- En lo público, a Juan Javier Gómez Cazarín se le describe como alguien amable, confiable y buena persona, pero en política cuando le pican la cresta se vuelve un león de melena larga
Por: Francisco Licona
En lo público, a Juan Javier Gómez Cazarín se le describe como alguien amable, confiable y buena persona, pero en política cuando le pican la cresta se vuelve un león de melena larga.
Sus amistades que le conocen de años presumen y de su amistad, lo catalogan como de esas personas que se quitan la camisa para ayudar a un amigo y aseguran que de chico no le hacía el feo a las trompadas. Gómez Cazarín es, sin duda, todo un paradigma de la nueva forma de hacer política en la Transformación, esa que llegó para quedarse y dejar obsoleto el Viejo Librito de la política que indicaba que el fondo es forma y que recetaba mil y un formas hasta de saludar a un colega. Ese Viejo Librito, con más reglas que el Manual de Carreño, todavía algunos lo extrañan y quieren medir a los políticos de la 4T con esos parámetros. ¡Imposible!
No es común, por tanto, encontrar a políticos al estilo de Juan Javier Gómez Cazarín. Sus propios adversarios partidistas en el Congreso lo describen también como buena persona, calmado, difícil de hacer explotar, cumplidor de su palabra, alegre, dicharachero y entrón, de lo que ya es testigo el hijo del exgobernador Yunes Linares, al que acaba de poner como lazo de puerco en un reciente video-.
Curiosamente, esas cualidades no son una faceta temporal suya, ni son poses para el Face, ni una impronta política destinada a mostrarse humilde en tiempos de elecciones.
Juan Javier Gómez Cazarín refleja su verdadero rostro en las redes sociales, escaparates que no siempre son el mejor referente acerca de la personalidad de los políticos pues la mayoría las cuida y solo actúan. No es el caso de Cazarín, para quien sus redes sociales son cajas de cristal que no dejan mentir.
Como todos, tampoco es monedita de oro. Tiene, por la propia actividad a la que se dedica, adversarios políticos que buscan disminuir sus logros y resaltar sus errores, pero el oriundo de Hueyapan de Ocampo tiene la piel dura y se ríe. Sus malquerientes no le quitan el sueño, se sacude las sandalias y sigue caminando.
Lo han calificado de ignorante del Derecho, sin embargo, en la hemeroteca de sus declaraciones, Cazarín nunca ha dicho que sea abogado ni jurisconsulto.
Se le ha dicho que es un pésimo legislador, pero se le culpa por decisiones que se toman en el Pleno, decisiones plurales y de mayoría, no personales.
Sus adversarios políticos regatean su liderazgo natural que le ha permitido llevar las riendas de la bancada guinda en el Congreso. Hasta la fecha ni un solo legislador de su partido ha renunciado a su bancada, en cambio, ha recibido a cuanto diputado de oposición lo ha solicitado. De su trabajo como Coordinador de la Junta de Coordinación Política en dos legislaturas seguidas, no se le conocen parcialidades, imposiciones, ni escándalos.
Su pasión futbolera le viene de la niñez, es americanista de hueso azul crema y carga, como ese equipo, con la misma mística: Juan Javier es amado o es odiado.
Se sabe que su padre le indujo el amor por los de Coapa, de niño lo llevaba al Azteca. Y esos vínculos familiares son tan fuertes como sus vínculos con el terruño, con la gente del pueblo que lo hacen ver poderoso en la política.
En resumen, la personalidad de Juan Javier es tal que pinta para un futuro promisorio en su carrera política. Nuevos y mejores aires le vendrán, aseguran quienes le conocen.
El factor que le abona es su innegable convicción hacia el Movimiento, equiparable quizá a la del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y a la de Rocío Nahle.
Es un político cuya personalidad pública no le ha sido diseñada en oficinas de marketing político ni cuenta con asesores de imagen. Es auténticamente un animal político que se refleja en sus preferencias populares como su amor por la música tropical, que lo relaciona con amistades del medio como la que se sabe mantiene con los Junior Klan y de Nelson Kanzela, con los que incluso se echa de vez en cuando sinceros palomazos, aunque con más sentimiento que buena voz, hay que decirlo.
Para su futuro político, su principal moneda es ser paciente, no ambicioso. Desde mucho antes del destape de Rocío Nahle, Juan Javier ya decía que su candidata sería la titular de Energía, lo decía en privado y lo declaraba en público, nunca tuvo cortapisas al respecto.
Hoy en día no se aferra a otra reelección -aunque le está permitido por la Constitución para seguir coordinando la JUCOPO-. Tampoco buscó ser diputado federal o senador, el gobernador y Rocío son testigos, afirma Cazarín.
Lo cierto es que pocos, muy pocos, lo ven en la banca en los próximos años, y tampoco son pocos los que lo ubican en algún cargo federal en donde haga falta, de acuerdo a su perfil, alguien que defienda con total convicción los colores y la ideología de la Cuarta Transformación.
En fin, así es a mi entender la personalidad, el carácter y la figura política de Juan Javier Gómez Cazarín, quien además de ser todo un rockstar de las redes, le va al América.
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