A pesar de que durante este sexenio hemos visto debates verbales y reales muy interesantes, el que hoy vemos es sin duda el más importante. Antes vimos cómo AMLO emprende cruzadas contra gobernadores (Cabeza de Vaca); expresidentes (Felipe Calderón); exfuncionarios (Genaro García Luna); empresarios (Claudio X. González); ciudadanos (María Amparo Casar); periodistas (Carlos Loret de Mola); gobiernos extranjeros (Perú); organismos internacionales (ONU); activistas (padres de niños con cáncer), y muchos otros porque aquí anoto sólo algunos ejemplos. También hemos visto debates sin la intervención de AMLO como los de la gobernadora de Campeche y Alejandro Moreno, que también es el motivo de diferencias públicas con Dante Delgado o Miguel Osorio. El presidente del PAN tampoco ha estado libre de críticas al interior de su partido, e incluso hemos visto pleitos entre gobernadores y candidatas de su partido como fue el caso de Javier Corral con Maru Campos. Pero ninguno de ellos llega a este nivel, ninguno tiene la importancia del que han establecido el presidente López Obrador con la muy probable candidata opositora Xóchitl Gálvez.
Si reconocemos en el presidente una gran habilidad para la comunicación política y además sabemos que él creció en popularidad al amparo de las críticas del entonces mandatario Vicente Fox, la pregunta obligada es ¿Por qué insiste en atacar a Xóchitl? Un análisis general muy simple, ha llevado a decir a muchos que con sus críticas y permanente ataque está ayudándola a posicionarse, yo no lo veo tan sencillo y aquí lo quiero exponer. Trataré de desarrollar mi idea desde el punto de vista de estrategia electoral.
- Las embestidas de Vicente Fox a López Obrador se dieron desde el inicio de sus gobiernos, en enero de 2001 ya estaban enfrentados con temas tan sencillos como el horario de verano o tan de fondo con el subsidio a la leche; eso los volvió los dos protagonistas de la política nacional e hizo crecer a AMLO hasta hacer casi inevitable su candidatura (pasando antes por un proceso de desafuero que lo impulsó de nuevo)
- Si los ataques a Xóchitl hubieran sido al principio del sexenio, entonces podríamos igualar los fenómenos y decir que el presidente generaba la popularidad de ella, pero ahora no es así, el ataque llega cuando ya está perfilada para ser la candidata, es decir, no construye una candidatura, sino ataca a la que ya ve candidata.
- El presidente, como buen analista y seguramente viendo sus encuestas, detectó que era inevitable que Xóchitl fuera candidata, pero también detecta que tiene mucho espacio para crecer (más de dos de cada tres mexicanos no la conocían al tomar la decisión de competir) y que tiene una narrativa de vida real muy atractiva para el electorado: su origen; su exitosa carrera como empresaria y como política; nunca haber sido acusada de corrupción; ser congruente en sus posiciones; no pertenecer a la estructura ni estar cerca de las dirigencias de los mal vistos partidos políticos (lo que la hace una outsider); no ser cercana a los empresarios, periodistas, gobernadores, expresidentes, etc, a los que el presidente ha descalificado; su forma de comunicar coloquial; su apariencia alejada del estereotipo de adversario que ha creado, etc, muchos elementos para detectar peligrosidad.
- Ante ese diagnóstico, el presidente sabe que como candidata tarde o temprano será conocida por la gran mayoría de los ciudadanos, que más de nueve de cada 10 votantes en junio de 2024 sabrán de ella. Así que sabiendo de campañas decide que ese conocimiento suba rápidamente, pero no con la narrativa que ella comunique, sino con la que él nos diga; decide crear al personaje a la “imagen y semejanza” que él establezca, en otras palabras decide “etiquetarla” que es de lo que se trata toda campaña electoral. Antes de que ella generalice la idea de ser la “candidata del pueblo”, la “candidata indígena”, la “candidata del éxito”, o cualquier etiqueta positiva, López Obrador quiere que sea vista como la “candidata de los conservadores”, la “candidata de Claudio X. González”, la “candidata millonaria” (por ello la exhibición de contratos), o la “candidata falsa”. Cualquier etiqueta negativa con la que Xóchitl tenga que luchar. Es mucho más difícil convencer a alguien de que cambie de opinión que inyectarle opinión a alguien que aun no te conoce. Y ahí está la explicación a la permanente mención de ella que hace el presidente, a base de repetición intenta crear una percepción entre sus seguidores.
- Lo que ha hecho bien Xóchitl Gálvez, muy bien, es responder rápido. La técnica de “voltear la tortilla” que ha utilizado no es nueva, se usa mucho y su éxito radica en el tiempo de reacción. Lo he equiparado a un juego de albures donde aprovechas lo que la otra persona dice, cualquier palabra, para crear un argumento a tu favor, pero como en los albures si dejas pasar tiempo ya no sirve lo que digas, lo que importa es la capacidad de reacción y Xóchitl la ha tenido.
Por lo pronto, el presidente ha sido llamado a guardar silencio por parte del INE, pero cuidando las formas no dejará de criticarla y Xóchitl no dejará de responder y hasta de denunciar, también bajo los principios de la comunicación política: “la forma de combatir una mentira es repetir hasta el cansancio la verdad”. Así que tenemos ese pleito para largo, por lo menos hasta que inicien las campañas y el lugar del presidente lo tenga que ocupar su candidato o candidata o sus voceros, si así lo decide López Obrador por supuesto.