La madrugada del 24 de octubre, un convoy armado de la organización Gente Nueva de Guerrero (GNG) atacó en Tecpan de Galeana con el objetivo de enfrentar al grupo local Los Granados. Entre los 13 detenidos, se identificaron a nueve sicarios de origen centroamericano, principalmente de Guatemala y El Salvador, lo que marca una nueva fase en la violencia de la región.
Tomado de Emeequis
La madrugada del 24 de octubre, Tecpan de Galeana despertó a la violencia. En el silencio de la madrugada, un convoy de vehículos avanzaba pesadamente sobre las calles, con el brillo de los faros rasgando la oscuridad. Entre los 13 detenidos, los primeros indicios apuntaban a un dato inquietante: nueve de los sicarios eran de origen centroamericano.
Guerrero ha vivido la presencia de cárteles nacionales por años, pero el hallazgo de ocho guatemaltecos y un salvadoreño marca una nueva era en la violencia de la región. Aquellos vehículos de Gente Nueva de Guerrero (GNG) no iban solo tras la conquista de territorios, sino tras Los Granados, otro grupo con dominio en el municipio.
Las siglas “GNG” en las camionetas blindadas eran una declaración de poder. En palabras del titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, el convoy criminal no venía a enfrentarse al Ejército sino a atacar a Los Granados, una organización local.
A las 4:55 a.m., los primeros disparos alteraron la calma del municipio. Con armas de alto calibre, el convoy de GNG tomó calles y cruzó límites sin resistencia. En el primer choque, dos agentes fueron abatidos mientras otros cuatro resultaban heridos.
A las afueras del municipio, en la carretera de El Moreno, el Ejército esperaba su turno en una base improvisada. La Guardia Nacional se unió al operativo, logrando neutralizar a gran parte del convoy de sicarios.
Al amanecer, el saldo era claro: 19 muertos, entre ellos 17 agresores, 2 policías y varios heridos. En la escena se encontraban armas de alto calibre como Barrets calibre 50 y ametralladoras Minimi calibre 7.62 x 51, un despliegue que superaba la violencia local a la que el municipio estaba acostumbrado.
Las camionetas blindadas eran un símbolo de la expansión del crimen organizado en México, y ahora, con nuevos actores centroamericanos, parecía que la violencia tomaba una dirección más siniestra.
El impacto de la noticia se propagó rápido. Para el 25 de octubre, García Harfuch mostró el video del convoy avanzando y declaró que esta intervención militar, junto con la Marina y la Guardia Nacional, había evitado una confrontación aún más mortal para la población civil. Sin embargo, la alarma no se disipó. El mismo García Harfuch confirmaba que los sicarios venían de fuera, en su mayoría de Guatemala, y algunos de El Salvador.
La alcaldesa Alba Soberanis, en un llamado urgente, pidió a la comunidad denunciar si detectaban la presencia de migrantes centroamericanos en actividades ilícitas. “Aquí nadie va a venir a estacionarse ni a hacer daño a mi gente”, sentenció en un video, visiblemente afectada.
Mientras los habitantes de Tecpan intentan volver a la normalidad, la presencia de estos sicarios centroamericanos evidencia una expansión preocupante en las operaciones del crimen organizado.