- La cultura (o incultura) política de este país, o al menos del grupo político cuyo dominio perdura, nos lleva siempre a los mismos métodos, a la idéntica repetición de procedimientos por encima de suposiciones legales
POR RAFAEL CARDONA//PORTAZO//heraldodeméxico.com.mx
Hemos dado vueltas y más vueltas en la rueda del tiempo y solamente logramos regresar a los orígenes, porque al parecer no hay otra forma de convivir con la idiosincrasia nacional.
La cultura (o incultura) política de este país, o al menos del grupo político cuyo dominio perdura, aunque cambie de color, de discurso, de pretexto o de lenguaje simulado, nos lleva siempre a los mismos métodos, a la idéntica repetición de procedimientos por encima de suposiciones legales o recursos no logrados de modernidad, si en esa palabra reconociéramos la prevalencia de las instituciones por encima de los personajes providenciales de cada periodo nacional.
La modernidad somete al caudillo al servicio de las instituciones, lo cual produce su extinción. Por el contrario, cuando el caudillo las pone a su servicio, quienes languidecen son ellas.
Un ejemplo de cómo esto viene sucediendo de manera implacable en los años recientes, cuya verdadera denominación debería ser Cuarta Involución, por lo mucho como nos empuje al pasado del país de un solo hombre se observa claramente en la pugnacidad contra el Poder Judicial; la extinción de los órganos autónomos constitucionales o en su colonización, como ha sucedido con el INE, en las dóciles y poco capaces manos de la señora Taddei.
Mantener incompletos los aparatos administrativos y de gestión, como los tribunales electorales o el INAI sólo significa el triunfo caudillista sobre un neosistema, cuyo desarrollo se frenó deliberadamente.
Se diría, nada más las instituciones recientemente creadas (neoliberales de los últimos años) son víctimas de este desmoronamiento intencional, pero no es así. También se han demolido sistemas completos en Educación Pública; Salubridad, docencia o investigación científica y tecnológica.
En materia política es donde la regresión (recuperación del pasado), más se observa: los mecanismos de simulación para ejercer la facultad supra legal de elegir al sucesor presidencial desde el Palacio Nacional e intentar someterlo, forman el tapadismo en todo su esplendor, complementado ahora con el Maximato constitucional, el mandato revocable.
Por primera vez en la historia, un presidente se enfrentará, desde el primer día, a la posibilidad legal de no concluir su periodo. Esto se podría interpretar como un avance democrático porque si el pueblo pone, el pueblo quita, pero el pueblo no existe sino como una invocación.
Pone un sistema electoral de sufragios y quita quien logra acaudillar a una masa alborotada en contra del presidente en funciones. Y eso sólo se hace desde una movilización de masas a través de un partido político.
¿Cuál? Aquel cuya experiencia en la agitación política se lo permita. En este caso, Morena.
La única novedad es la supervisión y vigilancia de la herencia.
@CARDONARAFAEL