La ‘economía moral’ significa cumplimiento de caprichos en la inversión pública.
No tenemos por qué repetir las mentiras del gobierno. Digámoslo claro: la ‘economía moral’ es una reverenda tontería. México no ha cambiado de modelo económico.
Durante el gobierno de López Obrador los empresarios más poderosos de México se hicieron más ricos. Carlos Slim duplicó su inmensa fortuna mientras que los millones de mexicanos que viven en la extrema pobreza no salieron de su condición. ¿Qué clase de ‘moral’ es ésta que beneficia a los que más tienen y no atiende a los grupos más vulnerables de la sociedad?
Casi el noventa por ciento de los contratos que asignó el gobierno el sexenio anterior se otorgaron sin licitaciones ni concursos: capitalismo de cuates.
Prevaleció el influyentismo. Los más beneficiados fueron los amigos más cercanos a los hijos de López Obrador. A los narcotraficantes no sólo no se les persiguió: no se tocaron sus inmensas fortunas mal habidas.
Moody’s bajó la calificación crediticia de México y la puso en negativa. Esta medida tendrá un fuerte impacto en nuestra economía. Claudia Sheinbaum la desestimó al decir que Moody’s calificaba según un modelo económico (neoliberal) que no es el que se sigue en México. “Todos sabemos que en 2018 nuestro modelo económico cambió, es un modelo basado en la austeridad republicana y en la economía moral”, afirmó la presidenta. Pero de ‘moral’ no tiene nada.
La principal política social de este gobierno es la de repartir dinero en efectivo a familias de escasos recursos a través de sus programas sociales. Se trata de una variante del modelo de impuesto negativo propuesto por el economista ultra liberal Milton Friedman en los años sesenta y que en México planteó Gabriel Zaid en su libro El progreso improductivo en 1979. Con una variante fundamental: Zaid propuso repartir dinero en efectivo al mismo tiempo que procurar una oferta de instrumentos productivos para que la gente no sólo recibiera dinero sino que pudiera salir de la pobreza.
El gobierno de Morena sólo desarrolló la primera parte del modelo sin implantar la segunda porque su intención no era sacar a la gente de la pobreza sino convertirla en un agente pasivo que recibe dinero y vota por quien otorga los recursos, garantizando de este modo su perpetuación al frente del gobierno. No es una “economía moral” sino una “economía electoral”. Para López Obrador la asistencia a los pobres fue sólo “un asunto de estrategia política” (La Jornada, 4.Ene.23).
Si no beneficia a los que menos tienen ¿por qué ganaron holgadamente las elecciones? Durante cinco años el gobierno de López Obrador evitó endeudarse, pero esta mesura se dejó de lado en el año electoral, en el que el déficit presupuestal y la deuda crecieron a niveles extraordinarios. ¿A dónde fue a parar ese dinero? A comprar la elección de Claudia Sheinbaum. Todos pudimos ver el enorme despliegue de recursos publicitarios y de compra de votos efectuado en la campaña para obtener la candidatura de su partido y luego para ganar las elecciones presidenciales. A su principal denunciante, Marcelo Ebrard, le callaron la boca con la Secretaría de economía.
Ahora los mexicanos debemos pagar las consecuencias de ese despilfarro electoral. Vendrán recortes draconianos en salud, educación y cultura. Degradarán aún más los servicios de salud. Faltarán las medicinas. Se recortará el sueldo de los maestros universitarios y los presupuestos de la UAM y las universidades de provincia. No se llama ‘austeridad republicana’ sino austericidio (documentado por Nayeli Roldán en La austeridad mata, Planeta, 2024).
La ‘economía moral’ significa cumplimiento de caprichos en la inversión pública: desarrollo de mega proyectos sin sustento económico, deficitarios, subsidiados, elefantes blancos. ¿Por qué seguirá recibiendo cientos de millones de pesos la refinería Dos Bocas si López Obrador ya la inauguró en un par de ocasiones? ¿Para qué seguir arrojando dinero bueno al pozo sin fondo que es Pemex?
Economía moral significa: convertir al ejército en un nuevo agente económico, perjudicando a los particulares. Construye obras, recibe utilidades, blinda sus operaciones reservando la información como si fuera asunto de Estado, enriquece a los generales que se cuadran al poder político.
‘Economía moral’: crecimiento de menos del uno por ciento. Aumento de la deuda. Proyectos caprichosos. Economía de cuates. Opacidad en la asignación de contratos. Compra de elecciones.
¿La ‘austeridad republicana’ es una ‘economía moral’ si la asignación de contratos está a punto de entrar a la opacidad total con la desaparición del INAI? ¿Practica la presidenta la austeridad? ¿Y las cuentas secretas de su familia que revelaron los Panama Papers? ¿Cuándo brindará un informe al respecto? La presidenta viviendo en un Palacio. Ricardo Monreal viajando en helicóptero. Niños con cáncer sin sus medicamentos. Esa es la ‘moralidad’ del nuevo gobierno.
El discurso de la ‘economía moral’ está dirigido a los fieles. Tiene una función de propaganda. El resto de los mexicanos no tenemos por qué seguir repitiendo esas tonterías y mentiras.
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