El rompimiento

Manolo Victorio //Carpe Diem

Cuitláhuac García Jiménez declaró esta semana que no se inmiscuirá en las campañas políticas que se desarrollan para sucederlo, a fuerza del voto mayoritario.
Llama la atención esta actitud, in extremis, apegada a la corrección política en la lenta, pesada, pedregosa agonía sexenal donde el poder se escurre cada día con más solvencia, como un algodón de azúcar ante la gula infantil en un día de feria.
El inquilino saliente de un Palacio de Gobierno encadenado, con guardias enguayaberados que exigen hasta la cedula de la última vacuna para traspasar un edificio público, donde habita temporalmente un huésped que en la teoría es emanación del pueblo, que debiera tener acceso libre a este edificio; ha variado su postura radicalmente.
El lunes 5 de febrero descargó su furia contra la ex jueza de control Angélica Sánchez Hernández, encarcelada unos meses bajo su gestión, porque el Movimiento Ciudadano la reclutó para ser candidata al Senado en la segunda fórmula.
“Nosotros qué culpa tenemos que exista un partido que recoge puro presunto delincuente, es la verdad y tengo pruebas. Les voy a decir la prueba, aquí duro contra mí, diga por qué, ni modos que ese juez federal que le da la razón a la Fiscalía General del Estado de detenerla yo haya influido en él”, dijo el martes 6 de febrero el gobernador, dirigiendo su narrativa hacia José Manuel del Río Virgen y a la propia ex togada.
Al paso de los días, ambos personajes del Movimiento Ciudadano disfrutan sus derechos políticos y realizan proselitismo, en particular Angélica Sánchez Hernández, a quien el encargado del ejecutivo no ha podido doblar.
Al paso de los días, la furia del gobernador cesó.
Ya no usa el pulpito de las conferencias para defender el proyecto de la Cuarta Transformación, no utiliza el micrófono para la encendida arenga que contrarreste el discurso de los adversarios, sobre todo quienes se aglutinan en el bloque Fuerza y Corazón por Veracruz.
Ha optado por el silencio diplomático Cuitláhuac García Jiménez.
“La diferencia es que no actuamos de la misma manera; yo respeto los procesos y, como mencioné, decidí no participar en los mítines de los sábados y domingos. Ofrezco una disculpa a los miembros del Movimiento (MORENA). No podrán acusarnos de la intervención del Ejecutivo, como ellos sugirieron. Queremos que la democracia prevalezca y que cada ciudadano ejerza sus derechos con libertad”, dijo este martes Cuitláhuac García Jiménez en blindaje electoral de su silencio e inacción.
Ese es el argumento esgrimido para no asistir a los mítines encabezados por Norma Rocío Nahle García, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia al gobierno de Veracruz.
Tampoco ha estado el gobernador en los eventos que ha encabezado en territorio veracruzano Claudia Sheinbaum.
No quiere empañar ni con el pétalo de una acusación del bloque opositor, las campañas de las abanderadas de Morena a la presidencia de la república y al gobierno veracruzano.
Así que verá los pleitos, diatribas, acusaciones y la guerra de lodo, con la calma apacible de quien ve pasar la corriente de un río, como un Heráclito veracruzano, sin meterse en broncas con nadie, sin comprometerse a nada, flotando en la nube rosa de la corrección política.
Algunos columnistas ilustrados escriben sobre una posible ruptura entre el gobernador y la candidata, a quien perciben sola en una guerra de lodo donde nadie la ayuda, donde salvo las ocurrencias disparatadas del diputado Cazarín, nadie pone el pecho a las balas.
Quienes le juegan al Mandrake, adivinando, prospectando pactos, aquelarres, encuentros y desencuentros, sostienen que la sana distancia que ha tomado el inquilino saliente de Palacio de Gobierno, inició el domingo 17 de marzo, en la víspera de la visita de Claudia Sheinbaum a Minatitlán.
Refieren los opinólogos un encuentro entre Nahle y García en el restaurante Los Kafitos, discreto lugar donde la clase política sureña hace sus aquelarres. Ahí empezó el principio del fin de una relación de conveniencias políticas mutuas.
Las ganas de ponerle el pecho a las balas por parte del morenista en jefe se aplacan con la ley electoral, que será obedecida a pie juntillas por Cuitláhuac García Jiménez para no hacerle el caldo gordo en tribunales electorales a la oposición.
Bien por esa corrección política del gobernador.
Lo podrán acusar de todo, menos de delincuente electoral.
Calladito se verá más bonito.
En su defensa ética y jurídica, dijo que en los anteriores procesos electorales fueron marcados por la intervención de los titulares del Poder Ejecutivo, pública y descaradamente, para atacar a la oposición, denigrarla y meterse de lleno en la competencia; nosotros hemos trabajado para fortalecer el sistema democrático, aseguró el gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
“(..) yo me he comprometido a no intervenir ni públicamente ni privadamente; sí tengo que aclarar situaciones, tengo mi derecho de réplica, pero hasta ahora las cosas están avanzando bien y vamos a seguir atentos”.
Quienes se regodeaban a priori por escuchar al maestro universitario lanzando acusaciones a una candidata o candidato, se quedarán con las ganas.
No habrá pleito de cabina telefónica con los Yunes, ni con los Delgado, ni los Deschamps, ni con nadie.
… del mismo costal.
Las campañas dieron un poco de color casi al final de la tercera semana de proselitismo.
Mario Delgado Carrillo, dirigente de Morena y César Yáñez, coordinador de giras de Claudia Sheinbaum estuvieron en el solar veracruzano para acuerpar a Norma Rocío Nahle García.
En respuesta a la pregunta obligada –la denuncia del empresario Aturo Castagné ante la FGR-, Mario Delgado dijo que detrás del empresario citrícola están el ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y sus hijos, Miguel y Fernando Yunes Márquez, candidatos al Senado y a la diputación local.
“Son patadas de ahogado, porque se saben perdidos, que credibilidad pueden tener en la estrategia del PRI y el PAN, imagínense, el PRI y el PAN, los Yunes acusando de corrupción, o sea el burro hablando de orejas, nuestra candidata ya dio la cara, ya hace unos días dio la cara, o hay nada más que decir, ellos no dan la cara, mandan a terceros, es parte de la estrategia para tratar de ensuciar, para tratar de denostar porque piensan ellos por el desprecio que le tienen al pueblo de México, al pueblo de Veracruz, que lo pueden engañar”, respondió sereno, el moreno.
Y remachó: es “impensable que una familia como los Yunes, que está asociada a los peores tiempos de Veracruz, cuyo apellido significa corrupción, pueda tener alguna posibilidad. Esto facilita para la gente la decisión el próximo dos de junio. O seguimos con la transformación o regresa el pasado corrupto y de privilegios”.
En Veracruz nuestra ventaja es tan grande que la derecha se sabe perdida, remató Mario Delgado.
En el otro bunker, en la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, se dio a conocer una encuesta levantada por la encuestadora Algoritmo en los primeros quince días de abril.
A la pregunta “¿Por cuál candidato (a) votarías si hoy fueran las elecciones en Veracruz?” 41 por ciento de las personas encuestadas respondieron que lo haría por José Francisco Yunes Zorrilla, 39 por ciento dijeron que por Rocío Nahle García, 8 por ciento que Polo Deschamps y 12 por ciento que aún no saben.
En este reactivo, Pepe le saca dos puntos a Nahle.
En la segunda pregunta, “Independientemente de su preferencia ¿cuál cree será el próximo (a) gobernador (a) del estado de Veracruz?”, 40 por ciento consideran que será el candidato de la coalición PRI, PAN y PRD, 39 por ciento que la candidata de Morena-PT-PVEM, 7 por ciento que el abanderado de MC y 14 por ciento aún no sabe.
Un punto porcentual en favor del peroteño.
Las encuestas son fotografías del momento, parecerían ociosas si se leen en el cuartel general del enemigo, pero son herramientas que alientan la participación de militantes y simpatizantes y mueven a la opinión pública.
Y eso es sano para la democracia.
Que nadie diga entonces que la elección está resuelta.
Hay tiro.
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