narra la incredulidad de Santo Tomás ante las palabras de los discípulos que decían: “Hemos visto al Señor”, a lo que contestó: “Si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré”. Así, al paso de los meses en la zona sur del estado de Veracruz ha ido creciendo una enorme bola de nieve –en pleno Trópico- que cuesta abajo, ha generado, lógicamente, toda clase de descontento: Patadas, reclamos airados, insultos y, Dios no lo quiera, no pase a mayores.
Se trata de la retribución a un Seguro de vida que, hace ya muchos años, se les obligó a los trabajadores petroleros; se interpuso la demanda y, se comenzó a hablar de una resolución, un laudo a favor.
Pero he aquí que las consultas a los abogados con disciplina o especialidad estrictamente Laboral, así como las visitas a bancos de referencia, no arrojan a fecha de hoy, resultados fidedignos teniendo muy en cuenta que la discreción debe ser absoluta dada la delincuencia que, por tres mil pesos, son capaces de todo.
Las preguntas, interrogantes diarias, acerca de la prolongación de la esperada respuesta no llega muy a pesar de que, se menciona, “ya se está pagando”.
Algunos Medios de Comunicación, ante las profusas quejas sobre este asunto tan tardado, han pormenorizado al respecto (nos han llevado al baile también, tildándonos de palero y otros epítetos) y hemos pensado cambiar los números de nuestro teléfono celular por las llamadas que como reguero de pólvora se dan a mi persona por parte de supuestos trabajadores, llamadas que son, de verdad, muy recurrentes. No tenemos datos para darles ni tenemos por qué tenerlos; es cierto que fuimos trabajadores petroleros, y en lo personal confiamos que de un momento a otro se van a comenzar a dar ya las respuestas positivas que todos están esperando.
Así se encuentra entonces el ya muy caldeado ánimo. En el mismo sentido Francisco de Sales, santo francés del siglo XVII, patrón de los periodistas, dijo: “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.
(A mis queridos amigos periodistas de hace muchos años, les pido, por favor, su comprensión al respecto ¡Un abrazo!)