Existe una crisis en la oposición. No hay líderes, no hay mensajes. No hay un proyecto de país viable, ni mucho menos legítimo. De alguna forma, su tiempo ha pasado y no ha habido una renovación plausible dentro de sus estructuras. El PAN y el PRI ya estuvieron en el poder, y su modelo —si se le puede llamar así—, no sólo fracasó sino que los condujo a su propia intrascendencia actual. Al mismo tiempo, sus juventudes están repletas de perfiles ávidos de replicar los vicios, el modelo de vida y la visión estrecha del país que los condujo a este extrañamiento con su entorno y su realidad. Esto les ha impedido encontrar voces que puedan integrarlos a los términos del debate actual. Por momentos, parece que viven una realidad aparte; la oposición partidista se encuentra aislada en una burbuja endogámica en la que debate, planifica, vocifera, crítica y se autocrongratula pero siempre al margen de la realidad y por lo tanto siempre en la intrascendencia. Los términos del debate han cambiado y ante esta nueva nomenclatura, esta oposición, sus formas y narrativas, ha quedado obsoleta.
Los analistas y consultores se debaten internamente quién podrá ser capaz de asumir dicho liderazgo para hacer frente a López Obrador. Los medios dan espacios a algunas de esas voces más por inercia de pluralidad que porque esos discursos tengan relevancia. Al final de cuentas, lo que impera es un error de localización; la verdadera disyuntiva política del corto y mediano plazo no está en qué fuerza política le hará frente a la 4T en los próximos años, sino qué parte de la 4T logrará imponerse rumbo a 2024. Evidentemente esto no es ideal, una democracia sana funciona con contrapesos partidistas e institucionales. Sin embargo, el desastre político de las administraciones del PRI y el PAN han creado un entorno donde no existen condiciones que permitan pensar en partidos o instituciones con el suficiente peso para hacerle frente a AMLO. El futuro político inmediato del país parece claramente anclado en el cúmulo de personas y grupos en torno a AMLO. Es en ese ámbito en el que ocurre la realpolitik de México; lo demás por lo pronto es un espejismos o ilusión.
Afortunadamente la autodenominada 4T no es un monolito. En su mayoría, carga los mismos vicios de los políticos del pasado, una mezcla de incompetencia, corrupción y frivolidad. Sin embargo, al igual que con la política del pasado, tiene ciertas excepciones. Como ejercicio analítico, es poco funcional —incluso para los más férreos opositores a AMLO— pretender una homogeneidad absoluta dentro del gobierno actual. Existen diferencias que vale la pena establecer, sobre todo tomando en cuenta que es en ese espacio donde se juega el futuro político del país.
El caso de la vacuna es un buen ejemplo. Existe una diferencia marcada entre el funcionamiento de la SRE, que ha sido eficiente en su manejo de la pandemia, la obtención de vacunas y en general, de la política exterior del país, con el de la Secretaría de Salud y el subsecretario López-Gatell. Si bien la SRE ha hecho un trabajo serio para obtener vacunas (la falta de suministro actual se sale de sus manos), una vez que las vacunas llegan a México y la Secretaría de Salud plantea estrategias y programas de vacunación, ha imperado el desorden, la desorganización y el oportunismo político. En el tema de las vacunas es claro que hay una disyuntiva entre el pragmatismo exitoso de Ebrard vs. el desastre monumental de López-Gatell, que se extiende a todo su manejo de la pandemia.
Sucede igual en muchos otros rubros del quehacer administrativo; el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ha sido sensato en un escenario complejo y con muchas limitaciones que le han sido impuestas desde arriba. El secretario ha sido responsable y ha buscado evitar polarizar o politizar y con ello ha mantenido distancia de otras secretarías como la SFP. Esta semana, las mañaneras han encontrado una voz fresca y progresista en Olga Sánchez Cordero, que ha permitido un cambio muy necesario en la narrativa y los temas del debate nacional. La secretaria ha hablado del aborto, la legalización de la marihuana, el feminismo y otros temas esenciales que el presidente evita. Sería una buena decisión que ella diera la mañanera al menos una vez por semana cuando el presidente se reincorpore. La llegada de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía ha permitido el regreso de una voz necesaria e inteligente que amplía el espectro de la 4T y que contrasta con las formas anacrónicas de Monreal y su grupo. Por último, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum ha encontrado un balance político viable que destaca entre el paupérrimo universo de los gobernadores de la 4T.
No es casualidad que muchos de los personajes que destacan son los que más han logrado ampliar el espectro discursivo de AMLO en lugar de replicarlo. Son las voces distintas y los funcionarios profesionales y eficientes los que construyen viabilidad a mediano plazo. Esto no significa que estén libres de fallas, ni que sean ideales, pero su existencia dentro del ecosistema de la 4T demuestra la heterogeneidad del escenario donde se juega el futuro del país. Dentro de la 4T hay muchas disyuntivas, los “quedabien” vs. los atrevidos, los ideológicos vs. los pragmáticos, los improvisados vs. los preparados, los radicales vs. los moderados. Falta mucho para el 2024, pero presiento que es en ese espacio, internamente, donde se juega el verdadero ajedrez.
Analista político