Pepe se destapó con valor, lo ha dicho de frente, sin esconderse ni camuflaje en su intención para contender por la gubernatura del 24
Por: Francisco Licona/ Políticaaldía.com
Entusiasmados… pero entusiasmados en serio, se les nota por estos días a no pocos priistas; pero sobre todo aquellos veracruzanos de la sociedad civil que han votado y puesto sus esperanzas en Pepe Yunes.
La razón es simple, me explican: ven a Pepe hecho un toro. Ven a Pepe diferente, decidido y dispuesto a dar la cara por esos ciudadanos que lo han querido ver gobernando a Veracruz.
Pepe ha dejado atrás su criticado discurso tibio por uno fuerte, claro y valiente. Un discurso con argumentos, fundamentado en la experiencia legislativa y ejecutiva en la administración pública.
Y es que no pocos han comentado al que esto escribe, que este Pepe sí les gusta. Un Pepe con la mirada de tigre, decidida, sincera y clara, en la que no cabe duda que va con todo sin perder su estilo gentil y caballeroso de siempre.
Una mirada de tigre como aquella que se le veía al famoso actor de cine Sylvester Stallone en la primera película de la serie Rocky interpretando a Rocky Balboa.
Ahora sí, me comentan sus más cercanos seguidores, a Pepe se le ve la mirada de tigre, del político que todos esperaban: un Rocky Balboa dispuesto a todo y a derrumbar gigantes.
Eso, me aseguran, es lo que ha prendido le mecha alrededor de Pepe, su entusiasmo, su carácter y su verdadero talento para hacer política de la buena.
Ese carácter y el talento oculto, anclado por él mismo con el lazo de la buena fe y la confianza en aquellos que no se lo merecían, se ha soltado, ha salió a flote y lo mejor es que se le nota, que lo transpira e inspira confianza: un Pepe curtido y hastiado de traiciones dirigidas y alentadas desde las cúpulas de su propio partido que le cerró el paso al Senado y a la gubernatura de Veracruz en su momento, hoy está decidido a luchar y echar el resto por Veracruz y los veracruzanos.
Pepe, se sabe, goza de simpatías en las bases priistas y de la oposición partidista, pero sobre todo, de la sociedad civil ávida de un cambio de rumbo para Veracruz. Entre los aspirantes de la oposición, incluso, se le reconoce su seriedad, capacidad, sensibilidad y sinceridad para conformar un gobierno de coalición sin ambiciones ni traiciones.
Me comentan amigos de Pepe que ha llegado el momento de que responda y desmienta con hechos aquella grosera e injusta apreciación que hizo de su carácter una diputada local norteña.
Pepe Yunes está dispuesto tomar esta nueva oportunidad que le da la vida y no dejarla pasar como lo hizo en vísperas a la elección del 2016, cuando caballeroso en exceso le cedió el paso a un primo que se aprovechó de su nobleza y lo sacó de la lucha por la gubernatura por un capricho personal.
Lo anterior quedó sellado ahí, precisamente en el rancho de la familia San Julián, cuando Pepe confió una vez más en la cúpula de su partido al final de la comida en la que se suponían sería destapado para la gubernatura. Ahí se pactó el perdón de Palacio para Héctor Yunes y en petit comité entre el líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, el gobernador Javier Duarte, Pepe y Héctor Yunes, ante la presencia de quien esto escribe, pactaron un destape en paz a favor de Héctor, quién más tarde sucumbió por carecer de la fuerza y popularidad de la que presumía. Ese capricho personal de Héctor le costó al PRI entregar, después de más de ocho décadas, el Palacio de Gobierno.
Héctor perdió la gubernatura culpando al mal gobierno de Javier Duarte y justificando la pésima estrategia de campaña diseñada por Fernando Vázquez Rigada, pero sin aceptar que la gente quería que el candidato fuera Pepe.
Pepe confió en la cúpula, en su primo, se disciplinó y se hizo a un lado ante la sorpresa posterior de los cientos de líderes regionales y locales que se habían dado cita en la comida histórica de San Julián.
Pero todo eso quedó atrás, me comentan, ha quedado en olvido sin rencores y con un nuevo ánimo de Pepe Yunes para salir y luchar con todo.
En esta ocasión, Pepe se destapó con valor, lo ha dicho de frente, sin esconderse ni camuflaje en su intención para contender por la gubernatura del 24 como también lo han hecho Julen Rementería y de nuevo Héctor Yunes; pero esta vez habrá una simple diferencia, la candidatura no dependerá de cúpulas siniestras sino de las bases partidistas, pero sobre todo de la sociedad civil.
La carta está ahí. La cancha y el momento también. Y Pepe y Veracruz están hoy ante su gran oportunidad.
La historia, recuerden, la escriben los decididos.
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