Por Catón
En el Índice de la Sicalipsis los chistes se clasifican con una o varias equis según su grado de peladez. Los marcados con una X son ligeramente pelados; los señalados con dos son un poco más pelados; los de tres son muy pelados, y los que llevan cuatro son sumamente pelados. Pues bien: el cuento que viene al final de este artículo está registrado con seis X. Vale decir que rebasa los límites de la clasificación usual. Será difícil encontrar en los anales de la picaresca mexicana un relato de más subido color que ése, y vaya que se han contado aquí muchos que harían enrubescer hasta a la más curtida mariscala, que así se llama en el caló del hampa a la mujer que regentea un prostíbulo. Si alguno de mis cuatro lectores posa los ojos en esa vitanda narración será bajo su responsabilidad. A fin de preparar la salida de tan tremenda narración he aquí una más ligera que en alguna forma se le parece. Aquel pájaro carpintero dejó el nido y voló, voló, voló muy lejos. Al final de su largo vuelo se posó por fin a la mitad de un poste de la electricidad y le dio un picotazo. Por singularísima casualidad en ese momento cayó un rayo que partió al poste en dos. Y dijo el pájaro carpintero, asombrado de sí mismo: “¡Uta! ¡Mientras más lejos estoy de mi casa más duro se me pone el pico!”. Aplaudo, y con ambas manos para mayor efecto, al Presidente López Obrador. ¿Por qué? Por la declaración que hizo en Cuautepec, Hidalgo, en el sentido de que no buscará la reelección. Desde luego sobrará quienes digan que a AMLO no se le puede creer ni el Bendito, como decían nuestras abuelas, pero yo pienso que sus palabras son sinceras. Incluso él mismo ha de entender que si trata de reelegirse, o incluso de prolongar su mandato, quedará automáticamente condenado al basurero de la Historia, y de él no podrá sacarlo ni siquiera la banda de “historiadores” gobiernistas, sectarios y facciosos protegidos por el poderoso círculo cercano al Caudillo de la 4T. Más probable es que López Obrador busque instaurar un maximato que le permitiría seguir gobernando a través de interpósita persona, a la manera como lo hizo Plutarco Elías Calles con aquello de “Aquí vive el Presidente, y el que manda vive enfrente”. Para eso le vendrían como anillo al dedo servidores incondicionales suyos del tipo Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, este último ajonjolí de todos los moles, menos del que le corresponde aderezar. Ninguno de los dos ha dado muestras de poseer la entereza que se requeriría para alejar de la silla presidencial a aquél de quien la recibió. El único morenista que si llegara a la Presidencia resistiría el influjo del monarca sería Ricardo Monreal, quien tiene la misma fuerza de carácter de AMLO y no presenta las debilidades de las obsecuentes corcholatas del tabasqueño, que por eso mismo no lo incluyó entre ellas. Pese a todo merece reconocimiento la nueva promesa del Presidente de que no intentará reelegirse. De ahí el aplauso que aquí se le dedica, aplauso al mismo tiempo entusiasta y cauteloso: clap clap. Y ahora he aquí el cuento que anuncié al principio, seguramente el más pelado que ha aparecido aquí en mucho tiempo. Las personas pudibundas deben abstenerse de leerlo, pues su pudicia podría sufrir un severo descalabro. El encuestador le preguntó a un individuo: “Dígame, señor: ¿ha tenido usted alguna experiencia paranormal?”. “Mire -respondió el interrogado-. Estoy por cumplir 50 años de edad. De ellos, 25 estuve casado. En los últimos 5 años mi atributo varonil se negaba a funcionar. Me divorcié; volví a hacer vida de soltero, y ahora se paranormal”. (No le entendí). FIN.
Mirador
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
-¡Qué feo está el tiempo! -decimos en la ciudad cuando en invierno la temperatura llega a bajo cero.
En cambio en el rancho decimos:
-¡Qué bonito está el tiempo!
Y es que el frío mata las plagas que en el campo dañan, hace que los manzanos duerman hasta que llegan los días en que deben florecer, y el peso del aguanieve quiebra las ramas secas de los árboles del bosque, lo cual les sirve de útil poda y a nosotros nos da la leña que arderá durante todo el año en el fogón de las cocinas.
En el invierno el silencio reina en el Potrero. No se escucha el puntual rebuzno del burro de las 11, ni se oye la canción de los hombres que van a la labor o la charla de las mujeres que lavan en la acequia, ni la monótona recitación de las tablas de multiplicar que atormentan a los niños de la escuela. Se diría que por unas semanas el mundo ha hecho voto de silencio.
No me atrevo a turbar ese sosiego ni siquiera con “Las cuatro estaciones” de Vivaldi. Por la ventana miro el paisaje que no se ve, pues la niebla ha ocultado los picachos del monte de Las Ánimas y las alturas de la alta sierra llama el Coahuilón. Sin darnos cuenta mi mujer y yo bajamos la voz al conversar. Pienso que a la olla donde hierve el puchero en la cocina le da pena borbollar en forma tan ruidosa.
Se irá el frío y la niebla se irá. Siempre se han ido. Brillará el sol y se oirán de nuevo la charla y la canción, las voces de los niños en la escuela.
Ah, y el puntual rebuzno del burro de las 11.
¡Hasta mañana!…
Manganitas
Por AFA.
“. El embajador de Estados Unidos pide comprensión para la reforme energética de AMLO.”.
No puedo creer, caramba,
al citado embajador.
En un descuido al señor
le van a quitar la chamba.