AMLO y los Jinetes del Apocalipsis: la 4ta se desmorona…

CLAROSCUROS

AMLO y los Jinetes del Apocalipsis: la 4ta se desmorona…

José Luis Ortega Vidal

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El discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, la tarde del domingo en el contexto del 1er Informe de su 2º Año de Gobierno resultó una réplica retórica –en el mejor de los casos- de sus planteamientos políticos harto conocidos sobre el proyecto de una 4ta Transformación sin planes concretos, sin metodología proyectiva, sin condiciones del liderazgo estrictamente necesario.

El triunfo de López Obrador el 4 julio del 2018 con el respaldo de 30 millones de votos ha pasado a lo largo de 16 meses de la ilusión y la esperanza al desencanto paulatinos.

Hacer caso a carniceros que un día sí y otro también inundan redes sociales y conversaciones de basura informativa, escenarios sin contexto histórico, proyecciones llenas del deseo de fracaso del primer gobierno de izquierda en el país denuncia mezquindad.

Al mismo tiempo derechistas, peudo izquierdistas, el centro e incluso los amloístas desencantados y/o simplemente ineficientes –caso del gobierno estatal veracruzano- disputan el poder que viene, accesible o no de acuerdo al fracaso o  resistencia del liderazgo de AMLO.

Si el fracaso macroeconómico del 2019 corroborado con el decrecimiento del PIB en su -0.1 %, marcó la certeza de haber tocado fondo, el Covid 19 abrió las puertas mismas del infierno económico mundial…

Asimismo la prueba de un discurso de izquierda muy viejo, casi olvidado y resucitado desde diciembre del 2019 a la fecha: el fracaso del capitalismo voraz, salvaje y un futuro sin claridad más allá de mayor pobreza colectiva, la confusión de las élites, las oligarquías frente a un juguetito llamado Covid19 que le resulto muy respondón.

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Por lo pronto el discurso de AMLO resultó más de lo mismo y coloca al país frente a una coyuntura poco optimista…

Sin dinero suficiente en las arcas públicas, la ratificación de una apuesta al estatismo del mismo siglo XX mexicano cuyo fracaso estructural está probado…

Y sin diálogo creíble, confiable, concreto con los barones del dinero en México…

Ante dicho panorama no hay lógica válida para que un Estado tan débil como encerrado en sí mismo –caso México con AMLO-  sea capaz de generar más mucho de un millón de empleos en nueve meses.

¿Cómo podrán concretarse los proyectos macro estructurales estrella del sexenio: El Corredor Interoceánico, la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía?

El tiempo no alcanza, el dinero sin acuerdos respetables como los empresarios nacionales y extranjeros, tampoco.

Son temas de sentido común.

Desde la perspectiva de la salud pública viene la fase más difícil del COVID19 y –con todo el deseo de que Dios nos cuide y nuestra capacidad como sociedad civil permita resistir con fuerza propia- la infraestructura oficial al respecto simple y llanamente es insuficiente para una fase 3 ó 4 desfasadas; tipo Italia, España, New York, Ecuador…

De los jinetes del Apocalipsis AMLO refirió ayer a dos de manera concreta.

Si apelamos a la exégesis: la guerra –contra el Covid19- y la hambruna, que el Presidente no acepta y se refugia en un recurso demagógico propio para momentos electorales y no de crisis, cuando ya no apelamos a la empatía sino al liderazgo.

La peste y la muerte serían consecuencia de las dos primeras visitas apocalípticas que ya son huéspedes del mundo y México no es excepción.

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Se esperaba el anuncio de acciones firmes en lo macroeconómico y en el frente de guerra contra el COVID19.

Se nos entregaron palabras y alegorías patrioteras.

La 4ta Transformación dio claras muestras ayer de su falta de fuerza para enfrentar a los enemigos sumamente poderosos de cuya existencia siempre hemos estado informados: la mafia en el poder.

Más allá de las simpatías para con uno u otro resulta obvio que el ejemplo de Franklin D. Roosevelt nos coloca frente a la duda del por qué no referir a un héroe, pensador, intelectual mexicano que los hay y muchos, generadores de ideas para enfrentar crisis graves como la actual.

Hay dos frentes claros: La salud amenazada y la Economía paralizada.

Los antecedentes en ambos casos son históricos pero un paciente y su familia o un desempleado y la necesidad de mantener a los suyos suelen pensar primero en la obligación del Estado de salvarles la vida y garantizar ocupación y comida antes que cantar el himno nacional.

Exhibido en sus inhumanas contradicciones el sistema capitalista es el único vigente –aunque su transformación pueda parecer inminente- y no sentarse a tomar acuerdos con sus representantes, por muy enemigos de la historia que resulten, es algo que seguramente Roosevelt no habría aconsejado.

Ni Juárez…

Ni Vicente Guerrero…

Ni Porfirio Díaz que sobrevivió a la Revolución que lo derrocó…

Ni Ignacio De la Llave…

Ni Julio César…

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Escribe Nicolás Maquiavelo:

“El ansia de conquista es, sin duda, un sentimiento muy natural y común, y siempre que lo hagan los que pueden, antes serán alabados que censurados; pero cuando intentan hacerlo a toda costa los que no pueden, la censura es lícita. Si Francia podía, pues, con sus fuerzas apoderarse de Nápoles, debía hacerlo., y si no podía, no debía dividirlo. Si el reparto que hizo de Lombardía con los venecianos era excusable porque le permitió entrar en Italia, lo otro, que no estaba justificado por ninguna necesidad, es reprobable. Luis cometió, pues, cinco faltas: aniquiló a los débiles, aumentó el poder de un poderoso de Italia, introdujo en ella a un extranjero más poderoso aún, no se estableció en el territorio conquistado y no fundó colonias. Y, sin embargo, estas faltas, por lo menos en vida de él podían no haber traído consecuencias desastrosas si no hubiese cometido la sexta, la de despojar de su Estado a los venecianos. Porque, en vez de hacer fuerte a la lglesia y de poner a España en Italia, era muy razonable y hasta necesario que las sometiese; pero cometido el error, nunca debió consentir en la ruina de los venecianos, pues poderosos como eran, habrían mantenido a los otros siempre distantes de toda acción contra Lombardía, ya porque no lo hubiesen permitido sino para ser ellos mismos los dueños, ya porque los otros no hubiesen querido arrebatársela a Francia para dársela a los venecianos, y para atacar a ambos a la vez les hubiera faltado audacia. Y si alguien dijese que el rey Luis cedió la Romaña a Alejandro Nápoles a España para evitar la guerra, contestaría con las razones arriba enunciadas: que para evitar una guerra nunca se debe dejar que un desorden siga su curso, porque no se la evita, sino se la posterga en perjuicio propio. Y si otros alegasen que el rey había prometido al Papa ejecutar la empresa en su favor para obtener la disolución de su matrimonio y el capelo de Ruán, respondería con lo que más adelante se dirá acerca de la fe de los príncipes y del modo de observarla…”

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