Venden a una perdedora que en 37 años no ha ganado un elección, salvo una interna del tricolor, según su historial, y que se trepa en listas plurinominales para succionar el erario y mantenerse como una de las santonas del PRI.
Los priistas —no todos, algunos son sensatos— venden al PRI como si esa marca no trajera a la mente tantos agravios, abuso y corrupción, la Estafa Maestra, la Casa Blanca de Peña Nieto, a Javier Duarte y su robo descomunal a Veracruz.
O como si aquí y allá no supieran de César Duarte y el latrocinio en Chihuahua, y de Borge en Quintana Roo, poniendo los terrenos del gobierno a nombre de su mamá, y de Andrés Granier y las millonarias cuentas bancarias de su hija, en Tabasco, y de los Murat en Oaxaca, y de Alito en Campeche, y del Gober Precioso —y pederasta— en Puebla, y de Fayad en Hidalgo, y de Del Mazo en Estado de México.
Y, así, todavía se les ocurre vender a Beatriz Paredes como la octava maravilla del reino animal, sabiendo que no conecta con los ciudadanos de a pie, los que marcharon por la democracia, por la defensa del INE, por la autonomía del INAI y porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación no deje de ser el último baluarte contra los delirios del primer porro de la nación.
Beatriz Paredes tiene marca perdedora. La última vez que ganó una elección constitucional fue hace 37 años, en 1986, cuando se convirtió en gobernadora de Tlaxcala.
Antes había tenido días de gloria. Fue diputada local en Tlaxcala, en 1977, y diputada federal en 1979, lo que la llevó a presidir la Cámara y responder el informe presidencial de José López Portillo, brillante por cierto en la forma en que improvisó.
Tras pasar por los gobiernos de López Portillo y Miguel de la Madrid, volvió a la Cámara de Diputados en 1985. Y un año después ganó la gubernatura de Tlaxcala.
Con Carlos Salinas de Gortari fue funcionaria, embajadora en Cuba, subsecretaria de Desarrollo Político en Gobernación y directora de Atención a Pueblos Indígenas a raíz de levantamiento armado zapatista.
Lo demás fueron derrotas y más derrotas, una diputación pluri, otra senaduría por Lista Nacional y una senaduría más, la actual, también por representación proporcional.
Se necesita no tener nariz, ni olfato, ni sentido común, para no percibir el rechazo popular.
En las internas del PRI apenas si gana. En 2002 contendió por la presidencia del PRI, en fórmula con Javier Guerrero García pero fue derrotada por la dupla Roberto Madrazo-Elba Esther Gordillo. En 2012, venció en la interna a Enrique Jackson.
El problema es que los priístas no atinan a descifrar si Beatriz Paredes es terca o si es una masoquista empedernida.
Dos episodios retratan su realidad.
Beatriz perdió en la elección para jefe de Gobierno de la Ciudad de México contra Marcelo Ebrard en 2006. Lo peor no fue perder sino quedar en tercer lugar. Demetrio Sodi de la Tijera, del PAN, la superó.
Volvió a morder el polvo en 2012. Contendió por la capital del país y esta vez la derrota ante Miguel Mancera, de la coalición PRD-PT-MC, fue letal. Quedó en segundo lugar pero Mancera le propinó un vergonzoso 2 a 1.
Para 2018 mejor no le entró. Apeló a su vocación: una senaduría plurinominal.
Navegaba en la mar boba en el Senado, disfrutando su beca, tirando discursos célebres porque en eso nadie la puede superar, apoyando y luego mordiéndole la mano a su líder de fracción, Miguel Ángel Osorio Chong, y de pronto se halló con que era lo mejor —lo menos peor, supuestamente— que el PRI tiene para arrebatar la candidatura presidencial de la oposición.
Doña Derrota se emocionó. Doña Derrota olvidó los descalabros. Doña Derrota coronaría 50 años de militancia en el partido que construyó y destruyó a México.
Peinen a Beatriz. Fórrenla con el huipil. Pónganla al tiro. Denle el micrófono y que suelte todo aquello que ha de sacudir a México. Aunque sea verbo y patraña, mentecatas mentiras pero que se ponga a hablar.
Y Beatriz, que ya comienza a cascabelear, ha dado muestras que a menudo se le cruzan los cables.
Eso, por ejemplo, de afirmar que Brasil y México fueron los dos países de América con mayor número de víctimas de Covid 19, es una soberana burrada. ¿Dónde quedó Estados Unidos, que concentró el mayor número de contagios y muerte?
O como la corrige el doctor Francisco Moreno, el dengue no reapareció, como expresó Paredes en el Foro Sobre Salud del Frente Amplio, sino que nunca ha desaparecido.
“La salud es un tema prioritario —dice el galeno—. Se requiere de conocimiento de la situación en el país. Con frases no se resuelven los problemas”.
Beatriz Paredes domina el arte de la demagogia. Su discurso es claro, potente, conciso, directo. Pero es rollo.
Y con 50 años de priista, 70 años de edad, ni cómo hacerle para conectar con los jóvenes, ni con los no tan jóvenes, ni con los adultos, ni con las damas, ni con los varones. Es más, ni con los priistas.
El problema es ella y el PRI. Es ella por llevar el sello echeverrista y salinista, y es el PRI porque esa marca ya no vende, ya no interesa, ya no puede engañar.
Donde hay PRI —sépanlo los priistas—, el pueblo se esfuma, se abstiene, se aleja de las urnas y los lleva a la derrota.
Once gubernaturas perdidas de 2019 a la fecha, no les estremecen. Y cuando ganan —Coahuila y Durango— es en coalición. Quién los viera. Requieren de las vejigas del PAN y PRD para flotar. El PRI pasó de estar moribundo a tener muerte cerebral.
Once gubernaturas perdidas y todavía se les ocurre postular a Doña Derrota para enfrentar a una figura fresca, surgida de abajo, de la pobreza, de la marginación, como Xóchitl Gálvez, que también acumula derrotas pero no tantas, y que es senadora también por la vía plurinominal.
Betty Derrotas no va para presidenta de México. Su misión es descarrilar a Xóchitl. Su objetivo es destroncar al Frente Amplio y allanarle el camino a Morena. El fin es que López Obrador consume el maximato. Y, en consecuencia, PRI será recompensado.
Sólo que a Xóchitl la respaldan los ciudadanos de a pie, los que marchan en pro de la democracia, los que defendieron al INE no obradorista, la autonomía del INAI y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que siga siendo el que frustre las locuras del primer porro de la nación.
Sin los votos de los que siguen a Xóchitl Gálvez, el Frente está perdido.
Sin los votos del pueblo, Doña Derrota va a perder.
Archivo muerto
Llega Nahle a Veracruz y Juan Javier Gómez Cazarín arma un show. “Me quieren matar”, vocifera el esbirro de la secretaria de Energía. Y tira el dardo hacia la parcela de Eric Cisneros, el sátrapa secretario de Gobierno, el vicegobernador de Veracruz. “Tampoco puedo decir que es mi amigo; es un compañero de trabajo y tenemos, como todos, discrepancias políticas o laborales, pero siempre colaboramos de manera respetuosa”, “sí me da temor mi integridad; si pagan por publicidad negativa hacia mí, pues qué no pueden pagar por hacerme daño, es donde ponen en riesgo a la vida de alguien”, “yo no les hago nada, no me meto con nadie” y así el espectáculo de los enanos en el circo de la señora Rocio Nahle. La nena de Hueyapan casi moja el pañal. La puesta en escena es deplorable. Pisa suelo veracruzano la oriunda de Río Grande, Zacatecas, y comienza la función. Nahle, que es toda una nulidad construyendo la refinería de Dos Bocas y una pésima política —eso sí buena recaudadora—, anda extraviada. Perdió el control del grupo que la circunda. Se fotografía con la banda del gobernador Cuitláhuac García para hacer creer que está sólida.. Simula que la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz es suya, aunque ya no ve señales de Palacio Nacional. Sabe que si Cuitláhuac le da la espalda, Rocío Nahle no tiene con qué operar. Y Bola 8, alias Eric Cisneros, sigue en su pre-precampaña, no porque desaire al presidente Andrés Manuel López Obrador, que ya lo llamó al orden, conminándolo a bajarle a la autopromoción.
Pero Bola 8 no cede. Lo hace porque ese es el plan. Y si no cede es porque tiene línea de apretar. Deplorable show. Nahle no tiene liderazgo. No controla ni a Cisneros, ni a Cuitláhuac, ni a la banda en pleno. Está en las manos de su propia pandilla. Quiere ser gobernadora y los suyos la desoyen, la traicionan, la hacen venir a Veracruz. Y a Gómez Cazarín se le ocurre salir a llorar. Y todavía hay periodistas que les dan el sapo y se lo tienen que tragar… Pinche vampiro, se volvió loco. Apretujado por la secta, sintió los jalones en la camisa y soltó el codazo. No supo contra quién pero vació el instinto violento. Menudo codazo con la fuerza de un tipo que rebasa el 1.80 y es corpulento. Adán Augusto volvió a manotear. Reclamaba con palabras y con la mirada irascible. La destinataria del codazo de Adán Augusto López Hernández fue la diputada morenista Karla María Rabelo Estrada, que en el recorrido le aplicaba marcaje personal. Y así el mitin de Huimanguillo, en su natal Tabasco, ya hizo historia. ¿Arrepentido? No, si sólo sacó algo de lo porro cuatrero que lleva dentro. Ah, pero si la que jalara la camisa fuera Andrea Chávez la trataría como si él fuera Ken y ella, Barbie. O él Adán y ella Eva. Como ese día en el avión, comedido, cediéndole el asiento del centro y deslizando la palma de su manota sobre la espalda media —y algo baja— de la diputada federal. Y luego no quiere que se hable de un romance 70 y 20. Lo malo para él es que ahora fue un codazo y que lo captaron las cámaras y la imagen se viralizó en redes y así ya se sabe que el mandril con poder es un peligro para la nación… Greenpeace viene a potenciar la lucha por reubicar el basurero municipal en Villa Allende. Es el inicio de un desastre ambiental, incidencia de enfermedades, daños a la salud por tuberculosis, afecciones cardíacas, problemas digestivos, contaminación del manto freático y violación a la Ley Ambiental, y el gobierno no actúa.
Ni el alcalde Amado Cruz Malpica, ni el florero llamado Sergio Rodríguez Cortés, un ex perredista-duartista que encabeza la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente, se involucran. Peor, son cómplices por omisión. La organización Allende 213 documentó el caso, denunció y logró que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente iniciara diligencias. Profepa es la instancia federal y cuando deslinde responsabilidades Amado y Sergio Rodríguez estarán implicados en delito ambiental. Y eso es cárcel. Greenpeace, el poderoso organismo no gubernamental, ya lo tiene en su agenda; la prensa nacional también. Cuando Greenpeace se asiente en Coatzacoalcos y active la maquinaria, el escándalo será internacional. Se verán las montañas de basura, la contaminación de lagunas, los mantos freáticos alcanzados por los desechos que se filtran, los residuos en casas de colonias vecinas, como la Allende Unzaga, y una nueva ruta, a un costado del actual tiradero, abierta por el ayuntamiento morenista para verter basura y más basura. Greenpeace sabrá entonces que ahí, donde se erigen montañas de basura, es una reserva ecológica. Insólito, una reserva ecológica usada como basurero municipal… ¿De cuánto fue la utilidad de la Expo Feria Coatzacoalcos 2023? De nada. Fue, diría el alcalde Amado Cruz Malpica, sólo diversión. Fue, dirían los peritajes de tránsito, pérdida total. Pero una pérdida total descomunal. Ya se verá…