Tabasco va bien, muy bien, en crecimiento económico. No avanza el campo, pero por ahora la construcción de una refinería ayuda.
Jonathan Ruíz Torre
Un joven que crece hoy en la zona de Macuspana en Tabasco, posiblemente registra en su memoria que en estos días la prosperidad es enviada desde la Ciudad de México. Ésta llega bajo la marca de Pemex, o dentro de la cobija del gobierno federal.
La economía de ese estado no cayó ni cuando México se desplomó en 2020. Los confinamientos serán una historia atada a lo social en los recuerdos de los locales, pero si el muchacho en cuestión tiene habilidades de construcción, pudo acercarse a Dos Bocas y servirse de una bonanza motivada por la construcción de una polémica refinería.https://d-24603396614190335748.ampproject.net/2201141909003/frame.html
El año antepasado, la economía tabasqueña creció 3.5 por ciento, y en 2021, cuando México cayó en recesión nuevamente, el estado de origen del presidente Andrés Manuel López Obrador registró un ascenso de 8.7 por ciento, contando de enero a septiembre.
Las cifras resultan espectaculares al comparar la actividad solo de julio, agosto y septiembre del año pasado, cuando la aceleración de la refinería redituó a los tabasqueños en un crecimiento económico de 14 por ciento, detallan datos del Inegi.
Esa institución detalló la semana pasada la situación de todas las entidades del país, usando un indicador llamado Índice Trimestral de Actividad Económica Estatal (ITAEE).
¿Cómo le fue a la capital del país? Mal. En 2020 cayó 9.1 por ciento y cuando parecía recuperarse en 2021, se desaceleró a partir de la segunda mitad del año.
A la gran ciudad le pusieron freno en 2019, cuando la autoridad paró toda obra de construcción relevante para revisarlas. La sospecha de corrupción en todo pasó por encima de albañiles, ingenieros y empresarios.
Uno de esos inversionistas me contó que un día de ese año en una oficina ubicada frente al Zócalo, le dijeron que debía quitar del proyecto dos tercios de los departamentos que pensaba construir.
¿Por qué? Preguntó él. Porque son muchos, le respondieron. Ya, esa fue toda la razón. Nada ilegal o indebido, simplemente no gustó el número.
El gobierno corrigió, lo que permitió que las obras de la ciudad reiniciaran actividades en 2021. Hasta ahora, el balance económico es mediocre y pinta que tuvo un crecimiento por debajo de 2 por ciento en 2021.
Más claro: los datos de la economía de la Ciudad de México revelan que al cierre de ese año hubo menos dinero que en 2019. Hay más gente peleando por menos.
Entre los norteños que suelen cocerse aparte, solo Chihuahua o Baja California pueden presumir que su economía ya recuperó lo perdido durante la pandemia.
Crecen nuevamente, pero los orgullosos regiomontanos en Nuevo León, o sus vecinos coahuilenses –con todo y el repunte en las exportaciones que envían sus fábricas– deberán esperar para estar en esa situación, de acuerdo con las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi.
¿Funciona entonces la estrategia de empujar el sur, propuesta por AMLO?
Depende de lo que quieran ver. Veracruz y Oaxaca –unidos por el proyecto de construir un tren e infraestructura que conecte al Golfo con el Pacífico por la vía del istmo– se apuntan crecimientos de 6 y 8 por ciento.
Pero Campeche, vecino de Tabasco, vive una tragedia. La promesa de un traslado de la sede de Pemex hacia Ciudad del Carmen fue una de las historias que el presidente hizo creer a muchos durante las elecciones.
Los campechanos tienen una actividad económica tan pequeña, que al cierre de 2021 tuvo la mitad del tamaño de la de 2008. No hay futuro visible para la mayoría de los habitantes de ese estado.
Pero Tabasco va bien, muy bien. No avanza el campo, pero por ahora la construcción de una refinería ayuda. Después puede pasarle lo que a Tula, una ciudad que pinta poco, pese a su gran fábrica de combustibles.
El muchacho de Macuspana hoy ve prosperidad en una sola actividad económica, en un Pemex que le deslumbra, tal como debió ocurrirle a su paisano, que hoy ocupa la presidencia.