José Luis Ortega Vidal // CLAROSCUROS
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Salvo alguna noticia de última hora -ojalá fuese positiva- Coatzacoalcos cierra enero con un saldo sumamente negativo en materia de seguridad.
El antiguo Puerto México y uno de los municipios clave en el megaproyecto del Corredor Interoceánico vivió ocho asesinatos dolosos, dos secuestros -uno de ellos con disparos por parte de policía abocados al rescate de la víctima- y una balacera entre grupos delincuenciales, nomas durante el primer mes del 2024.
El pasado ocho de diciembre, durante su segundo informe de gobierno, el alcalde Amado Cruz Malpica aseveró de cara a su pueblo:
“Lo que no vamos a hacer es postergar soluciones. Celebramos con aliento que ya hemos dejado atrás el punto de partida. Hoy, todavía no somos el Coatzacoalcos que aspiramos ser, pero definitivamente no somos ni vamos a regresar a ser el Coatzacoalcos que éramos en otros tiempos: sombrío e incluso siniestro”.
El mayor punto de referencia a ese Coatzacoalcos sombrío y siniestro -en mi opinión llegó a ser terrorífico- aludido por Amado Cruz Malpica, es la masacre del bar Caballo Blanco, ocurrido el 27 de agosto del 2019 con saldo de unas 31 víctimas mortales.
Víctor Manuel Carranza Rosaldo, un ingeniero jubilado de Pemex era alcalde en Coatzacoalcos bajo la bandera de MORENA.
Amado se cuidó de no emplear el lugar común de “los de antes”, “porque somos diferentes”, “no somos iguales”.
Y es que con él, con el abogado y ex diputado federal y local, MORENA ha cumplido seis años en el poder coatzacoalquense.
La masacre del bar Caballo Blanco se atribuyó al Cártel de Jalisco Nueva Generación, por disputas con un cártel rival.
¿El Estado -me refiero a los tres niveles de gobierno- ya superó las condiciones de empoderamiento del crimen organizado y la corrupción que involucró a cuerpos policiacos como parte del detonante del ataque donde parroquianos y empleados fueron quemados en vida?
De ser así, las palabras de Cruz Malpica en diciembre pasado resultan plausibles.
De no existir el cambio estructural -en materia de prevención del delito y aplicación de justicia; generación de inversión para crear empleos y su consecuente desarrollo social; fortalecimiento del andamiaje administrativo estatal a fin de evitar la corrupción; fortalecimiento político institucional con eficacia y fortaleza en el combate a los enemigos de la sociedad-…de no haber ocurrido esta lista de ajustes esenciales, Coatzacoalcos habrá sido testigo de una declaración de buenos deseos, un acto de buena fe y – también- un discurso demagógico de Cruz Malpica.
Los números de enero contradicen, por lo pronto, las palabras del alcalde de Coatzacoalcos.
Hoy por hoy la capital económica del sur; cuyo número de habitantes y papel esencial en la aportación veracruzana al Producto Interno Bruto nacional, sólo compite con la zona conurbada Veracruz-Boca del Río y Xalapa, padece un mes atroz y viene un febrero que ojalá se viva sin sangre y con buenas noticias.
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Y si Coatzacoalcos padece un panorama oscuro en materia de seguridad, al iniciar el 2024 el norte de la entidad veracruzana tiembla.
No son ganas de molestar, de parte del columnista.
Tampoco se trata de una visión pesimista impulsada por un reportero traumado incapaz de reconocer los aspectos positivos del quehacer gubernamental.
En materia económica, el país marcha bien.
Macro obras públicas federales, el nearshoring y un buen manejo del andamiaje financiero desde el Banco de México -respetado por el presidente Andrés Manuel López Obrador- condujeron el PIB 2023 a un 3.1 de crecimiento.
Ayer, el INEGI informó:
“El Producto Interno Bruto (PIB) creció un 3.1 por ciento en 2023, lo cual significa un incremento en la economía mexicana, anunció el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al presentar la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto Trimestral (EOPIB).
La cifra muestra un crecimiento superior a lo pronosticado en los Criterios Generales de Política Económica de 2023, que esperaban un incremento del 3 por ciento.” Tomado de: PIB de México crece 3.1% en 2023: Inegi – Contralínea (contralinea.com.mx)
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En contraste, frente a estos logros macroeconómicos los mexicanos vivimos en el quebranto social; un fracaso desde la perspectiva de la política de Estado en materia de seguridad.
En el caso específico de la entidad veracruzana, aún no tenemos la cifra exacta de personas asesinadas, desmembradas y cuyos cuerpos fueron abandonados el pasado fin de semana en el puente de Tuxpan, puerta de la huasteca.
En Coatzacoalcos fue detenida una banda de secuestradores entre cuyos integrantes se halla una mujer ex funcionaria en el Ayuntamiento de Acayucan.
En Cuitláhuac fue asesinado José Alejandro Naredo García, líder municipal del PRD.
Tenemos así una mezcla de asesinatos entre bandas delincuenciales, sí; pero también crímenes contra civiles, es decir ciudadanos inocentes; incremento del secuestro contra personas de la clase media, lo que implica una variante importante de la mafia al extender sus brazos infernales a todos los sectores sociales posibles, sin distinción de clases, niveles de ingresos, ni actividad laboral: hay municipios donde el cobro por derecho de piso o extorsión incluye a vendedores ambulantes de fritangas, miembros de la clase baja.
Los hechos aludidos en las últimas líneas han ocurrido durante días recientes.
En el caso del líder del PRD, existe una evidente conexión con lo que este autor ha denominado la democracia violenta; aludida desde el proceso electoral 2020-2021 y ligada al proceso electoral 2023-2024.
CONTINUARÁ…