Por Mario Galindo
Es el grito de protesta ante la exacerbación racista auspiciada por un presidente “supremasista” como Donald Trump.
“No puedo respirar” clamaba George Floyd, hombre de ascendencia africana ante el brutal trato recibido de cuatro policías anglosajones en la ciudad de Mineapolis, Minnesota.
Las protestas se han generalizado en toda esa nación y las aglomeraciones dentro de la pandemia traerán consecuencias graves en la salud física de las personas que ya tienen enferma el alma.
Floyd murió asfixiado, terrible muerte. Este episodio no es nuevo en esa nación, en el año 1991, un taxista negro de Los Ángeles California, fue duramente golpeado, vejado con odio racial por policías de la ciudad, eso desató una serie de protestas muy parecidas a las que hoy vemos, Rodney King no murió pero en las protestas que desataron la violencia si murieron muchas personas principalmente de las minorías, negros y latinos.
Los derechos humanos en el país en donde están las sedes de los organismos defensores como “Human Right Watch”, son punto menos que ignorados cuando el estado “pone a salvo el orden”.
Nadie puede predecir el desenlace, pero sin duda se sobrepondrá la fuerza policial.
Tal vez el primer martes de noviembre, el súper martes, la rodilla que asfixió a Floyd, presionará la intención de voto en contra de la reelección de Trump.
Quizá se escuchará el estertor político de Donald ; “I CAN’T BREATHE”
Y morirá su ambición por asfixia