Redacción palabradeveracruzano.com.mx
Acayucan, Ver. – De las lunas, la de octubre es más hermosa, porque en ella se refleja la inquietud de las almas inmortales dotadas de alas acayuqueñas, fuertes, coloridas y volcadas sobre las calles de la llave del sureste.
La noche del viernes, víspera de los días abocados a todos los santos y la creación de altares para dialogar con los seres que nos dieron vida y aquellos y aquellas que nos obsequiaron su existencia para vestir nuestro propio paso por la tierra, Acayucan volcó su homenaje a los ausentes tan presentes.
Un desfile de catrinas, frente al palacio municipal rodeados de calacas tan bellas como alegres, iluminó la avenida Hidalgo y alrededores.
La sociedad civil junto con el Ayuntamiento adornó cuerpos y subió el volumen de la música en un carnaval de huesos y amor interminable por ellos, los que se adelantaron en el camino y aguardan por nosotros que no hemos nacido para el olvido.
Aquí nadie olvida, ha sido el mensaje acayuqueño bajo la luna del décimo mes que se marcha y abre la puerta al mes onceavo de panteones, tamales, rezos y abrazos para las almas a plenitud de una noche que nunca termina en el suelo jarocho y sotaventino de un Acayucan noble con los suyos, desde el recuerdo y desde el gozo por la vida y por la muerte que también respira.