Cuando se afirma que el sur del país ahora sí está creciendo, a diferencia de lo que ocurría en otros sexenios, es una afirmación que hay que tomar con pinzas.
Enrique Quintana //Coordenadas
No todo el sur es igual.
Las declaraciones del subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, respecto al hecho de que el crecimiento económico del sur del país es el doble que el promedio nacional, son en lo esencial correctas.
Pero, hay que hacer notar dos cosas.
La primera es que no todo el sur es igual. Hay grandes contrastes entre las entidades. Y la segunda es que va a ser difícil que el ritmo de crecimiento en algunas entidades vaya a ser sostenido.
Vamos por partes.
De acuerdo con los datos del INEGI, la entidad que más crece en esa región y en el país completo es Tabasco. Al primer trimestre el indicador de actividad económica estatal creció a un ritmo de 10.7 por ciento a tasa anual.
La construcción de la refinería de Dos Bocas, sin duda es el factor que dinamizó la actividad del estado. A partir del 2018, el crecimiento de la entidad ha sido de 41.7 por ciento, lo que implica un ritmo medio de 8.2 por ciento por año.
Otro estado beneficiado por la obra pública es Oaxaca, estado que creció el último año a un ritmo de 8.3 por ciento anual. El acumulado en el sexenio, sin embargo, es de solo 12.4 por ciento, lo que implica una tasa anual media de solo 2.8 por ciento, por lo que parece que en este estado solo en los últimos trimestres hubo un crecimiento más acelerado.
El caso de Quintana Roo, se benefició por la obra pública de la construcción del Tren Maya y tuvo un crecimiento de 8.0 por ciento en los últimos 12 meses.
El problema es que la crisis que trajo consigo el covid y que afectó severamente la actividad turística condujo a que el crecimiento acumulado desde 2018 sea de solo 4.8 por ciento, lo que implica una tasa anual media de apenas 1.1 por ciento.
Yucatán creció 3.7 por ciento el último año, ligeramente por arriba del promedio nacional. Pero el saldo sexenal no es muy positivo, pues el crecimiento acumulado es de apenas 2.3 por ciento, una tasa media de apenas 0.5 por ciento por año.
El estado de Chiapas ha tenido un menor impacto por la construcción del Tren Maya y el crecimiento del último año fue de solo 2.9 por ciento, mientras que el acumulado en el sexenio ascendió a 5.9, lo que implica un promedio anual de apenas 1.3 por ciento.
El caso de Guerrero es también contrastante, pues en los último 12 meses creció solo 2.1 por ciento, en tanto que el acumulado en el sexenio es un retroceso de 1.6 por ciento, es decir, una caída promedio anual de -0.4 por ciento.
Pero el extremo es Campeche. Su crecimiento el último año fue de 0.5 por ciento. Pero el saldo en el sexenio es una caída de la actividad económica de -15.3 por ciento, lo que significa un retroceso promedio por año de -3.9 por ciento.
Al ver estos contrastes, se puede observar que cuando se afirma que el sur del país ahora sí está creciendo, a diferencia de lo que ocurría en otros sexenios, es una afirmación que hay que tomar con pinzas.
Más valdría decir que Tabasco está creciendo como hace mucho no lo hacía; que Oaxaca se ha recuperado el último año y Quintana Roo también, aunque no ha logrado compensar el efecto negativo que la pandemia le causó. Yucatán va más o menos con el promedio, pero Chiapas, Guerrero y sobre todo Campeche, no tienen buenos registros.
La realidad es que el sur es muy heterogéneo y que no podemos identificar una tendencia general.
Y, en estados como en Tabasco o Quintana Roo, que se vieron empujados por obras de infraestructura del sector público, no será fácil mantener el ritmo cuando estas se acaben.
En Quintana Roo dependerá mucho de la actividad turística y su dinamismo.
En Oaxaca y eventualmente Veracruz, ya veremos si el proyecto del tren transístmico fructifica y logra atraer inversiones privadas en volúmenes suficientes para generar un nuevo dinamismo en esas economías.
Creo que aún falta mucho para poder decir que ahora sí tendremos desarrollo en una región que históricamente se ha quedado rezagada.