- Javier Bátiz, ícono del blues y el rock en México desde hace 65 años, se sincera en entrevista con ‘La Jornada’: “Estoy muy bien de mi mente, pero el cuerpo no me funciona ni un gramo. Hace un par de meses fue hospitalizado.
Por Jorge Caballero //lajornada.com.mx
Las ondas satelitales hacen posible escuchar la voz inteligible de Javier Bátiz por la pequeña bocina del teléfono y un canto como si fuera la estrofa de un terso blues. Estoy muy bien. De mi mente estoy muy bien. Pero todo lo que es el cuerpo no me funciona ni un gramo. Primero no pude mover un brazo, luego no tuve dominio de una pierna y después tampoco de la otra. No me puedo parar ni tocar, a pesar de que me es posible mover un poquito uno de mis brazos. Aquí estoy en mi cama de muerte
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Como se recordará, hace un par de meses Bátiz, El Brujo, fue internado por un cuadro de neumonía, glucosa alta y otros problemas de salud. Con firmeza, la voz fundacional del blues y rock mexicano desde hace 65 años admite: “me asusta, porque ya son 33 días desde que me dieron de alta del hospital. Me mandaron a mi casa a descansar, eso lo traduje como ‘vete a tu casa hasta que te mueras’. Siempre es difícil enfrentarnos a la flaca, voy a cumplir 80 años el 3 de junio y nunca había estado en un hospital, así que aparte de Dios, sólo una persona me está salvando, mi esposa, Claudia, quien me tiene aperrado a no irme”.
A pesar de los padecimientos el fundacional músico mexicano, haciendo tremolar la diminuta bocina, agrega: sigo componiendo canciones y las interpreto en mi mente, mientras llegan a ser escuchadas por el público. No pienso mucho en otras cosas, porque a los 80 años, como el doctor, no vienen a visitarte y es porque hay algo ahí, pero bueno, no
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Apenas este mes que termina el músico tijuanense trajo una colección de música vernácula titulada Porque puedo, porque quiero y porque se me da la gana. Señala: son melodías de rancho, que lanzo con la idea de salvar la música mexicana, porque ya se fue por todos lados. No hay problema con los corridos tumbados y con todo eso, el problema es con las groserías, las vulgaridades y el cochinero que hacen con la música. Encaminan a la gente a que eso le guste y una bola de hediondos que quieren hacer lo mismo. Nos están acostumbrando al mal gusto, a la mala música, a ser pobres a fuerzas… porque hay algunos que somos pobres pero dignos, peleamos por nuestro derecho a crear cosas buenas. Paradójicamente, entre tanto cochinero sí hay buena música, a esa hay que ponerle atención, pero es difícil porque hay mucha mala y poca buena. No dejo de componer; sin embargo, mi motor creativo está estallando
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Fui líder
El legendario guitarrista altera nuevamente el autoparlante con su potente voz, como si fuera otra vez a entonar una estrofa de un blues y rememora: “fui la punta de la flecha en el blues mexicano. Nunca fui bien aceptado por los músicos de mi generación, siempre trataron de desbaratarme porque fui el líder de todo ese grupo, me tenían unos celos irreparables. Pero ahora andan en su lucha, pues igual que a mí, el cochinero que existe los desplazó. Ahí andan apenas haciéndola. Me gusta dar entrevistas para dar el mensaje y gritar: ‘¡pongan blues, mensos!’”
‘El Brujo’, voz fundacional del blues y el rock en México, en el Zócalo capitalino el 15 de abril de 2017. Foto José Antonio López
Existe la idea de que Bátiz enseñó a tocar a Carlos Santana. Las ondas satelitales traen la voz al dispositivo de El Brujo, para despejar la incógnita: “él es un músico genial y ya estaba destinado a la gloria. Venía de tocar mariachi con su papá, ya tenía la digitación del violín. Lo que le enseñé fue el blues, por eso se cambió a tocar conmigo. Hemos tenido varias reuniones, hace unos años nos encontramos en la Cumbre Tajín y estuvo muy suave. Él fue a saludarme con todo su ejército. Después nos volvimos a ver en el Vive Latino y ahí me dijo: ‘Javier, hoy no puedo chochar contigo’, y el palomazo no ha llegado”.
La voz de El Brujo no pierde intensidad, sólo adquiere un tono más festivo, para bromear y reír: “como hombre me ha hecho falta mucho bailar Las chiapanecas y La negra”. Agrega: “mi amigo José Agustín, en su libro La nueva música clásica, escribió que hasta después de 100 años de mi muerte la música que se iba a escuchar sería la mía. Para mí, eso es algo fregón porque él tenía algo de brujo y entre brujos nos reconocimos”.
Sobre el papel que ha tenido en sus casi ocho décadas la indisoluble trinidad de sexo, drogas y rocanrol, Bátiz se hace escuchar por medio de la bocina: sexo y blues tuve, pero drogas… En estos 80 años nunca he estado mariguano o cocaíno, nunca me inyecté heroína ni consumí ácidos. Una vez alguien, que hablaba como menso, me ofreció ácido. Le pregunté si me lo daba para estar como él. Respondió que sí. Si es para estar tan menso como tú, entonces no
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Bátiz añade: todo lo que hice está chingón. Todo, no hay nadie que se le acerque a las cosas que he hecho y hago. Hay mucha gente que se ha acercado, pero no van a poder llegarme porque sigo creando. Soy el rey, el que inventó todo en este país, es la verdad. Soy el que llevó la música a la Ciudad de México, fui el que la cambió en 1963, cuando me llamaron Los Locos del Ritmo. Soy el que cambió la moda, el papá de todos esos cabrones y por eso ahora estoy descansando en mi cama de muerte. Estoy listo para el día en que Diosito quiera llamarme
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Las pequeñas bocinas de los respectivos celulares vinculados por la ondas satelitales no se interrumpen. Bátiz continúa: todos mis sueños dorados los he cumplido. Toqué con Ray Charles, Little Richard, BB King, dos-tres más y Jim Morrison fue a verme tocar muchas veces, porque fuimos amigos
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Las bocinas emiten el colofón de la charla con Javier El Brujo Bátiz. Afirma: estoy flaquito y dado al catre, pero la melena sigue intacta
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