Raúl Rodríguez Cortés //Gran Angular
¿Todavía habrá quienes piensen que el actual gobierno amenaza la libertad de expresión luego de que el historiador y escritor Héctor Aguilar Camín tildó públicamente de “pendejo y petulante” al Presidente de la República?
No soslayo las reiteradas descalificaciones que casi cada mañana endereza AMLO a medios de comunicación que critican sus actos de gobierno con la justicación de que, así como lo cuestionan, él tiene el derecho a defenderse. Pero tampoco dejo de lado el hecho de que jamás ha recurrido en sus réplicas a groseras ofensas que generalmente denotan el agotamiento de los argumentos razonables.
Vale la pena revisar el coloquio virtual que Aguilar Camín sostuvo el pasado 23 de mayo con quienes fueran sus condiscípulos en el Instituto Patria y que se filtró a las redes sociales. En él llama a los sectores contrarios a la 4T a quitarle el poder a AMLO por la vía institucional: primero arrebatándole la mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones de 2021 y después, e n 2022, revocándole el mandato, proceso que a su juicio perderá “por pendejo y petulante” (https://bit.ly/3dyZ0h6, del minuto13:04 al 14:03). Válida propuesta.
Pero con un argumento autoritariamente discriminatorio, Aguilar Camín asegura que AMLO ya tiene perdida la batalla con el círculo rojo (los pensantes que crean opinión) cuya posición de rechazo a la 4T será, más temprano que tarde, lugar común en el círculo verde (las masas ignorantes y manipulables que no piensan).
Inocultablemente enojado, el historiador dice a sus alarmados condiscípulos que lo que López Obrador pretende no es una transformación sino una revolución en la que los ricos serán usados, expropiados y desaparecidos. Remata: “estamos ante un proyecto revolucionario y cuando uno entiende eso, todas las estupideces que hace adquieren una lógica impecable” (https://bit.ly/3dyZ0h6, del minuto 9:55 al 11:32). Pregunto: ¿si tienen lógica impecable son estupideces?
López Obrador, por cierto, no tiene empacho en usar el término revolución en la entrevista que le hizo el periodista Epigmenio Ibarra y que la semana pasada se difundió en redes sociales. Pero la enmarca así: “una revolución profunda porque estamos arrancando de raíz el principal mal de México que es la corrupción (https://bit.ly/3eIqLUn, del minuto 38:00 al 39:47). No habla de expropiaciones, ni de lucha de clases, ni de un modelo económico socialista. Un tercer elemento que propone Aguilar Camín para quitar poder a AMLO es “trabajar en corto” con los once ministros de la Corte. A su juicio vivimos un escándalo de inconstitucionalidad en el que “todas y cada una de las leyes que este gobierno ha puesto están bajo querella constitucional”. Que estén bajo querella no quiere decir que lo sean. La Corte resolverá.
Sí, hay demandas de inconstitucionalidad contra la Ley de Remuneraciones de los Servidores Públicos que prevé 14 años de prisión para quienes incumplan; la Federal de Austeridad que impide a los funcionarios públicos emplearse en el sector privado antes de que cumplan 10 años de haberse separado del cargo; la Orgánica de la Administración Pública Federal que introduce la gura de los súper-delegados; la Nacional de Extinción de Dominio que autoriza expropiar bienes sospechosos de procedencia ilícita; las Leyes de la Guardia Nacional, la de Uso de la Fuerza y la del Registro de Detenciones; las reformas a los Códigos Nacional de Procedimientos Penales, Penal Federal y Fiscal de la Federación que equiparan ciertos delitos scales con delincuencia organizada; la que elimina las estancias infantiles; y los Presupuestos Federales 2019 y 2020 por diversas reasignaciones consideradas lesivas a derechos previos.
Pero, sin controversia constitucional están reformas constitucionales como la que abroga la reforma educativa, la que prohíbe la devolución de impuestos, la de revocación de mandato y la de pensiones a adultos mayores y discapacitados; además de reformas a leyes federales como la que reduce la carga fiscal de Pemex y la de Amnistía.
Por otra parte, hay amparos sin resolver contra la cancelación del NAIM, la construcción de la Refinería de Dos Bocas y el reciente acuerdo para garantizar la Eficiencia, Calidad, Confiabilidad y Seguridad del Sistema Eléctrico Nacional.
Todo esto es reflejo del debate cada vez más polarizado entre dos proyectos de nación y de un choque de ideas que se dirime, hasta ahora, sin cortapisas a la libertad de expresarlas, como es propio de todo sistema democrático.