Mario Maldonado
El próximo viernes el presidente Andrés Manuel López Obrador va a inaugurar la fachada del proyecto más caro y menos rentable del que se tenga memoria: la refinería de Dos Bocas que costará más del doble de lo presupuestado originalmente: más de 15 mil millones de dólares, es decir unos 300 mil millones de pesos.
En público, el Presidente reconoció que sí aumentó considerablemente el costo de la ahora llamada refinería Olmeca, pero, dijo, no es para tanto: subirá hasta los 11 mil o 12 mil millones, desde los 8 mil millones calculados inicialmente.
En privado el Presidente recibió por lo menos tres veces a los tres titulares de dependencias involucrados: a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, a quien le encargaron el proyecto; al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, quien lo financia, y al director general de Pemex, Octavio Romero, debido a que una de sus filiales tiene formalmente el proyecto y las decisiones pasan por el Consejo de Administración. En todas las reuniones cada funcionario llevaba datos diferentes. Los más altos y reales eran los de Hacienda y Pemex, que fueron subiendo de 12.5 mil hasta los 18 mil millones de dólares que se tienen contratados.
La única que llevaba cuentas alegres y maquilladas era la encargada del desastre, Rocío Nahle, responsable directa del diseño y edificación del complejo petroquímico, quien desde el principio hizo todo mal al involucrar a empresas cercanas a su familia y encargarle el proyecto a un funcionario acusado de corrupción, ligado a Emilio Lozoya: Leonardo Cornejo Serrano.
Sin embargo, lo que realmente le interesa a Nahle es generar relaciones empresariales y mostrarle lealtad a un Presidente que la puede considerar como candidata de Morena a la gubernatura de Veracruz ―pese a ser de Zacatecas―, y así otorgarle a esa lacerada entidad un nuevo mandatario de dudosa reputación y de probada incapacidad, en una fila por la que ya pasaron Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes y el actual mandatario, Cuitláhuac García.
Por lo pronto, Nahle ha perdido la batalla contra su antítesis en el equipo energético de López Obrador, el director de Pemex, quien, junto con su mano derecha, Elvira Daniel Kabbaz, logró convencer a López Obrador de invertir en la refinería de Deer Park en Texas, que, si bien no ha generado una utilidad de 400 millones de dólares desde que se adquirió completamente ―como afirma el Presidente―, sí resultó ser un mejor negocio que construir una de cero.
La actual administración ya carga con el costo de cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que se calculó en 113 mil millones de pesos como parte de la cuenta pública 2019, pero en un análisis económico que contempla los intereses que representará la recompra de bonos, la cifra se dispara a los 330 mil millones. Todo este dinero se tiró a la basura por capricho.
Así se espera que sea el futuro de los miles de millones destinados a Dos Bocas: un desperdicio de recursos que se necesitan para comprar medicinas, rehabilitar y construir hospitales y escuelas, y para muchos otros fines más importantes que refinar petróleo.
Los 300 mil millones de pesos son tres veces el presupuesto que se le otorgó al ramo de Seguridad y Protección Ciudadana en 2022, el cual urge fortalecer.
También es casi tres veces el presupuesto que se le asignó a la Sedena, con todo y que ha sido la más favorecida del gobierno, con privilegios y reconocimientos que rayan en el exceso.
Un capricho muy caro para todos los mexicanos.
Posdata
El actual secretario de Gobernación, Adán Augusto López, también fue en su momento perjudicado por permitir que se inundaran poblaciones de Tabasco para salvar el proyecto energético que no será de mucha utilidad para dejar de depender de las importaciones de gasolina.