La realidad es que enfrentamos un panorama económico complejo, donde los factores externos e internos se combinan, haciendo que el debate sobre décimas de punto sea ocioso ante la magnitud real de los retos económicos actuales.
Enrique Quintana
Coordenadas
Ayer, el INEGI publicó las cifras del Indicador Oportuno de Actividad Económica (IOAE) para marzo. Según estos datos, la economía mexicana se encuentra estancada respecto a febrero y muestra una leve contracción de -0.2% frente a marzo del año anterior. El primer trimestre del año exhibiría una disminución marginal de -0.1%.
Ante estas cifras, algunos han empezado a afirmar, incluso con cierto entusiasmo, que México entró en recesión.
Sin embargo, la realidad es mucho menos categórica. El leve retroceso registrado aún puede modificarse, pues los datos oportunos suelen ser revisados en las semanas posteriores, además de que no consideran las actividades primarias, que pueden influir notablemente en las cifras definitivas.
Será hasta el miércoles 30 de abril cuando la estimación oportuna del PIB del primer trimestre otorgue una imagen más nítida del panorama económico.
Más allá de estas cifras coyunturales, recientemente el FMI presentó su pronóstico actualizado para México en 2025, anticipando una caída del PIB del -0.3%, consecuencia directa del impacto negativo derivado de los aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump.
Como era previsible, la presidenta Claudia Sheinbaum reaccionó en su conferencia matutina, rechazando la evaluación del FMI y argumentando que no se tomó en cuenta el posible efecto positivo del Plan México, iniciativa que, según el gobierno federal, estimularía el crecimiento económico.
Cabe recordar que la estimación oficial, establecida en los Precriterios de Política Económica 2026, proyecta para este año un crecimiento económico de entre 1.5 por ciento y 2.3 por ciento.
Otras instituciones tienen perspectivas distintas. El Banco de México, en su Informe Trimestral más reciente correspondiente al cuarto trimestre de 2024, ajustó a la baja su estimado puntual de crecimiento al 0.6 por ciento. Todo indica que la próxima revisión, programada para el siguiente mes, podría seguir esa tendencia negativa.
Por su parte, la OCDE anticipa un desempeño aún más pesimista, con una caída proyectada del -1.3 por ciento para 2025, atribuible también al impacto de la política arancelaria estadounidense.
Aunque la presidenta Sheinbaum tiene razón al mencionar que las evaluaciones del FMI y probablemente la OCDE no contemplaron plenamente el potencial impacto positivo del Plan México, esto ocurre porque aún no existen evidencias concretas sobre sus efectos reales.
El contexto económico global actual está marcado por una profunda incertidumbre.
Todavía no hay certeza sobre cuáles aranceles seguirán vigentes tras cumplirse el plazo de 90 días dado por Trump, el cual concluye en julio. Esta incertidumbre hace especialmente complejo formular proyecciones económicas confiables.
Instituciones como el FMI y diversas entidades financieras y de análisis están cumpliendo con su función al emitir estimaciones del comportamiento económico. No obstante, dada la volatilidad sin precedentes, estas previsiones pueden desviarse significativamente del curso real de los acontecimientos.
La reciente declaración del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, calificando de “insostenible” la tensión comercial con China, podría interpretarse como un indicio positivo hacia futuras negociaciones. Aunque Bessent aclaró que las conversaciones oficiales aún no inician, los mercados reaccionaron con optimismo, generando ganancias bursátiles notables.
Sin embargo, la incertidumbre persiste en niveles elevados, dificultando una visión clara del futuro inmediato.
Existe la posibilidad real de una recesión más profunda que la actualmente anticipada, así como la esperanza de superar esta crisis de forma favorable.
En este escenario, resulta poco útil discutir si México está técnicamente en recesión por fracciones porcentuales.
La realidad es que enfrentamos un panorama económico complejo, donde los factores externos e internos se combinan, haciendo que el debate sobre décimas de punto sea ocioso ante la magnitud real de los retos económicos actuales.
Más bien, la atención debe estar en cómo le hacemos frente. De esto hablaremos próximamente.
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