López Obrador: esperamos a un Líder, nos habló –apenas- un Presidente…
José Luis Ortega Vidal
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A las 17:00 horas del domingo pasado el país se paralizó.
La expectativa en torno al mensaje del Presidente Andrés Manuel López Obrador, a poco más de un mes del arribo del Covid19 a México, tornó al equivalente de un relevo en las riendas del poder.
Se aguardada la aparición de un Líder.
El mensaje de un hombre que sacudiera la entraña de la masa, capaz de unir a Tirios y Troyanos con su oratoria y –fundamentalmente- vía los avisos de una serie de medidas ad hoc frente a las crisis que sumen al país.
La de salud vía un virus que sacude al mundo entero y anticipa el nacimiento de una realidad nueva en todos los órdenes: el político, el económico, el religioso, el geográfico político, el pacto y el tejido social, la relación del ser humano con su propia especie y la naturaleza, la reflexión obligada en torno al sistema Capitalista que en sus diversos modelos –el neoliberalismo, como su gran fracaso más reciente- cambiará inevitablemente…
Y la crisis económica de México: un país que AMLO recibió en calidad de enfermo de cáncer metastásico, sin duda, pero al que colocó con un PIB de -0.1 apenas en su primer año de gestión.
El enfermo está casi en etapa terminal, cierto, pero los remedios aplicados durante doce meses sólo lo empeoraron; realidad innegable.
Será en el segundo año –con ayuda del T-MEC- cuando se recupere el PIB y el enfermo presente, por fin, avances a partir de las recetas impuestas por la autodenominada 4T; se dijo.
Nos hablaron de nuevo PIB, 2020, de 1, 1.5 ó hasta 2.5 puntos a favor.
Ni AMLO, ni la 4T, ni MORENA, ni los seguidores de esta corriente política e –incluso- de pensamiento- son responsables del surgimiento del Coronavirus y los daños que está provocando en el orden Político-Macroeconómico-Ideológico-Social del mundo.
Nadie en su sano juicio puede colocar ese tema sobre mesa alguna de debate.
Empero, las nuevas perspectivas del PIB 2020 son de -3, -4. -7 e incluso hasta un posible -10. Una crisis sin precedente con perspectivas de pérdida de empleos por el orden del millón setecientos mil afectados.
Nuestra relación como país con el COVID19 estriba en los destrozos que nos corresponden, las medidas que se han adoptado y se adoptan para disminuir sus efectos y las alianzas urgentes y necesarias que todo ello implica.
Me refiero a los acuerdos políticos propios de un Estado con una democracia madura o –aun cuando sea inmadura como la nuestra- basada en un liderazgo que unifique, dialogue, convoque, convenza, guíe…
Todo ello se esperaba a las 17:00 del pasado domingo de Andrés Manuel López Obrador: al Líder Social Histórico que obtuvo el poder con 30 millones de sufragios, convertido en el Líder Institucional…
Lo esperábamos como alguien que por fin superó el papel de político en campaña; que tragó los sapos propios de su oficio político y ya es capaz de asumir, entender, el pensamiento e intereses variopintos de una sociedad pluriétnica, multicultural, con más 120 millones de rostros políticos y joven, sumamente joven…
Pero no fue así…
AMLO habló de la creación de 2 millones de empleos frente a una lógica, un sentido común que lo desmienten.
Andrés se observó solitario en un edificio histórico de gran peso, cuasi imposible de cargar pues para hacerlo se requiere ser Líder o Estadista no sólo Presidente…
Manuel apenas y se escuchó como un mandatario cansado, agotado, dueño y generador de su propio discurso: el mismo que de tan añejo e incapaz de adaptarse a una realidad nacional y mundial cambiante, se derrumba…
López estuvo muy lejos de ser el Líder que la nación espera; jugó el papel de Presidente y por instantes dramáticos nos ofreció una imagen burocrática: números de lo que vendrá, cifras de lo que se hará, palabras correspondientes a su equipo no a su condición de Primer Mandatario…
Obrador, pues, decepcionó.
AMLO despertó fantasmas con los cuales cohabita día con día y que todo México conoce: la mafia del poder, los empresarios enemigos de la Patria, primero los pobres, la creación de millones de empleos, los Macro Proyectos de Infraestructura, etcétera.
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Franklin D. Roosevelt y Lázaro Cárdenas fueron contemporáneos.
Uno, vía el New Deal(1) y bajo la aplicación de elementos teóricos de John Maynard Keynes(2) así como economistas norteamericanos coincidentes con las ideas del británico en la década de los 30s -o de la Gran Depresión en Estados Unidos- sacó adelante el desarrollo de su país entre las dos Guerras Mundiales y durante el trasiego de la Segunda en cuyo transcurso murió.
El segundo, “Tata” Cárdenas, aplicó en México ideas socialistas en plena época de la Post Revolución de 1910…
Nacionalizó la Industria Petrolera…
Don Lázaro sentó las bases para una economía Estatista –como la que defiende López Obrador-…
El michoacano histórico fue el resto de su vida un socialista moderado, simpatizante de la Revolución Cubana pero disciplinado ante la dictadura perfecta impuesta por el régimen priísta.
¿Por qué la evocación a Roosevelt y no a Cárdenas?(3)
Resulta una duda interesante.
La decepción de López Obrador el domingo ocurrió para sus rivales los empresarios…
Para un sector de sus seguidores que poco a poco –encuestas dixit- se alejan de su convencimiento…
Otorgó argumentos válidos y febriles a quienes por falta de simpatía, razones válidas o un odio irracional, desean su entierro político inmediato.
Pero lo más grave: le dejó al país menos ilusiones y dudas profundas sobre el futuro inmediato, el hambre inminente, las fallas estructurales de la 4T en materia macroeconómica y de seguridad, que ya eran realidad cruel y hoy son co-pasajeras de un destino incierto para más de 120 millones de mexicanos.
(2)
Voté por Andrés Manuel López Obrador y no me arrepiento.
Hay logros en su lucha política; tema que merece análisis aparte.
Trato de ser realista, sensato y equilibrado.
Aún hay modo y tiempo de corregir el rumbo.
Mucho de ello está en manos del Señor Presidente.
No debiera ser así: pero la personalidad de López Obrador a ello nos han conducido.
Ante un país y una sociedad literalmente hundidos por los efectos que el Crack del 29 trasladó a la economía real y el mercado laboral, el candidato demócrata planteó una larga serie de reformas que se dieron en conocer como el New Deal y que ya avanzó, de forma genérica, en su discurso de investidura que se extracta bajo estas líneas, pronunciado el 4 de marzo de 1933. Una larga serie de reformas, leyes, programas de inversión pública y creación de agencias especiales aún en vigor casi nueve décadas después.
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/20191231/472661727845/roosevelt-new-deal-estados-unidos-crack-29-depresion-investidura-1933.html
(2) Si se han de destacar tres ideas que describan la obra de Keynes, podrían ser las siguientes:
Pensaba que la política económica era la herramienta clave para sacar a un país de la crisis.
Su idea era que los gobiernos debían tratar de estimular la demanda que había en la economía.
La mejor manera de estimular la demanda sería utilizar la política fiscal, el déficit público.
https://www.bbva.com/es/keynes-para-dummies-de-que-se-habla-cuando-se-habla-del-modelo-keynesiano/
“El apoyo que Cárdenas brindaba a los trabajadores permitió que se efectuaran múltiples paros y estallaran numerosas huelgas, inclusiva huelgas por solidaridad, lo cual no fue del agrado de los grupos empresariales que amenazaron con parar sus negocios, a lo que Cárdenas contestó que si estaban “fatigados de la lucha social” entregaran sus empresas al Gobierno o a los trabajadores.”
https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/CRL95.html