- Universidad Veracruzana, Martín Aguilar Sánchez: corromper dentro del marco legal
CLAROSCUROS//José Luis Ortega Vidal
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Durante el segundo semestre de 1987, el ingeniero Heberto Castillo Martínez (+) visitó la ciudad y puerto de Veracruz en calidad de precandidato del Partido Mexicano Socialista (PMS) a la presidencia de la República.
En abril de aquel año, el gobernador Fernando Gutiérrez Barrios (+) había inaugurado el Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC) a cuyo frente colocó a la prestigiosa doctora en Historia del Arte, Ida Rodríguez Prampolini (+).
Entre las piezas clave dentro de la estructura de trabajo impulsada por Rodríguez Prampolini estuvo el maestro Miguel Galindo Valencia (+), académico en el área de letras de la UNAM y sobrino del escritor Sergio Galindo (+), quien fundó la revista “La Palabra y el Hombre” en la Universidad Veracruzana.
“La Palabra y el Hombre” incluyó en una de sus ediciones “Los funerales de la mamá grande”, el primer cuento de Gabriel García Márquez publicado en México.
Aquel hecho histórico fue posible gracias a la recomendación de su paisano Álvaro Mutis (+) y abrió una relación memorable entre el escritor colombiano y la UV.
En 1961, García Márquez recién había llegado a México con su familia y escaseaban los recursos económicos para la comida y la renta; Sergio Galindo le pagó mil pesos de anticipo por su cuento; luego vendrían Cien Años de Soledad y el Premio Nobel…
Otra figura esencial en la fundación y exitosa primera etapa de desarrollo del IVEC fue la doctora Luz María Martínez Montiel, egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), con estudios de postgrado en la UNAM y la Sorbona, en París.
El maestro Galindo Valencia fue director de Educación y la doctora Martínez Montiel se hizo cargo de la dirección de Investigación.
Bajo la tutela la doctora Luz María Martínez trabajó en el IVEC un joven sociólogo egresado de la Universidad Veracruzana: Martín Aguilar Sánchez, hoy Rector de la UV.
A su vez el joven investigador Martín Aguilar tuvo bajo su responsabilidad, en calidad de servidor social, al estudiante de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación (FACCyTC), hoy doctorado y parte de la Honorable Junta de Gobierno de la UV: Genaro Aguirre Aguilar.
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Aquel segundo semestre de 1987 Heberto Castillo tenía planeado ofrecer una charla o conferencia en la sede del IVEC, a cargo de su amiga Ida Rodríguez Prampolini.
Cuando el prestigioso científico e histórico luchador de izquierda en México llegó a la sede del IVEC junto a quienes formábamos parte de su público, se topó con la puerta principal cerrada.
¿Por qué la doctora Rodríguez Prampolini, quien formó parte del comités civiles de ayuda a los presos políticos en la cárcel de Lecumberri durante la década de los sesentas –entre ellos algunos líderes del Movimiento Estudiantil, sobrevivientes de la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968- cerró la puerta a su amigo y compañero de lucha política desde la izquierda?
No conozco la respuesta a esa pregunta y la memoria sólo me remite a un Heberto Castillo ubicado a una cuadra del IVEC, bajo la sombra de un árbol en un parque junto al edificio de la Marina y muy cerca del sitio donde murió el teniente José Azueta, héroe de la resistencia contra la invasión norteamericana de 1914.
Luis Velázquez, insigne maestro de la FACCyTC publicó una extraordinaria crónica sobre aquel hecho, resaltando la figura histórica del ingeniero Castillo y cuestionando el accionar de la directora del IVEC.
Casi cuatro décadas más tarde, entiendo que el adolescente que fui no podía visualizar la transformación política que se generaba en México aquel año de 1987 y tendría su parteaguas durante los comicios de 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas como candidato del Frente Democrático Nacional.
Recordemos que el Partido Mexicano Socialista nominó a Heberto Castillo como su candidato presidencial pero éste terminó declinando y el PMS se sumó al FDN que ganó los comicios al PRI el 6 de julio de 1988 pero “la caída del sistema” impuso en la silla del águila a Carlos Salinas de Gortari.
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Todo lo anterior viene a la mente en el contexto del intento del doctor Martín Aguilar Sánchez por obtener la prórroga de su rectorado en la UV para los próximos cuatro años.
La Honorable Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana –integrada por nueve académicos, cinco internos y cuatro externos- ha recibido el 29 de mayo la solicitud de prórroga por parte de Aguilar Sánchez y anunció una consulta para responder Sí o No a la petición del Rector cuyo periodo concluye el próximo 31 de agosto.
Martín Aguilar argumenta:
“Mi petición se basa en los artículos 4, fracción I, y 10 de la Ley de Autonomía de la Universidad Veracruzana: el rector durará en su cargo cuatro años, periodo que podrá prorrogarse por una sola vez, y tomará posesión el primer día hábil del mes de septiembre del año que corresponda”.
“No hay interpretación que pueda variar más que lo que la ley dice y establece, hay un respeto a la normatividad universitaria, un respeto a sus autoridades y a la comunidad universitaria, porque esas disposiciones legales están desde 32 años, hoy solo las retomo”.
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Martín Aguilar Sánchez miente.
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Todos los rectores que le preceden desde que se otorgó autonomía a la UV han sido electos mediante convocatoria y una serie de protocolos que los aspirantes deben cumplir para quedar en manos de la Honorable Junta de Gobierno el nombramiento del Rector o Rectora.
¿Por qué no lanzar la convocatoria?
La norma universitaria marca un límite de edad a los aspirantes al Rectorado o Reelección; el doctor Aguilar Sánchez no cumple ese requisito, por lo cual no es reelegible.
Frente a esta condición, el actual Rector apela al derecho a una prórroga, donde no se fija el límite de edad.
¿Está en su derecho?
Sí.
¿Es legal la prórroga?
Sí.
¿Es legal la maniobra de Aguilar Sánchez al brincarse el protocolo de la convocatoria, eliminando así las aspiraciones de otros aspirantes a la Rectoría?
Hay un debate al respecto: Martín Aguilar Sánchez asegura que sí, es legal; por su parte los ex rectores Raúl Lovillo, Víctor Arredondo Álvarez, Sara Ladrón de Guevara, afirman lo contrario…y cada uno cuenta con la opinión de juristas expertos en la materia.
Hay división en la comunidad universitaria al respecto: unos apoyan la prórroga, otros están en contra.
¿En qué miente Martín Aguilar Sánchez?
Primero, en su afirmación de que la ley de prórroga no está sujeta a interpretación; tan lo está, que su afán por continuar al frente de la UV lesiona los derechos de otros aspirantes y tal acción es debatible jurídicamente, pero carece de ética…
Nadie le ha pedido a Martín Aguilar Sánchez que se mantenga al frente de la UV; es él quien manifiesta tal interés; no es lo mismo apoyar su plan que haber desarrollado –en tiempo y forma- un proyecto colectivo de petición para su continuidad…
¿Es democrática una consulta lanzada por la Honorable Junta de Gobierno de la UV a escasos días de la petición de Martín Aguilar Sánchez sobre una prórroga cuyo interés es particular, aun cuando afirma buscar un desarrollo colectivo?
No.
¿Por qué la Honorable Junta de Gobierno no atiende la petición de convocatoria de los otros aspirantes a la Rectoría?
No hay respuesta oficial al respecto y en consecuencia se impone la opacidad; a todas luces falta de ética.
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¿Es confiable la referida consulta?
Desde luego que no.
No hay antecedentes al respecto; nunca un Rector de la UV se eligió por medio de una prórroga; se trata de un punto ciertamente legal pero ambiguo y sujeto a interpretaciones; por tanto debe ser debatido y en su caso modificado para futuros escenarios de relevo en la Rectoría de la UV.
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Es muy simple: Martín Aguilar Sánchez corrompe actos internos de la UV dentro del marco legal: respeta la ley universitaria, sí, pero a su conveniencia…
¿La Honorable Junta de Gobierno se le sumará para la obtención de su propósito?
Veremos.
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