La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025 por su “mundo hipnótico”

  • La galardonada ha desarrollado una trayectoria de medio siglo en la que su mirada antropológica se ha centrado en las comunidades indígenas y en las plantas y los pájaros

Por Manuel Morales

elpaís.com . – La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (Ciudad de México, 83 años) ha sido distinguida este viernes con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025 por su “mundo hipnótico, que parece situarse en el umbral entre la realidad más cruda y la gracia de una magia espontánea”, ha informado la fundación de los galardones. Iturbide es dueña de una mirada antropológica —“fotografío cuando me sorprendo”, decía en una entrevista a EL PAÍS en 2018— en la que ha retratado la realidad social mexicana y de otros países, siempre con un estilo entre lo poético y lo documental.

Iturbide suma más de medio siglo de trayectoria de una poderosa fotografía en blanco y negro, en la que se ha fijado de manera especial en las comunidades indígenas mexicanas, siempre desde el respeto, con dignidad. Precisamente, su serie sobre las mujeres de Juchitán, en el Estado de Oaxaca, con las que convivió largo tiempo, es su trabajo más celebrado. Por su objetivo han pasado también dos de sus obsesiones, las aves y las plantas.

En palabras de la ganadora, la fotografía es “un ritual”. “Salir con la cámara, observar, fotografiar los aspectos más mitológicos de las personas, luego ir a la oscuridad y seleccionar las imágenes más simbólicas”.

En la decisión adoptada por el jurado del premio “por unanimidad” es lógico pensar que ha pesado la presencia de la fotógrafa española Isabel Muñoz y de la exdirectora de PHotoEspaña, Claude Bussac, para una candidatura propuesta por el embajador de España en México, Juan Duarte Cuadrado. El resto de miembros del jurado, presidido por Miguel Zugaza, han sido Oliver Díaz, Josep Maria Flotats, Maribel López Zambrana, Joan Matabosch, María Pagés, Christina Rosenvinge, Teresa Sapey, Carlos Urroz y Aarón Zapico Braña (secretario). Se presentaron 49 candidaturas de 19 nacionalidades.

Nacida el 16 de mayo de 1942, las imágenes de María Graciela del Carmen Iturbide Guerra se caracterizan por el simbolismo —los pájaros representan la libertad— y por un aire fantástico, aunque ella siempre ha rechazado con contundencia la etiqueta de “realismo mágico”. “Eso lo dicen otros para ganar dinero”, aseguraba. Ni tampoco la de surrealista, que considera un cliché desde el colonialismo. Iturbide “está dotada de una gran profundidad artística”, ha destacado el jurado. “Posee un mundo propio desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante”, ha añadido.

La fotografía más conocida de su obra es, sin duda, Nuestra Señora de las Iguanas, que tomó en Juchitán, en 1979. En ella, una mujer, Sobeida Díaz, posó con las iguanas que llevaba al mercado para su venta como si fuera una Medusa actual, con varios reptiles sobre su cabeza. Otra es Mujer ángel, en la que se ve a una figura espectral caminando por el desierto con un transistor.

'Cristina tomando fotos' (White Fence, Los Ángeles, 1986), imagen de Graciela Iturbide.
‘Cristina tomando fotos’ (White Fence, Los Ángeles, 1986), imagen de Graciela Iturbide.Graciela Iturbide

También sobresale el trabajo que realizó del baño de Frida Kahlo en la Casa Azul, en la que vivió la artista en Coyoacán. Cuando esta murió en 1954, su pareja, el pintor Diego Rivera, cerró ese baño que contenía objetos y documentos de Kahlo: corsés, zapatos ortopédicos, los medicamentos… En 2004 se volvió a abrir esa estancia e Iturbide fue invitada a fotografiarla para descubrir sus secretos. Publicó un libro con esa serie en 2009. En su trayectoria también se ha autorretratado en numerosas ocasiones.

Fotógrafa por su inquietud para conocer mundo, Iturbide nació en una familia muy conservadora, se casó joven, tuvo tres hijos, “seguiditos”, y se separó, lo que le acarreó una etapa de pobreza. Su vida dio el giro cuando se inscribió en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde empezó a asistir a las clases del gran fotógrafo Manuel Álvarez Bravo (“no hay prisa, no hay prisa”, era el lema del maestro). Aunque ella, en principio, quería ser cineasta y llegó a filmar dos películas.

Después de trabajar de asistente de Álvarez Bravo, una enseñanza fundamental para ella, a mediados de los setenta se adentró por todo México a través de su arqueología, sus fiestas, sus mujeres… en un momento en que precisamente una mujer con una cámara no estaba ni bien visto. Sin embargo, ahí empezó una obra que se ha caracterizado por ser realizada con la técnica analógica y en blanco y negro. “Cuando he hecho cosas en color me parecía Disneylandia, todo mentira”, ha contado con humor.

En los años setenta viajó por Latinoamérica, principalmente por Cuba y Panamá, y en 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país. De ahí nació su libro Juchitán de las mujeres, de 1989. Posteriormente, prosiguió su labor en Alemania Oriental, India, Madagascar, Hungría, Francia y Estados Unidos.

La obra de Iturbide ha protagonizado exposiciones individuales, entre otros centros, en el Pompidou parisino, el San Francisco Museum of Modern Art, el Philadelphia Museum of Art, el Paul Getty Museum, la Fundación Mapfre de Madrid, en 2009, y el Centro de Arte Alcobendas, en 2018, donde protagonizó una multitudinaria conferencia. Además del premio con el que ha sido distinguida hoy, ha recibido en su carrera el de la W. Eugene Smith Memorial Fund (Estados Unidos, 1987), el premio Rencontres Internationales de la Photographie (Arlés, Francia, 1991), el Hasselblad, en 2008, uno de los más prestigiosos de la fotografía internacional, y el premio PHotoEspaña (2010).

'Manuel'. Desierto de Sonora. México, 1979. Entre otros galardones, la autora mexicana cuenta con el Hasselblad (2008), uno de los más prestigiosos de la fotografía internacional.
‘Manuel’. Desierto de Sonora. México, 1979. Entre otros galardones, la autora mexicana cuenta con el Hasselblad (2008), uno de los más prestigiosos de la fotografía internacional.Graciela Iturbide

Entre sus libros sobresalen, además de los mencionados sobre Juchitán y Frida Kahlo, Avándaro (1971), Graciela Iturbide: La forma y la memoria (1996), con textos del escritor mexicano Carlos Monsiváis; Pájaros (2002), Graciela Iturbide: Eyes to Fly with / Ojos para volar (2006), Graciela Iturbide: México-Roma (2011) y Graciela Iturbide: No hay nadie / There is no one (2011). Su vida está precisamente resumida en otro libro, la novela gráfica Iguana Lady, de Isabel Quintero y Zeke Peña. En ella se define su carácter a partir de otra de sus fotografías icónicas, en la que se autorretrató con dos pájaros en sus manos colocados en las cuencas de sus ojos: “Graciela no ha dejado de volar desde el momento en que a sus ojos le brotaron alas”.

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