En memoria de Mario castellanos

por Sergio Trejo

En memoria, Mario Castellanos Segura.El panza.Lo mataron. Así nomás, porque sí. Lo noticia trascendió por las redes sociales desde muy temprano a mediados de la semana pasada, el 6 de octubre, generando una fuerte movilización policíaca sobre el Barrio Zapotal cuando se reportaba que habían asesinado al Panza.Su cuerpo inerte, quedó ahí, donde habitualmente dormía, frente a la Escuela Primaria “Hilario C. Gutiérrez”. Lo asesinaron. Este viernes 15 de octubre se cumplen 9 días. Versiones cruzadas de todo tipo han girado al respecto, algunas especulando el móvil; otras criticando duramente la postura social de manifestarse cristianamente, cuando todo terminó para un hombre que vivió marginado, en condiciones de calle, sin respaldo de nadie para sobrevivir humanamente. Observamos incluso videos con escenas dolorosas, con lágrimas y reclamos de justicia. Todo, demasiado tarde. Mario Castellanos Segura, era el nombre de tal persona conocido comoEl Panza, su edad rayaba sobre unos 75 años. Por supuesto que lo conocimos y conocimos muy bien a su padre, don Gabriel Castellanos y también su señora madre Doña Victoria Segura. Eran mi padrino y mi madrina de confirmación. Don Gabriel, fue pionero del servicio de taxis, desde el sitio “Victoria”, y podíamos localizarlo en esa base, donde se le conocia como “El Pantalla”. Doña Vicki, era mujer apegada a su hogar, como las de antes, cuidadosa de su familia además de confeccionar prendas de vestir como costurera. Ahí vivían con sus hijos, en la calle Negrete ahora con número 610, en el barrio del Tamarindo. Recordamos a Mario, mucho antes que le endilgaran aquello del Panza y el Bin Laden.Antes que lo mataran, con su historia, y surgieran los bocetos de una embrionaria leyenda, era un joven común y normal hasta que se fue a trabajar por el Distrito Federal.Pasó, contaba, por la facultad de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Todavía lo miramos retornar y organizar momentos de trova y de serenata, guitarra en la mano, con nuestro amigo “El Yuca”, José Guillermo Sánchez Soto, aquel conocido, odontologo, hijo de doña Guillermina, cantante de la Sonora Acayucan, y primo del Carlos “PicaPiedra” Núñez. El panza, con su guitarra, se rozaba entre todos sus vecinos, incluso con quienes han integrado ese grupo de los Internacionales Hermanos Vázquez.Ignoro el destino de aquella guitarra, instrumento donde tal vez nacieron los primeros acordes de la música que ejecuta nuestro apreciado “Peluche”, Cesar González Jiménez, quien ameniza regularmente desde el mezanine del restaurante “Los Alebrijes”. Y, después de todo, que cosa es la vida? Cantares, cantando la pena, la pena se olvida. Después, siguió y fue lo que Dios quiso, cosas que nadie sabe claramente, pero suceden. Aunque Dios escribe derecho en renglones torcidos, la metáfora esa de “Los renglones torcidos de Dios” que hace alusión al estigma de la persona que sufre un trastorno mental severo y grave, se hace realidad patética y en algunas casos dramáticamente, con algún diagnóstico de paranoia.No sé cuando ni porqué ni dónde, Mario se perdió en su laberinto de fantasía, para vivir en la realidad del aislamiento, la vagancia e indigencia. Me consta que dentro de su mundo Mario resultaba una persona respetuosa y hasta servicial. De alguna manera se había ganado la confianza de los vecinos que, digamos, tolerantes lo dejaban estar y ser.Porque, Mario, jamás rebasó la barrera de la ley, en un estado de Derecho donde los ricos son atendidos como poderosos y los pobres estamos jodidos. De las capacidades diferentes no quiero hablar, porque no existe una verdadera cultura de respeto autentico para ese sector.Salvo una luz de velita, muy pequeña, los casos existentes en nuestra localidad simplemente son ignorados por las dependencias oficiales que se llenan la boca con discursos que no llegan ni a la categoría de cuento. Mario y su cruel homicidio solo podría tener una línea de investigación, paralela y similar, sobre gentes de la propia personalidad o perfil de la víctima, con reflejos de violencia. Nunca se sabe, pero las autoridades deberían actuar porque quien comete un delito de tales caracteristicas definitivamente resulta peligroso.Cuando esto escribo me dicen que alguien está detenido, como presunto responsable. Oh, paradoja! para quitarle los centavos que habría tenido, lo mataron. Mario, dije, tenía familia, su hermana Guadalupe, esposa de don Aarón, que mataron por Jesús Carranza, vive y lamenta y sufre la pérdida, rogando con oraciones desde su hogar, por la Porfirio Díaz, en aquel callejón del popular “Nido de Los Pericos”. Sabemos de igual manera que los vecinos recuerdan a su hermano Cutberto, conocido como “El mono”, quién falleció, me parece por el mes de abril de este año, esposo de la señora Josefa Nolasco. Había otra hermana, Cecilia. Ya murió. Ahora nos enteramos que un pintor, conocido como Hëpor Solís, en el epílogo trasmitido por video, durante las exéquias a cielo abierto, en el sector de la ciudad que era su casa, declaró haber platicado en vida cierto detalle del proyecto para realizar un mural con su rostro. Así en la fatalidad de su muerte, tal artista urbano, poniendo de inmediato manos a la obra, procedió a la tarea y ahí está:Mario, de cabello y barba, cerrada y abundante, plasmado en una imagen, a manera de homenaje, en la barda de una de sus esquinas preferidas para dormir la siesta. La gente ahora coloca religiosamente veladoras, frente a su rostro en una pared, donde hacen vértice la calle Independencia y La Gutiérrez Zamora. Quién soy, para calificar los acontecimientos y sus reflejos.Quizás, algún mea culpa, surgirá de manera espontánea entre los transeúntes que se detengan en la contemplación a reflexionar, inocuamente, las ironías de la vida. No vamos ahora a penetrar en profundidades ontológicas. Esta vida resulta igual que otras formas de muchas vidas que, sólo Dios sabe porqué, la tragedia y la comedia existencial las sacude. Ahí queda, si se quiere considerar, el recuerdo de alguien que inmediato a nosotros mantenía, como muchos, su lugar, en esa orilla. No se nada de nada. Juzgamos a veces sin idea de lo difícil que resulta un familiar o un amigo en tales condiciones. Dicen que el fondo de la olla solo lo conoce la cuchara. No todas las personas abandonan en lo imposible a los suyos, el sentido estricto es muy lato, en tales circunstancias, porque la realidad es patética. Disminuye cualquier carácter y se agotan la paciencia y la cartera, ante el nulo respaldo de organismos públicos, reducidos a tratamientos de orientación y consejos. Quienes con esfuerzo acuden por atención privada terminan empeñado sus cosas y perdiendo hasta su casa. Es un viacrucis continuo e ininterrumpido. La cruz no pesa lo que cala, son los filos. Se acaban los recursos en corto tiempo. Aunque existen instituciones psiquiátricas, no resulta cómodo ni barato soportar viáticos y médicamentos y etcéteras. Se carece además, obviamente, de la voluntad de los enfermos. Ellos no cooperan, no pueden. Hay casos que reclaman cuidado permanente de 24 horas, con la fortaleza de Sansón y la paciencia de Job. Porque basta un pequeño descuido para que se escapen a la vagancia. La realidad competente nos lleva al Mito de Sísifo. Será el sereno.Por angas o por mangas así pasa. No juzgues para que no seas juzgado. Punto. Hasta luego Mario:Ya estás en el retiro espiritual prometido, en aquel paraíso recuperado, que te ganaste con tu paso y tus caidas por este mundo. Allá encontrás a tu padre y a tu madre, salúdalos de mi parte. Ellos estarán felices de poderte volver a cobijar como cuando eras criatura. Allá vivirás sin las molestias climatologícas, sin volver a sentir lo duro y lo frío del cemento de las banquetas y de los corredores. Allá no tendrás miedo de los animales, ni de tus semejantes que rompiendo los elementales mandamientos bíblicos te quitaron la vida. Ve, serenamente, a donde llegan los que están cansados y agobiados. Encontrás al que dijo: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas”. Descansa en paz.

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