Guía de encuestas para electores

Son tiempos fascinantes para las encuestas, tiempos de cambio y adaptación. Tras casi un mes de intensas campañas, sin embargo, hay muy pocas, dice Alejandro Moreno.

Fuente: El Financiero

Tomo prestado el título de ese magnífico libro de Michael Traugott y Paul Lavrakas, Encuestas: Guía para votantes (Siglo XXI, 1997, con reediciones en inglés), para hacer algunas reflexiones sobre las encuestas preelectorales públicas rumbo a los comicios del 6 de junio, en esta ocasión las encuestas en los 15 estados con elección para gobernador.

1. Las encuestas en nuestro país no se habían enfrentado antes al reto de medir las preferencias electorales en tantas elecciones estatales al mismo tiempo. Los mayores precedentes fueron 2010 y 2016, y ambos años figuran entre los peores en la precisión de las encuestas, en parte por las fallas en medir el apoyo a las alianzas PAN-PRD. Este año la alianza es PAN-PRI-PRD en varios casos, y el alto número de elecciones se conjuga con unas campañas precedidas por varios meses de pandemia, de confinamiento, de crisis económica y sus consecuentes restricciones presupuestales. La pregunta de fondo para las encuestas es cómo jugar su rol informativo bajo las nuevas circunstancias; cómo ofrecer más, con menos.

2. Quizá por el contexto, el mainstream de las encuestas ha brillado por su ausencia. Las marcas encuestadoras más conocidas están publicando muy pocos sondeos, y son raros los casos que lo hacen en los 15 estados. Incluso los ejercicios de agregación, que tuvieron un auge en 2018, están adormilados. ¿Será que el mainstream dejará de serlo en estas elecciones, o se están esperando a la recta final?

3. La escasez de encuestas tradicionales está sobrecompensada con un caudal de encuestas telefónicas robotizadas. La magnitud de las llamadas masivas está llenando los huecos de información, pero también ha generado cierto desdén y suspicacia, sobre todo de quienes argumentan que las únicas encuestas válidas son las que se hacían antes, en vivienda y con entrevistas cara a cara.

4. Las encuestas en vivienda tienen varias virtudes, entre ellas lograr, en teoría, una mayor cobertura poblacional; pero en la práctica enfrentan limitaciones enormes de costos, tiempos y logísticas que las han hecho inviables o poco aptas en estas circunstancias cambiantes. En otros países son una especie ya extinta o en vías de extinción, pero en el nuestro siguen teniendo la fama de gold standard. Al juzgar a las nuevas metodologías hay que tener en mente que el récord de las encuestadoras tradicionales en México ha dejado mucho qué desear, aun con métodos cara a cara.

5. Las encuestas telefónicas robotizadas ofrecen mucha información de manera continua pero poca variabilidad metodológica, ya que son pocas empresas las que las hacen. Llama la atención que no ofrezcan cruces para análisis, resultados entre subpoblaciones. ¿Acaso sólo hacen la pregunta de voto? Si fuese el caso, han ganado en cantidad pero han perdido en análisis.

6. Las encuestas telefónicas con entrevistas personales también son muy comunes hoy en día. La metodología no es nueva, se hacen por lo menos desde hace tres décadas. La diferencia es que hoy se consideran también números celulares y no sólo residenciales, lo cual, en teoría, aumenta su cobertura poblacional. En la Ciudad de México funcionaron muy bien en 2015 para estimar elecciones delegacionales, pero no han estado realmente a prueba en elecciones estatales como lo estarán este año. Habrá que ver.

7. Sorprende que las resistencias a las nuevas metodologías provienen no sólo de personas mayores, sino de las generaciones más jóvenes y especializadas (esta observación se la debo a mis estudiantes, quienes han notado la resistencia de algunos encuestadores jóvenes a los nuevos métodos y su apego a los viejos). Se entiende la nostalgia por las encuestas cara a cara entre el segmento de mayor edad, pero ¿cómo explicarla entre los jóvenes?

8. Una posible respuesta es que manejan mejor los principios de rigor científico con lo tradicional, pero eso no implica que no se puedan aplicar a lo nuevo. Las encuestas nuevas estarán sujetas a la prueba de exactitud, pero también hay que esperar que los principios de muestreo probabilístico, las preguntas claras y balanceadas, y los diversos controles de calidad y transparencia apliquen.

Son tiempos fascinantes para las encuestas, tiempos de cambio y adaptación. Tras casi un mes de intensas campañas, sin embargo, hay muy pocas. En mayo veremos si el mainstream despierta o si ha decidido abdicar. Por lo pronto, dejo abierta esta Guía de encuestas para seguir comentando temas sobre su uso y metodología.

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