Por @cdperiodismo
Los profesionales de hoy deben procurar construir una huella digital idónea y que vaya a la par con sus logros laborales, y esto incluye a los periodistas, pero cuidado, mucho cuidado.
Estamos sobreexpuestos en las redes sociales a tal punto que han terminado por eliminar, o por lo menos difuminar, la separación clara que solía haber entre lo que comúnmente llamábamos “vida laboral” y “vida personal”.
Esta situación hace difícil cumplir con el precepto acuñado por los especialistas en Recursos Humanos referido al “work-life balance”, de acuerdo con el cual las empresas, a través de sus líderes, deben velar por permitirles a sus colaboradores un tiempo suficiente fuera del alcance laboral, para que puedan disfrutar de una vida personal y familiar plena. Esto es necesario para su salud mental y emocional.
La omnipresencia de las redes sociales en nuestras vidas ha ocasionado que ya no se hable de un balance, sino de una integración (work-life integration) con la que tenemos que aprender a convivir.
“Es por eso que todos debemos poner un cuidado especial en cómo manejamos nuestro comportamiento en las redes sociales, pues la repercusión de nuestras opiniones, reflexiones, artículos, fotos, ‘likes’ o ‘dislikes’ que publiquemos en ellas, quedan expuestos al mundo y pasan inexorablemente a formar parte de lo que se le conoce como la huella digital”, explica Ricardo Fernández, Managing Partner de Amrop Perú.
Esta “huella digital” pasa a ser, querámoslo o no, parte de nuestra carta de presentación a la hora de presentarnos a una oportunidad laboral. Sí, el CV de un periodista está en las redes sociales.
El entrevistador o potencial contratante sin duda observará y evaluará la hoja de vida enviada por el postulante, pero pondrá, cada vez con mayor frecuencia, similar atención a su comportamiento en LinkedIn, Facebook, Instagram o Twitter.
“Resulta importante que sepamos construir una imagen idónea en las redes, que vaya a la par con el tipo de profesional que somos”, resalta Fernández.
Una consideración adicional acerca del poder de las redes es la potencial amplificación de nuestras interacciones; en otras palabras, su capacidad de “viralizar” aquello que la comunidad de cibernautas considera de interés, y que queda registrado para siempre, a la distancia de un simple “googleo”.