Coatzacoalcos y la corrupción que lo convirtió en pueblo fantasma

José Luis Ortega Vidal / Claroscuros

Entre 1967 y 1969, se puso en marcha el Complejo Petroquímico Pajaritos.

Aquello fue el inicio de un boom que convertiría a Coatzacoalcos, Veracruz, en la capital politica y económica del sur de una entidad que aún hoy es una de las mayores aportadoras al Producto Interno Bruto de México.

Durante la década de los ochenta -estando el país en quiebra- Coatzacoalcos vio nacer otros dos Complejos Petroquímicos: Morelos y Cangrejera.

La sección 10 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana contó con más de diez mil integrantes manejados desde su sede en Nanchital de Lázaro Cárdenas, junto a Coatzacoalcos, separadas las ciudades por el río del mismo nombre, pero unidas por los Complejos y sus respectivos clusters.

Francisco “Chico” Balderas era casi un Dios.
Ordenó poner una imagen de la Virgen de Guadalupe en el Palacio nanchiteco y ahí sigue la pequeña efigie viendo cómo la hija del cacique mal gobierna.
“Chico’ Balderas se suicidó o lo suicidaron cuando Joaquín “La quina” Hernández Galicia fue defenestrado.Carlos Salinas de Gortari, impulsor del neoliberalismo, presidente satrapa, hermano de un ambicioso amigo y cómplice de narcotraficantes, sacudió el poderío sindical petrolero.
Todo, sin embargo, cambió para quedar igual.
A la quina lo relevó un profesor istmeño radicado en Minatitlán y ya jubilado, de nombre Sebastián Guzmán Cabrera.
El corporativismo y el saqueo de PEMEX continuaron
¿Qué cambiaría?
¿Cuándo cambiaría?
En el 2009 iniciaron los contactos.
En febrero del 2010 se reunieron Luis Inacio Lula Da Silva y Felipe Calderón Hinojosa.
Anunciaron la creación del primer Complejo Petroquímico privado de México: el mas grande de América Latina: Etileno XXI.
Apareció así en nuestro territorio la compañía más corrupta del continente, de la que se tengan pruebas, registros, culpables, presos y muertos: Odebrecht.
El proyecto cambió de nombre por la intervención de IDESA, firma nacional.
Se llama Braskem/IDESA, está ubicada en Nanchital, Veracruz y recibe materia prima -gas etano- a precio preferente cuya cantidad es secreta por que así se estableció el contrato original.
El gas debe suministrarse durante veinte años o pagar en efectivo la falta del mismo.
Ya hemos fallado los mexicanos y PEMEX le debe 2 mil 800 millones de pesos a Braskem/IDESA
Hay más, muchos más detalles de esta historia.
Luego de la firma de Calderón con Lula Da Silva, que generó el acceso de Odebrecht a México, Enrique Peña Nieto fue beneficiado con dinero sucio para su campaña presidencial.
Hay datos que ubican dinero corrupto desde el calderonismo.
Pero ya en el proyecto de Peña Nieto, el enlace fue su amigo Emilio Lozoya Austin.
Diez millones de dólares habrían sido canalizados por los brasileños a los políticos mexicanos.
Todo a cambio de obras como el mejoramiento de la refinería de Tula.
El mecanismo consistía en favorecer a Odebrecht en los concursos y pagarle mucho más de lo que valía su trabajo.
Emilio Lozoya Austin llegó a director de PEMEX y cumplió con Odebrecht.
También, Lozoya Austin le hizo favores a sus amigos.
Encabezó la compra de Agronitrogenados en Pajaritos, Coatzacoalcos; así como Fertinal, en Lázaro Cárdenas, Michoacán.
Ambas chatarras.
Un gasto cercano a los 1 mil 395 millones de dólares hasta inicios del 2019.
Estos elementos de saqueo, corrupcion, impunidad, están ligados con las muertes que no cesan en Coatzacoalcos, Veracruz.
La estructura productiva ahí, fue rebasada por el crimen organizado que desde siempre ha estado presente por ser puerto y una base clave para el trasiego de drogas, y ahora para el consumo.
La corrupción llegaba a ellos.
Emilio Lozoya está preso.
Muchos periodistas y analistas nacionales callan al respecto.
No hay fidelidad con Emilio, hay un silencio cómplice.
Coatzacoalcos es un pueblo estructuralmente fantasma, desde la perspectiva macroeconómica.
Es un pueblo wéstern desde la visión de la inseguridad.
No hay sheriff.

Al que llega lo matan o lo corrompen.
Las razones son añejas pero durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se incrementaron.

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