¿En qué condiciones quedará Sinaloa al terminar el gravísimo problema de inseguridad pública que hoy existe?
la grave fractura social, en lo económico las cosas no volverán a ser igual. El mercado interno se reducirá de manera notable con sus consecuencias negativas para muchas empresas. En algún momento tendrá que terminar esta guerra de terror, pero el día después habrá que iniciar la adaptación a una nueva realidad, que no necesariamente será algo mejor.
Hay algo inocultable: la sociedad sinaloense ha vivido muy por encima de lo que puede sustentar su verdadera estructura productiva. Hace tiempo se atrofiaron los principales motores del crecimiento económico regional. Agricultura, pesca y ganadería están totalmente abandonadas por las políticas públicas. La industria es casi inexistente y escasean los grupos empresariales con peso económico. Sinaloa
no destaca por sus exportaciones ni por recibir inversión nacional o extranjera.
Entonces, ¿cómo explicar el gran consumismo que aquí existe? ¿Por qué hay múltiples plazas y centros comerciales llenos de compradores? ¿Cómo explicar tantas agencias automotrices y la enorme venta de autos de alta gama? ¿Por qué existen numerosos fraccionamientos, hoteles y restaurantes de lujo? Si la economía regional es un desastre, ¿de dónde sale el dinero que sostiene el nivel de consumo en Sinaloa? La respuesta todos la sabemos.
El dinero que circula en la entidad supera con mucho la capacidad que tiene la economía local para generar riqueza. Algunos cálculos indirectos sobre la relación ingreso-gasto, muestran que el circulante monetario es cuando menos 30% superior a lo que realmente produce la economía estatal. Por eso, una vez que concluya el actual conflicto entre el gobierno y grupos delincuenciales, nos encontraremos ante una fría realidad que a nadie le gustará.
Por una parte, la economía de Sinaloa será 10% más pequeña como resultado del numeroso cierre y destrucción de empresas, además de la pérdida de empleos, la suspensión de inversiones y, sobre todo, incontenible deterioro de los sectores productivos regionales. Por otra parte, el 30% de dinero flotante, e inexplicable, se retirará de Sinaloa. Los grupos delincuenciales, que son los que más gastan, se trasladarán a otras partes del país o del extranjero. Aquí estarían muy vigilados.
Si la economía local caerá 10%, y el 30% del exceso de dinero que apuntala el consumo interno huye de la entidad, entonces, el día después, Sinaloa tendrá un mercado interno 40% menor al que tenía antes de empezar la crisis de inseguridad.
Se necesitará una década para reponer este negativo impacto. Pero si el gobierno no aplica un programa verdadero para construir una nueva economía sinaloense, entonces se requerirán al menos dos décadas para lograr otra normalidad económica y social. Estas serán las consecuencias del enorme desastre que hoy se vive en Sinaloa.
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