Fidel Pérez/enviado
Acayucan, Ver., .- Doña María Leticia Araiza, con rostro enrojecido, se sincera: “mi nieto murió de cinco meses y no nació vivo… Ya venía muerto” y, sin cortapisas, suelta: “no tiene por qué estar en la cárcel”.
Salía de la visita que hizo a su hija Diana Patricia, la mujer que el pasado 22 de mayo abortó en el baño de un centro comercial, ubicado en la frontera con Oluta y por lo que está presa en el reclusorio de la ciudad.
Dos bolsas de plástico del mandado, su toalla con la que seca su sudor y diez pesos en la mano, paró en una tienda de conveniencia frente al penal acayuqueño y soltó la condición: “nada más no me grabe, ya no quiero entrevistas”.
De baja estatura, quizá unos 45 años, no muy blanca pero de tez más esclarecida que los acayuqueños, fija su mirada a la bolsa del reportero e indica: “no vaya a estar grabando… Ya no quiero entrevistas es que todo mundo me quiere entrevistar”.
La charla es breve y bajo la condición que sugirió, no hay grabación, tampoco el clásico pregunta respuesta, pero se da el diálogo: “ya quiero que esté libre, la verdad es una injusticia la que están haciendo”.
Los tres hijos de Diana quedaron bajo su custodia, el otro se lo llevó su papá, a quien acusan de haberla golpeado antes de abortar en el baño del centro comercial.
“Al bebé me lo dieron, lo enterré… No lo tiene la Fiscalía”, revela tras la pregunta expresa para luego precisar no saber si el esposo de su hija, el segundo porque los tres hijos que le quedaron son del primer matrimonio, la golpeaba.
Diana fue encarcelada por presuntamente provocarse aborto la semana siguiente, cuando se disponía para ir a casa junto a sus hijos, acto prohibido por las leyes de Veracruz.
Doña María visita a Diana dos días a la semana, le lleva alimento, un vaso con agua y, a veces, pan, pero no puede hacer más porque su escasez económica se lo impide.