AMLO ha puesto en la mesa de MORENA a prospectos de chile, de manteca y de dulce. Engordó la caballada como dijera un exgobernador de Guerrero
Por: Francisco Licona
Ayer se dijo aquí, que los cambios ejecutados en su gabinete por el presidente Andrés Manuel López Obrador, fueron en sí un acomodo de barajas, recompensas y ajustes… pero sin duda que nos faltó mencionar los mensajes políticos que envió AMLO a los suyos y a los no suyos.
Algunos niegan que la salida de Javier May de los programas del Bienestar y su colocación en Fonatur haya sido un castigo… aunque ellos mismos reconocen que sí fue un premio para la paisana Ariadna Montiel.
En principio, si hubo recompensas o premios, también debió haber castigos como contraparte. Es decir, si se premia a alguien al ubicarlo en un cargo más importante en el escalafón administrativo, automáticamente se castiga al que lo tenía. Así, si se recompensó o premió a la paisana de Huacango, municipio de Chicontepec, se castigó al ‘Chontal´ de Comalcalco, Tabasco, Javier May Rodríguez.
El otro caso, que igual se podría ver como castigo, fue el bajón que sufrió Rogelio Jiménez al quitarle de las manos el manejo de la multimillonaria inversión del Tren Maya, donde fue un Rey todopoderoso que solo le rendía cuentas a AMLO. Ahora, como subsecretario -si bien el nivel jerárquico en la administración es envidiable- tendrá nuevos jefes y se alejará de Palacio.
Ahora bien, si aquí hubo castigo, ¿A quién se premió? Desde luego que no a Javier May Rodríguez, quien ahora se encargará de Fonatur y lo que queda del Tren Maya, puesto que ahí, lo que quedan son previsibles problemas legales en caso de que las empresas ya contratadas no cumplan con sus respectivas rutas críticas comprometidas.
Así que se puede concluir que sí hubo premios y castigos con nombres y apellidos.
Ahora bien, hubo cambio de barajas, ¡NO! Pues entre los cambios no entraron los salientes gobernadores que según estaban en la puerta de llegar al gabinete como el ex de Baja California, Jaime Bonilla, a quien cada día que pasa se le cierran las puertas de algún hueso importante. Tampoco llegaron otros exgobernadores priistas o panistas que previo a concluir su encargo buscaron agarrarse del clavo caliente llamado MORENA e inclinaron la cabeza ante AMLO.
Sin embargo, sí hubo en los cambios un mensaje muy claro hacia Veracruz, puesto que de pronto, MORENA engordó su caballada rumbo al 2024, pues ahora AMLO tiene entre sus ases a dos poderosos no nacidos en el Estado como Rocío Nahle y Ricardo Ahued; a dos nacidos en el Estado, pero no tan conocidos para los veracruzanos, como Sergio Gutiérrez Luna, nacido en Minatitlán y ubicado en la silla número uno de la Cámara de Diputados, y a Ariadna Montiel, de Chicontepec, quien lidera la estrategia en la titularidad de Bienestar.
Y por si lo anterior fuera poco, hay más de uno en el gabinete de Cuitláhuac que, podría decirse, se han ganado el privilegio de soñar con la grande en el 2024 entre los cuales se puede mencionar a José Luis Lima Franco, Zenyazen Escobar, Juan Javier Gómez Cazarín, Manuel Huerta Ladrón de Guevara y sin duda a dos mujeres que contra viento y marea avanzan en sus responsabilidades a paso firme como Delia González Cobos en el ORFIS y Verónica Hernández Giadáns en la Fiscalía General.
Es decir, AMLO ha puesto en la mesa de MORENA a prospectos de chile, de manteca y de dulce. Engordó la caballada como dijera un exgobernador de Guerrero.
Por cierto, sabía usted que Huacango (de donde es originaria Ariadna Montiel) es un pueblito de Veracruz que se localiza a 7.6 kilómetros al Este de la cabecera municipal que no tiene más de 200 habitantes, de las cuales apenas el 13% ha terminado la educación secundaria, el 3.24% es analfabeta, el 89% es población indígena, y el 4% de las viviendas dispone de computadora personal, laptop o Tablet. Todas las viviendas tienen electricidad y el 97% tienen al menos un televisor, el 87% refrigerador, el 13% lavadora, el 13% automóvil.