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En México, el hidrógeno verde es una solución prometedora para la transición energética, gracias a su potencial para descarbonizar sectores clave. Sin embargo, se necesita agua para obtenerlo y la sequía nos deja en serios problemas que nos hacen pensar, si es un adiós a esta fuente de energía.
La NASA lo confirma desde el espacio: estamos cada vez más secos
Desde el año 2023 nos enfrentamos a una de las mayores sequías de los últimos años. Son muchas las regiones afectadas por este fenómeno, en especial en el Estado de México, donde las presas alcanzan niveles críticos históricos.
Precisamente, la NASA ha confirmado desde el espacio esta situación, a través del Generador operacional de imágenes de tierra (OLI, por sus siglas en inglés) a bordo del satélite Landsat 8 y por OLI-2 a bordo de Landsat 9.
Estos instrumentos han generado imágenes insólitas en Valle de Bravo, uno de los tres embalses de Ciudad de México. Las imágenes fueron captadas entre 2022 y 2024, mostrando las consecuencias de la sequía y la escasez de agua del embalse, casi a la mitad en solo dos años de diferencia.
La sequía, que afecta a casi el 76 % del territorio nacional, ha tenido un impacto dramático en la generación de energía hidroeléctrica, parte de una iniciativa federal de energía limpia que se anunció en julio de 2021. Pero la capacidad de producción es irrelevante si no hay suficiente agua para hacer funcionar las centrales hidroeléctricas, y también afecta a otras fuentes de energía como el hidrógeno verde.
¿Será el adiós al hidrógeno verde? Estas son las consecuencias de la sequía
El hidrógeno verde tiene mucho potencial y quiere ser explotado en México. Entre los proyectos destacados se encuentra el de Energía Los Cabos, una filial de la francesa Hydrogene de France (HDF), que combinará energía fotovoltaica y electrólisis para generar hidrógeno.
Esta iniciativa tiene una capacidad instalada de 152 megavatios y opera en Baja California Sur, un estado árido con una severa falta de agua. Según expertos, el proyecto requerirá 100.000 litros de agua diarios, un recurso que está escaso y hay problemas para el consumo humano y agrícola en la región, dado que 21 de los 39 acuíferos están sobreexplotados.
La producción de hidrógeno verde necesita entre nueve y diez litros de agua para generar un kilogramo del gas. Expertos indican la necesidad de evitar que estos proyectos compitan con otros usos del agua, priorizando tecnologías como la desalación o el uso de agua tratada para aliviar la presión sobre los recursos hídricos.
Es momento de invertir y pensar en otras fuentes de energía sin el uso del agua
Por fortuna, México está en una posición ideal para ser una potencia de energía limpia, debido a su alta radiación solar, capacidad eólica y fuentes geotérmicas. Ahora es el momento correcto para desarrollar e incentivar proyectos en energías renovables, que puedan ayudarnos con la problemática sequía. De acuerdo con COMENER, México necesitará $15 000 millones para alcanzar el 50 % de energía limpia en 2030.
Más allá del consumo de agua, el desarrollo del hidrógeno verde enfrenta limitaciones regulatorias y tecnológicas. Actualmente, no existen leyes específicas para este sector, y su integración en el marco energético está poco definida.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha implementado proyectos piloto que mezclan hidrógeno y gas fósil, pero estos aún no explotan plenamente el potencial de energías 100 % renovables.
A pesar de estos retos, el interés en este combustible verde representa una oportunidad para descarbonizar industrias difíciles de electrificar, como el acero o los fertilizantes, y evitar la dependencia de combustibles fósiles. Siempre que la sequía minimice su intensidad y permita el llenado de las presas para aliviar la carga energética.