Los temores del lunes 3

Por Enrique Campos Suárez//eleconomista

En términos del estrés que pueden generar las elecciones en los mercados financieros, hay más preocupación por lo que pudiera suceder en la mañanera del 3 de junio que en los mismos resultados del PREP del Instituto Nacional Electoral (INE) que fluirán desde la noche del domingo 2.

El presidente Andrés Manuel López Obrador deja ver su pulsión más autoritaria cuando se trata de los temas electorales. Toda su presidencia se ha comportado como jefe de partido, no de Estado, y el punto climático de su proyecto de continuidad se dará dentro de 10 días.

No, las elecciones no son el mero trámite que quiere hacer ver el oficialismo con su mensaje de inevitabilidad y si el resultado de alguna de las múltiples elecciones que habrá el 2 de junio no le gusta a López Obrador, no va a dudar en encender la hoguera, desde el estrado del descomunal poder presidencial y buscará presionar a las autoridades electorales.

López Obrador se ha atrevido a usar la tribuna del poder Ejecutivo para hacer descaradamente campaña a favor de su candidata y en contra de los opositores, y lo ha hecho sin el más mínimo llamado a respetar la ley por parte del árbitro electoral, el INE, y del juez de las elecciones, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Y no es lo mismo que Andrés Manuel López Obrador, candidato, desconozca los resultados electorales que un López Obrador presidente haga eso que ha hecho tantas veces en su vida política.

La democracia mexicana es muy inmadura, en plena adolescencia democrática se encontró en su camino con alguien que quiso regresar a México al pasado autoritario.

Sin embargo, con todo y tropiezos el sistema democrático mexicano ha tenido la confianza de los diferentes agentes económicos, incluidos los participantes de los mercados financieros, que se fijan más en las cuestiones estructurales que en la estridencia propia de las campañas.

Ninguna de las propuestas de las candidatas presidenciales ha causado estragos en los mercados, porque las dos han prometido estabilidad macroeconómica e incluso hacer correcciones en áreas tan sensibles como el sector energético.

Desde los indicadores más famosos, como la relación peso-dólar, hasta los locales como los indicadores principales de las bolsas de valores han mostrado estragos por culpa de las campañas.

Pero un exabrupto presidencial en contra de los resultados electorales, acompañado de alguna frase similar a “no reconocemos” o “no aceptamos”, cambia el panorama por completo.

Si las autoridades electorales fueran autónomas y competentes, como lo solían ser, el titular del Ejecutivo podría decir lo que quiera, habría la garantía de continuar el proceso de recuento y calificación por la vía legal.

Pero la sumisión mostrada preocupa, hemos visto chicanas legales en este régimen para violar las leyes y eso cambiaría por completo el juego para México.

Una cosa es pensar que el actual grupo en el poder no es lo más conveniente para el país, pero se acepte que la decisión mayoritaria en las urnas es lo único que vale, y otra cosa es, desde el poder, querer desconocer un resultado electoral, el que sea.

A la luz de lo visto en este régimen, esto no es una exageración.

Ninguna de las propuestas de las candidatas presidenciales ha causado estragos en los mercados, porque las dos han prometido estabilidad macroeconómica e incluso hacer correcciones en áreas tan sensibles como el sector energético.

ecampos@eleconomista.mx

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